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Jordi Clos: “Habrá efecto bumerán y no vendrán los inversores”

Una quincena de hoteles no ha pedido licencia pero tienen el proyecto avanzado

Jordi Clos.
Jordi Clos.

Los sectores turístico e inmobiliario temen que la moratoria aprobada por el Ayuntamiento dañe el prestigio de la marca Barcelona y suponga un frenazo en las inversiones, que solo el año pasado ascendieron a 325 millones de euros. El anuncio de la alcaldesa Ada Colau de promulgar una moratoria para la construcción de nuevos hoteles hizo hervir el mercado, puesto que los operadores inundaron en las últimas semanas el ayuntamiento de solicitudes de licencias. El Gremio de Hoteles, de hecho, ayer aplaudió que Colau se decidiera finalmente a aprobar la medida dado el “estado de incertidumbre total” que se había generado.

La entidad se ofreció ayer para participar en el plan estratégico, que confió que ponga coto a los alojamientos ilegales. Pero más allá del comunicado, en una conversación con este diario el presidente de los hoteleros, Jordi Clos, se manifestó mucho más preocupado:“Habrá un efecto bumerán y no vendrán los inversores”. Clos aseguró que le llovieron las llamadas de empresarios que han comprado edificios con una calificación urbanística que permitía hacer hoteles y que ahora han quedado “atrapados”. “Lo que genera desconcierto es la inseguridad jurídica y la desconfianza”, afirmó Clos, quien pidió “una normativa clara y concreta y para toda la ciudad”.

El turismo es uno de los principales motores de Barcelona. Según el último informe de Mastercard, uno de los de referencia que maneja el sector, la capital catalana es la sexta ciudad del mundo en la que los turistas se dejan más dinero y la 12ª en volumen de viajeros. A finales de 2014 la ciudad tenía 634 hoteles, frente a los 417 de hace una década. Y en proyecto estaban no solo los 30 establecimientos afectados por la moratoria. Según Clos, puede haber “otros 15 o 16”.

El sector teme que la moratoria dure más de un año

La directora de Aguirre Newman en Barcelona, Anna Gener, explicó que, además de la treintena de inmuebles que según el Ayuntamiento que están afectados, “hay otros muy avanzados que todavía no habían realizado el trámite porque trabajaban en el proyecto arquitectónico”. Es el caso, por ejemplo, de la Torre Agbar, que no había pedido la licencia pero que estaba elaborando esa documentación y tratando de atar un acuerdo con un operador. “En muchas ocasiones, antes de llevar el proyecto al Ayuntamiento se llega a un pacto con una cadena que gestione el establecimiento, se ha negociado ya con los bancos y se ha redactado el proyecto arquitectónico”, aseguró el socio y consultor de Magma Turismo, Albert Grau. “En definitiva, se invierte dinero”, remacha.

Ahora hay, pues, alrededor de 45 proyectos que quedarán aparcados y que, recordó Gener, fueron adquiridos con una calificación que permitía el uso hotelero y en un momento en el que se concedían licencias. El sector sí teme que la moratoria pueda alargarse más allá del año. Los expertos consultados coincidieron en que Barcelona sí necesita poner orden en algunas zonas que están congestionadas, pero opinaron que eso no requería una suspensión general. “Hay áreas que no estaban saturadas y donde estos proyectos hubieran sido positivos, puesto que implican la creación de actividad económica, de puestos de trabajos y la regeneración de la zona”, afirmó Gener.

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Para otros, el tiempo es clave. “Es importante que se haga en periodo corto. Un año es demasiado, y puede paralizar inversiones y dañar la marca Barcelona”, aseguró Domènec Biosca, coordinador de la Confederación de Hostelería y presidente de la Asociación de Expertos Turísticos.

El sector hotelero era hasta ahora uno de los segmentos atractivos del inmobiliario barcelonés. Los inversores internacionales han sido muy activos en los últimos años, en especial los de Estados Unidos, Singapur y Catar. “Algunos inversores esperarán un año, pero otros, en especial los extranjeros, descartarán Barcelona porque tienen objetivos de compra anuales”, explicó Albert Grau, que lamentó que se paralicen proyectos que “podrían haber aportado valor a la marca Barcelona”, como el Four Seasons o el Grand Hyatt. “Son establecimientos que traían una nueva demanda”, añadió.

Subida de precios

La decisión de una moratoria puede acarrear otras consecuencias. La primera, recordó Grau, es que la medida no impide que no se produzcan nuevas transacciones. “Pero va a subir el precio de los activos hoteleros”, advirtió. La segunda tiene que ver con el mantenimiento de los inmuebles. “La flexibilidad en el urbanismo era clave para mantener el buen estado de los edificios y cubrir las necesidades de oficinas, residencial u hoteles mediante la rehabilitación de inmuebles”, aseguró Gener.

Por otra parte, varias asociaciones de vecinos empapelaron ayer tarde la oficina de Barcelona Turisme, en pleno centro de la ciudad, para exigir al Ayuntamiento que ponga fin a la masificación turística en los barrios y para exigir un nuevo modelo de ciudad que tenga en cuenta a los vecinos, informa Clara Gil. Las entidades elaboraron un manifiesto que recoge peticiones como la suspensión de licencias o la creación de un consejo ciudadano turístico.

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