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Fernández ofrece lealtad pero reitera que precisa más tiempo para el plan de ajuste

El nuevo presidente asturiano ha tomado posesión con la presencia de la ministra Pastor La titular de Fomento contesta con la importancia de "aplicar el rigor" para cuentas equilibradas

El socialista Javier Fernández, que esta mañana ha tomado posesión como octavo presidente de Asturias, ha reclamado al Gobierno de la nación, del PP, “un margen de flexibilidad necesario” para diseñar el plan de ajuste por un monto de 616 millones de euros que le exige el Ministerio de Hacienda con carácter inmediato (en la primera semana de junio) tras haber rechazado el que le remitió el anterior Ejecutivo autónomo, presidido por Francisco Álvarez-Cascos.

La demanda de un margen mínimo de tiempo para elaborar un plan de ajuste riguroso (Hacienda dio un plazo de 15 días, del que ya se ha agotado una semana, bajo amenaza de intervención de la comunidad autónoma) ha sido respaldado por el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.

La ministra de Fomento, Ana Pastor, también presente en el acto institucional, no se ha pronunciado sobre esa petición específica y concreta aunque ha ofrecido “colaboración y cooperación leal” de forma genérica al nuevo Gobierno socialista asturiano en reciprocidad con el compromiso análogo que Javier Fernández había asumido minutos antes con el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Rubalcaba ha confiado en que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, acceda a una petición que juzgó de “sentido común” y dé un margen mínimo de tiempo al nuevo Ejecutivo asturiano para elaborar un plan serio y creíble.

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El nuevo presidente asturiano, que llega al cargo bajo la amenaza de intervención de las cuentas públicas del Principado si la primera semana de junio no presenta un plan de ajuste del déficit por un monto de 616 millones cuando apenas va a tener tiempo para analizar las cuentas regionales, ha reiterado, como ya hiciera el martes en el debate de investidura, que “no sacrificará el interés de los asturianos al enfrentamiento inútil” y que “no será ariete ni punta de lanza” contra el Ejecutivo central, “excepto del interés de Asturias”.

“Comprenderá, señora ministra”, ha afirmado dirigiéndose a la titular de Fomento, Ana Pastor, “que entre la insumisión y la entrega hay suficiente espacio para que se manifieste el acuerdo, la discrepancia y hasta la rebeldía razonable, pero siempre con la premisa de de que la cooperación es el mejor camino”. Y en aras de esa “voluntad cooperante. Y con la mejor disposición de diálogo”, ha pedido a la representante del Gobierno “un margen de flexibilidad” para diseñar el ajuste del déficit público.

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Javier Fernández ha hecho en su toma de posesión una defensa del Estado de las Autonomías -aun admitiendo la necesidad de corregir “indiscutibles duplicidades e ineficiencias”- y una proclama de la política, incluido como terapia frente a la crisis, porque “la política”, ha dicho, “comienza cuando los expertos han dado su opinión y sigue sin saberse lo que hay que hacer”. En razón de ello ha marcado distancias con las políticas hasta ahora dominantes en Europa y España y sostuvo que “existen otros discursos que aciertan a interpretar esta época y este momento vertiginoso para España y Asturias”.

Fernández se ha distanciado así de las creencias neoliberales y ha reclamado la actuación de la política frente a los avatares de la economía y la supremacía de las decisiones del poder político ante la hegemonía de las fuerzas de mercado. Ha negado que los mercados sean “fuerzas impersonales y anónimas a las que debemos ofrecer sacrificios rituales con la cándida ilusión de aplacarlos” y ha situado el origen de la crisis en “la inexistencia de un contrapeso político frente a un sistema financiero confiado en su propia exactitud” y en el error de “presentar como científicas decisiones transferidas a los expertos en detrimento de los gobernantes”.

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