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GORKA LANDABURU Periodista

“Quería mirar a los ojos a los que intentaron matarme”

Mónica Ceberio Belaza

Once años después, Gorka Landaburu ha podido mirar a los ojos a dos de los terroristas que trataron de matarlo con un paquete bomba, Xabier Macazaga y Oskarbi Jauregi, que se han sentado esta semana en el banquillo de los acusados. El periodista sobrevivió al atentado, pero perdió la visión de un ojo, varios dedos de las manos y audición en ambos oídos. Dos meses y medio antes del juicio, a finales de noviembre, había ido a hablar con un grupo de presos de ETA que rechazan la violencia, entre ellos históricos de la banda como Joseba Urrusolo Sistiaga o Kepa Pikabea, dentro de unos talleres organizados por Interior a petición de los reclusos. “No es incompatible”, señala en una entrevista mantenida en Madrid el jueves. “Que se haga justicia es esencial, pero estoy dispuesto a entenderme con aquellos que hagan una autocrítica sincera”.

Pregunta. ¿Cómo se ha sentido durante el juicio?

Respuesta. Tuve una sensación extraña. Fui sereno, aunque reconozco que dormí mal la noche anterior. Hay una cosa que tenía clara, y es que quería entrar en la sala y mirar a los ojos a los que intentaron matarme. He entrado, les he mirado fijamente, ellos me han mirado, y creo que han bajado la mirada en un momento dado. Me he sentado y he contado mi historia. Hacia los acusados no tengo ningún sentimiento. Ni odio ni rencor. Pero pido justicia. Ellos se lo han buscado. Que cumplan sus penas y, después, que empiecen a pedir perdón a o arrepentirse por el daño causado. Aún no lo han hecho.

P. ¿Por qué ha tardado 11 años en juzgarse el atentado?

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R. La causa se archivó en 2006, y nunca entendí el porqué. El atentado lo sufrí el 15 de mayo de 2001; al comando Buruntza lo detuvieron en agosto de ese año; y a Susper, quien ordenó el intento de asesinato, el máximo responsable, en 2002. En ese momento ya se habían encontrado todos los papeles sobre lo ocurrido. Pero cuatro años después se archivó la investigación, yo creo que por algún error. Cuando, finalmente, logramos reabrirla, para mí fue muy importante. No puede ser que te intenten matar y que no pase nada. Las víctimas necesitamos justicia y verdad.

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P. ¿Aceptaría un trato legal especial hacia los terroristas ahora que han dejado de matar?

R. Hay que seguir juzgando a todos los que hayan cometido delitos. Aún quedan más de 300 casos sin resolver. La generosidad frente a los terroristas iría por otro lado... Los acercamientos de presos, la liberación de los enfermos graves, la doctrina Parot... Son cosas que se pueden estudiar, pero con tranquilidad. ETA, hoy, solo nos ha dicho que no va a atentar más. La democracia podría ser generosa con quienes acepten las reglas del juego, pero por ahora no lo han hecho ni la izquierda abertzale ni los presos, salvo la minoría de disidentes de Nanclares.

P. Usted acudió a esa prisión a finales de noviembre para hablar con un grupo de presos.

R. Sí. Hablamos del atentado, de la violencia, de la vida, de Euskadi, de mi padre, que fue vicelehendakari en el exilio durante el franquismo... Yo nací con la ikurriña en el biberón, así que nadie me va a explicar, ni ellos, ni Arnaldo Otegi ni Sabino Arana, lo que es ser vasco. Hablamos también del tiempo perdido... Joseba Urrusolo Sistiaga era el que llevaba la voz cantante. Les dije que estaba en Biarritz cuando ETA político-militar dejó las armas en 1981, cuando se quitaron las capuchas, y les pregunté que cómo era posible que 30 años después la banda siguiera allí. Ellos reconocieron que habían vivido en una burbuja, que se habían equivocado, y admitían el dolor causado. Dos de ellos me pidieron perdón al final porque, aunque no participaron directamente, habían formado parte del comando que me envió la bomba. Aunque algunos tengan un montón de asesinatos detrás, hay que reconocer que han dado un paso importante; y lo han hecho antes del comunicado de ETA. Se han dado cuenta tarde, pero al menos se han dado cuenta. Creo que hay que ayudarles para que no se queden aislados. Ojalá el resto de los presos y la izquierda abertzale hicieran también una autocrítica sincera.

P. ¿Cómo ha sido recibido el hecho de que usted, víctima del terrorismo, vaya a Nanclares?

R. La mayor parte han sido reacciones positivas. Pero ha habido quien me ha acusado de ayudar a los etarras, como Hermann Tertsch. No acepto este tipo de lecciones. He vivido 12 años con escoltas y pido un mínimo de respeto para quienes hemos dado la cara estando en Euskadi y jugándonos la vida. He visto muchos atentados. Se me ha muerto en los brazos un guardia civil. Al fotógrafo Josu Bilbao y a mí nos lincharon en una manifestación de la que salimos vivos de milagro. Han asesinado a amigos míos. A Enrique Casas, a Gregorio Ordóñez... No voy a permitir que nadie diga que apoyo a terroristas. Yo tengo mi trayectoria. Puedo estar en lo cierto o no, pero siempre he intentado ser coherente. Busco una solución para mi país. Paz para mis hijos y paz para mis nietos.

P. ¿Estaría dispuesto a hablar con presos que no hayan rechazado la violencia?

R. Sí, porque soy periodista, y estoy dispuesto a hablar hasta con el diablo. He apoyado todos los procesos de negociación. Aunque todos han fracasado, todos han permitido avanzar, como el último, que nos trajo a donde estamos ahora. Todo es un camino por etapas. Si mañana me llama el que me puso la bomba, el señor Macazaga, y me dice que quiere estar conmigo para darme una explicación, yo estaría dispuesto a hablar con él. Mañana, pasado mañana o dentro de seis meses. Hablando se entiende la gente, no con bombas y pistolas. La cita me la tendría que pedir él, eso sí.

P. No parece que los presos estén dispuestos a hacer la autocrítica que usted pide.

R. Sé que es complicado reconocer un pasado lleno de fracasos. ETA se ha equivocado; ha causado sufrimiento y dolor, y, al final, no ha conseguido absolutamente nada. La policía, los jueces, los fiscales, el Gobierno francés, la sociedad en general... entre todos les hemos obligado a tomar el camino del abandono de la violencia. Pero la autocrítica es necesaria; y, cuanto más tiempo tarden, más se retrasará la solución definitiva del problema. Lo tendrán que hacer y lo harán. Y lo saben.

P. La gran pregunta es hasta dónde van a llegar.

R. Ya se verá, pero de momento tienen que pasar ya de las declaraciones a los hechos. La izquierda abertzale tiene que acercarse a las víctimas del terrorismo. Sé que lo tienen complicado y que las propias víctimas no lo van a aceptar, pero deben hacerlo. A partir de ahí podemos hablar de otras cosas. El Gobierno podría dar pasos como el acercamiento de presos, para que los familiares puedan ir a visitarlos sin recorrer cientos de kilómetros, pero antes deben dar los pasos necesarios. Está en sus manos.

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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