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Un plan soberanista para la próxima legislatura con importantes lagunas

El 'president' tiene una hoja de ruta para convencer a independentistas de cuna y recién llegados

Miquel Noguer

Artur Mas quiere demostrar con su plan soberanista que la ambigüedad que ha presidido siempre la política de Convergència i Unió en el ámbito identitario ha pasado definitivamente a la historia. El presidente catalán tiene una hoja de ruta a cuatro años vista, que no se cansa de explicar, para convencer tanto a los independentistas de cuna como los recién llegados al secesionismo. Se trata de ganar primero las elecciones del 25 de noviembre para después abrir un proceso que pasa por pedir un referéndum al Gobierno primero y, si no lo consigue, convocar una consulta desde la propia Generalitat. La hoja de ruta es clara, pero contiene importantes lagunas.

Aunque las encuestas no le vaticinan la sólida mayoría absoluta que pide el presidente sí le auguran unos resultados mejores que en 2010 y que le dejarían muy cerca de su objetivo: entre 64 y 66 diputados de un total de 135. CiU tiene ahora 62 escaños. El número dos del partido, Oriol Pujol, ha admitido públicamente que si los nacionalistas no llegan a los anhelados 68 escaños supondría un problema serio para poner en marcha el plan soberanista.

En cualquier caso es seguro que los nacionalistas podrán contar con Esquerra Republicana para abrir el proceso, y probablemente también con Iniciativa per Catalunya. Nada más ganar las elecciones Mas se plantea pedir formalmente al Gobierno la celebración de un referéndum de autodeterminación. En CiU dan por hecho que esta petición recibirá un rechazo tajante.

Nada más ganar las elecciones pedirá al Gobierno celebrar un referéndum

Es en este punto donde Mas quiere aprobar una ley de consultas no refrendarias “que el Gobierno no pueda echar atrás”. Se trataría de elaborar un texto en el Parlamento catalán que permita convocar una consulta sin todas las características del referéndum, pero que permita lo mismo: preguntar por la soberanía de Cataluña. CiU entiende que la consulta podría hacerse si no se pregunta explícitamente por la independencia.

Mas tiene incluso en mente cuál debería ser la pregunta: “¿Desea usted que Cataluña tenga un Estado propio dentro de la Unión Europea?”. Con el eufemismo del Estado propio, CiU no solo trata de sortear la indivisibilidad de la nación española que propugna la Constitución, sino también atraer hacia sus postulados a aquellos catalanes que no creen ni desean que a comienzos el siglo XXI se pida una independencia tradicional, más propia del siglo XIX. Un Estado propio podría ser independiente, pero también federal o confederal. De hecho, Mas dice soñar siempre con los Estados Unidos de Europa.

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En el plano técnico, y para evitar en lo posible que el Tribunal Constitucional eche atrás la ley de consultas catalanas, se establecería que serán los datos del padrón y no del censo electoral los que se utilizarán para permitir el derecho a voto. Con todo, CiU es consciente de que el Gobierno no dejará pasar una ley que tiene por objetivo explícito dar voz a los catalanes sobre la autodeterminación. Es aquí donde comienza la “internacionalización” del “conflicto” que ha explicado Mas. Se trataría de denunciar ante la Unión Europea y otros organismos internacionales que el Gobierno de España impide a una parte de sus ciudadanos pronunciarse sobre su futuro colectivo. Los nacionalistas creen que eso podría tener más impacto del esperado si se hace coincidiendo con el referéndum escocés de independencia de 2014. “¿Cómo explicará España al mundo que prohíbe votar a los catalanes mientras el Reino Unido sí autoriza sin problemas una votación en Escocia?” repiten los nacionalistas a modo de argumento.

Los interrogantes siguen siendo muchos. Especialmente en esa última etapa. Por ejemplo, no está claro si el no del Gobierno al referéndum y a la consulta hará esperar a Mas a conseguir algún tipo de guiño internacional antes de sacar las urnas a la calle. De ser así, la consulta que Mas ahora juzga inaplazable para la próxima legislatura podría tener que esperar.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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