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Madrid, la probeta de las políticas liberales de Aguirre

La presidenta bajó impuestos y privatizó servicios de la región

Jesús Sérvulo González
Esperanza Aguirre en la Asamblea de Madrid a fines de 2011.
Esperanza Aguirre en la Asamblea de Madrid a fines de 2011. ULY MARTÍN

La economía de la Comunidad de Madrid no ha vivido bajo ningún paraguas durante el mandato de Esperanza Aguirre. Durante la época de vacas gordas ha crecido como la que más, pero durante estos momentos de penurias económicas se ha gripado como todas. Como prueba, la economía madrileña representaba en 2003 un 17,7% de la economía nacional y nueve años después supone un 17,9%. Se podrá decir que el hecho de que haya conservado el peso específico sobre la economía nacional se debe a que Madrid ha sido la locomotora de España, como no se cansó de repetir Aguirre los primeros años. Pero la región cuenta con el propulsor que supone alojar a la Administración General del Estado y a la sede de las grandes multinacionales.

Hay cifras para todos los gustos que sirven para argumentar que la política de Aguirre ha conducido a Madrid a mejores cotas de bienestar o para sostener todo lo contrario. Por ejemplo, el desempleo en Madrid era en 2003 algo más de cuatro puntos inferior a la media, mientras que ahora son casi seis. Sin embargo, el PIB per cápita ha crecido en este periodo menos que la media estatal. El último informe sobre crecimiento del PIB publicado por el INE revela que en el último año, Madrid fue la séptima comunidad que mejor se comportó, también fue la quinta con menos caída desde que comenzó la crisis y la tercera con la renta per cápita más alta (29.731 euros) por detrás de País Vasco y Navarra. Aunque en 2003, la distancia entre la renta por habitante de Madrid con el resto de España era mayor. No obstante, los responsables de la Comunidad de Madrid discrepaban de los métodos del INE para hacer estos cálculos.

El mandato de Aguirre ha sido desigual en el capítulo económico. Durante los primeros años (entre 2004 y 2007), los de la exuberancia, se produjo una notable expansión económica. Eran los tiempos en que la expresidenta de la Comunidad planeaba construir ocho nuevos hospitales y decenas de colegios bilingües y duplicaba las líneas de metro por toda la periferia de la capital. Un ingeniero de una de las mayores constructoras de este país, que participó en la expansión del metro, aseguraba hace unos años que el proyecto no tenía un planteamiento técnico, sino más bien político. Eran los tiempos en que el paro en Madrid estaba en el 6%, ahora roza el 19%. A pesar de ese esfuerzo inversor, Madrid mantiene la deuda más baja de entre todas las comunidades de España. Un 9,1% del PIB, frente al 14,2% de media [La deuda de Cataluña es del 22% del PIB]. Aguirre introdujo nuevas fórmulas de gestión de los servicios públicos. Adjudicaba las obras y la gestión por la que paga un canon anual durante los próximos años y así evitaba comprometer la deuda regional.

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Aguirre ha mostrado complicidad con la patronal madrileña —que la idolatra— y los poderes económicos de la región, que se ha afanado en controlar. Uno de los capítulos más espinosos de su mandato fue su intento de asalto a Caja Madrid para poner de presidente a su número dos, Ignacio González, y manejar los hilos de la gran caja de caudales madrileña.

Pero si de algo se ha ocupado la lideresa es de convertir a la Comunidad en el campo de pruebas de las políticas liberales que impregnan su decálogo político. Ha impulsado privatizaciones, rebajas de impuestos, externalizado servicios, ha clamado contra los funcionarios y los sindicatos y ha sido pionera en España en liberalizar servicios, horarios comerciales entre ellos. Madrid ha sido la que más festivos permitía abrir a los comercios y la que más facilidades daba para el establecimiento de grandes superficies...

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La rebaja de impuestos ha sido una de sus banderas. Aprobó una rebaja en el tramo autonómico del IRPF junto a varias deducciones, suprimió el impuesto de donaciones y rebajó al mínimo el de sucesiones, renunció al de Patrimonio y siempre ha defendido las rebajas fiscales. Por eso, lideró una dura campaña contra la subida del IVA de Zapatero en 2010.

Cuando estalló la crisis fue de las primeras políticas en poner en marcha medidas de control del déficit. Eso propició que Madrid haya sido la autonomía con menor déficit en ese periodo. Aunque en 2011 registró una desviación del 2,2% tras haber corregido la cifra inicial un par de veces. Hasta junio es la segunda comunidad, tras País Vasco, con menos desviación presupuestaria. Aguirre convirtió Madrid en la probeta de las políticas de austeridad que está aplicando Mariano Rajoy en España. Entre las medidas que aplicó está la reducción del parque móvil, disminuyó el número de altos cargos (que previamente había aumentado), redujo el sueldo de consejeros y diputados, los entes públicos. También aumentó la jornada laboral a los profesores, prescindió de interinos y eventuales, redujo liberados sindicales, recortó gastos en Sanidad y Educación y ha impulsado la privatización de Telemadrid o del Canal de Isabel II. Todo por liberalizar Madrid.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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