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Urkullu pide “seguir dando pedales” para evitar riesgos en el fin de ETA

El líder del PNV y Rajoy comparten su inquietud ante el euro de dos velocidades Trata de convencer al jefe del Ejecutivo para que active el frente carcelario Cree que el Gobierno seguirá dando pasos para un escenario de final definitivo de ETA

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al presidente del PNV, Íñigo Urkullu, en La Moncloa.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al presidente del PNV, Íñigo Urkullu, en La Moncloa.Cristobal Manuel

Cuando se monta en bici y se deja de pedalear, la inercia ayuda a avanzar durante un tramo. Pero llega un momento en que la bici se para y el ciclista se cae. Iñigo Urkullu recurrió este martes a este símil para pedir al Gobierno que no se conforme con lo obtenido hasta ahora y que siga “dando pedales” hacia el final de ETA para evitar “riesgos de caídas” y lograr “una paz definitiva”. Así lo manifestó el líder del PNV tras mantener una reunión con Mariano Rajoy, la segunda en seis meses, centrada en el fin de la banda y en el panorama financiero y la defensa del euro en vísperas de la cumbre del Consejo Europeo de esta semana.

Urkullu recordó al presidente que desde el anuncio de cese definitivo de la violencia etarra, el pasado 20 de octubre, las fuerzas políticas y la sociedad viven “un tiempo diferente”, por lo que “hay que aprovechar esta oportunidad”. Lo que, según el líder nacionalista, supone enfrentarse a un “fenómeno con muchas aristas” en el que hay que “tejer complicidades” en muchos ámbitos, desde la política penitenciaria a la atención a las víctimas.

“El Gobierno”, señaló, “todavía necesita superar ciertos discursos” que el PP mantuvo hasta las pasadas elecciones generales. “Pero creo que está dando pasos, consciente de que estamos en un nuevo escenario”, admitió Urkullu, quien mencionó como ejemplo el plan de reinserción del Ministerio del Interior y calificó de “positivo” el camino de los encuentros entre víctimas y presos de la banda. En este escenario, el líder del PNV ofreció “lealtad y discreción” para actuar y no dejar pasar el tiempo para lograr la paz en Euskadi. “Seremos leales, discretos, pero también empecinados en conseguirla”, aseguró.

La reunión, de más de dos horas y en la que no se abordaron ni la ilegalización de Bildu ni los posibles escenarios preelectorales en el País Vasco, se desarrolló en un tono cordial. Rajoy, según fuentes de La Moncloa, escuchó con atención los argumentos del líder nacionalista. Sin embargo, las mismas fuentes señalaron que la posición del Ejecutivo en materia antiterrorista no ha cambiado. Esto es, sigue exigiendo la disolución incondicional de ETA, manteniendo la exigencia democrática y la aplicación de la ley.

La concreción de Rajoy, según fuentes populares, fue mayor, en cambio, al tratar cuestiones económicas. El presidente habló de la necesidad de lograr más liquidez del sistema financiero, unas reformas estructurales en el ámbito comunitario y mayor unidad de mercado. Urkullu coincidió con Rajoy en la necesidad de defensa del euro y en que “nada puede plantearse fuera de Europa”. El presidente compartió además “en buena medida”, según el dirigente del PNV, una advertencia sobre el futuro de la moneda única. Esto es, que el Gobierno alemán llegue a concebir un euro a dos velocidades, con una Europa germánica y otra mediterránea. En su opinión, ese planteamiento sería “una catástrofe” para el futuro de la integración europea.

Urkullu, más fortalecido

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Urkullu, al que Rajoy reconoció como interlocutor preferente para cuestiones vascas en su debate de investidura, en diciembre, ha acudido a La Moncloa fortalecido, pues las encuestas le sitúan como ganador en las próximas elecciones vascas. Pero también es consciente de que no puede agobiar a Rajoy con la consolidación del final del terrorismo cuando está volcado en afrontar la crisis económica, que pasa por sus momentos más decisivos. Es más, la mayor parte del encuentro se centró en la crisis, en puertas de la decisiva Cumbre Europea del 28 y 29 de junio.

El PNV valora los pasos, “aunque sean pequeños”, que el Gobierno del PP ha dado estos siete meses, como su rechazo a la propuesta de ilegalización de Amaiur, la coalición de la izquierda abertzale, que planteó en el Congreso UPyD, con el apoyo de algunas asociaciones de víctimas, y el plan de reinserción de presos de ETA anunciado por el ministro de Interior. Y lo valora, aún más, por los duros ataques que ha recibido desde los sectores más conservadores. Incluso entiende, aunque no comparte, su reacción crítica a la legalización de Sortu.

Pero Urkullu trata de aprovechar el ascendiente que tiene sobre Rajoy, con el que se reunió discretamente media docena de veces cuando el líder del PP estaba en la oposición, para tratar de convencerle de que active el frente carcelario.

El PNV comparte con el PSE la conveniencia de excarcelar a los presos de ETA enfermos y acercar a las cárceles vascas a los reclusos reinsertables para, de ese modo, aislar al núcleo duro de la banda terrorista, reacio a asumir la legalidad y la reinserción individual, la única vía posible para canalizar su salida de la prisión. PNV y PSE están convencidos de que si se acerca a las cárceles vascas a presos reinsertables la operación culminaría con éxito. Sobre todo, cuando se sabe que en el debate interno entre los presos la mayoría cedió a la minoría más intransigente, anclada en las viejas proclamas de amnistía, irrealizables, por evitar la ruptura.

PNV y PSE parten de la base de que el final de ETA no se consolidará o, dicho de otro modo, no habrá disolución de la banda terrorista, hasta que el futuro de los presos etarras no se aclare. Incluso, el PNV cree que no es conveniente que la dirección de ETA, que proclamó su cese definitivo, se disuelva porque aún podría existir el riesgo de que otros ocupen su lugar.

La ausencia de contactos del Gobierno central y del PP vasco con la izquierda abertzale complica la situación y no es probable que los populares cambien de actitud, al menos, antes de las elecciones vascas. Lo que hace aún más relevante la interlocución del PNV, que, aunque frías, sí mantiene relaciones con la izquierda abertzale.

En todo caso, el PNV no va a hacer de esto un casus belli contra el Gobierno. E incluso entiende que el Ejecutivo tema que dar publicidad a estas cuestiones haga el juego a la agenda de la izquierda abertzale, que pasa por reivindicar a los presos. Pero pretende que el Gobierno entienda, también, que tras el cese definitivo de ETA no puede permanecer inmóvil y ceder a la izquierda abertzale el protagonismo político en la nueva etapa. Siempre existe el riesgo de que la izquierda abertzale capitalice la opinión mayoritaria que existe en el País Vasco en favor de la flexibilización de la política penitenciaria.

La posición del lehendakari, el socialista Patxi López, es similar a la del PNV. El jueves dijo en Madrid que el Gobierno del PP “tiene todavía ataduras de las posiciones que mantuvo en el pasado”, que le hacen ser vulnerable a las críticas de los sectores ultraconservadores y que le impiden “adecuarse al nuevo tiempo en que ETA ha abandonado las actividades terroristas”. Pero López dejó clara su disposición a ayudar al Gobierno sin “rebajar las exigencias al mundo de la izquierda abertzale”.

Sobre esta cuestión, existe una relación muy fluida del PNV y PSE con el PP vasco. Y no puede descartarse que, en las próximas semanas, pese a las presiones de los sectores más conservadores, el Gobierno dé nuevos pasos dentro de su plan de reinserción de presos de ETA.

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