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El PSOE respira en el último minuto

El partido, preparado para una debacle, encaja con alivio el mal resultado Los socialistas deben aclarar ahora hasta dónde llega su apuesta federalista

La dirección federal del PSOE, reunida en la cuarta planta de la calle Ferraz de Madrid para aguantar el chaparrón de lo que, según todas las encuestas, iba a ser un pésimo resultado de los socialistas en Cataluña, estaba preparada para valorar, contextualizar y asumir ese dato. Lo que no esperaba es el panorama que, una vez cerrados los colegios electorales, empezaron a dibujar los sondeos a pie de urna: una subida enorme no de CiU sino de ERC y la pérdida de apoyo de los dos grandes partidos nacionales: el PP se mantenía pero la caída del PSC —partido que representa al PSOE en Cataluña— parecía brutal. La “radicalización de la política catalana”, como lo definían con desconcierto fuentes de la cúpula del PSOE antes de que arrancase el escrutinio.

Los primeros datos del recuento, sin embargo, ya rebajaron bastante el golpe. Y el resultado final acabó convirtiendo la depresión en alivio: el PSC baja mucho, pero no tanto como se esperaba; y se mantiene como segunda fuerza política en votos y porcentaje, aunque no en escaños. El fracaso del presidente catalán, Artur Mas, y de su apuesta por la “mayoría excepcional” centrará, además, las miradas y los análisis. La noticia no es el desplome previsto del PSC, sino el imprevisto de CiU. Así que la ansiedad con la que inició la tarde la dirección de Ferraz se tornó en un evidente alivio al ponerse el sol.

De los partidos constitucionalistas, el único que cae es el más tibio: el PSC

Eso hizo posible que, al filo de las 23.30 y con una indisimulada sonrisa, el número tres del PSOE, Óscar López, calificase de “más que digno” el peor resultado de la historia del PSC (agravando el de 2010, que ya había sido el peor): 14,5% de los votos cuando hace una década tenía el 31%; ocho escaños, cuatro puntos y 60.000 votos menos que hace dos años. La autocrítica anoche en Ferraz fue cero, y lo único importante, el batacazo de CiU. “El señor Mas había planteado estas elecciones como un plebiscito. Pidió una mayoría excepcional y le han respondido con un castigo excepcional. Ha fracasado rotundamente. Es un castigo al aventurerismo y la imprudencia de embarcar a Cataluña en un camino de división”, analizó López.

La apuesta por un genérico “federalismo” no ha servido, en cualquier caso, para evitar la pérdida de apoyo al PSC. Los socialistas catalanes, que rechazaron desde el primer día la deriva independentista de CiU pero se apuntaron al “derecho a decidir”, y que entraron en campaña defendiendo la Constitución a la vez que propugnaban su reforma, obtuvieron ayer en las urnas un varapalo. Menor de lo que auguraban las encuestas, pero varapalo. De los partidos que, en mayor o menor grado, defendían la Constitución como frontera ante el desafío independentista, el que peor parado sale es el que más tibio fue en esa defensa: el PSC. El PP mejora los resultados de 2010 y Ciutadans se dispara hasta triplicar su representación.

Ferraz ve “más que digno” el resultado y se felicita del “castigo” a Mas
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Las conclusiones que se extraigan de estas elecciones pueden ser determinantes para el futuro inmediato de Ferraz por dos razones. Una, la que afecta a la estabilidad de la dirección federal. Pasado ya el trago de los cuatro comicios autonómicos de un frenético 2012 —Andalucía, Asturias, Galicia y País Vasco— y sin más convocatorias electorales a la vista —en principio— hasta las europeas de 2014, el descontento de algunos con el liderazgo del secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, y las aspiraciones de otros por colocarse en la carrera para las generales de 2015 amenazaban con estallar en caso de debacle electoral en Cataluña. Las voces críticas ya surgieron tras las elecciones gallegas y vascas, pero callaron pronto; el compromiso de todos pareció ser aplazar cualquier conflicto hasta después del 25-N.

Hoy es 26. El PSOE amanecerá con el gusto amargo de otro mal resultado electoral —se cumple ya un año de caída sin pausa en las urnas, porque incluso en Andalucía y Asturias, aun conservando el Gobierno, se perdió apoyo— pero la caída del PSC no ha sido tan grave como temía, así que ya no está tan claro que la lucha interna por el poder vaya a resurgir de forma inminente. Rubalcaba va a convocar a los barones territoriales este mes y, probablemente en enero, un comité federal. Allí medirá sus apoyos.

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El segundo efecto de las elecciones catalanas en Ferraz es de fondo. Político, no orgánico. Trascendental, no circunstancial. Tiene que ver con qué discurso territorial adopta y defiende el partido en los próximos meses. “Ahora toca defender al PSC”, dijo Rubalcaba hace semanas, dejando claro que en campaña no había lugar para las divergencias con su partido hermano. Asumió entonces, a petición expresa de Pere Navarro, la apuesta por “reformar la Constitución" para “avanzar hacia el federalismo”. Solo cerró una puerta: el PSOE, recordó, “no está de acuerdo” con que los catalanes tengan un “derecho a decidir” distinto al del resto de los españoles. Pero incluso eso lo dijo tímidamente: al PSOE no le supuso ningún problema que el PSC incluyera el “derecho a decidir” en su programa.

Ahora ha acabado la campaña, las elecciones se han celebrado y al PSOE le toca concretar: qué es el federalismo, qué hay que cambiar de la Constitución, qué hacer si el PSC insiste con el derecho a decidir. O si aparcar todo eso visto que el “proceso” soberanista anunciado por Mas podría diluirse y que la postura del PSC levanta ampollas entre los socialistas de otras partes de España. El día después —que podrían ser años de debate— del 25-N.

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