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Alstom y la plantilla acuerdan rebajar los despidos del ERE de 193 a 41

El pacto prevé 89 prejubilaciones, un ERTE de dos años y la recuperación del convenio

Clara Blanchar

Euforia esta tarde en la planta de Alstom de Santa Perpètua de Mogoda (Vallès Occdiental). La dura negociación del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que preveía el despido de 193 personas, ha finalizado esta tarde tras un día y una noche de reunión con una rebaja a 41 salidas voluntarias, 89 prejubilaciones y un expediente temporal dos años, en función de los encargos que reciba la planta. En una asamblea celebrada horas antes de cerrar un mes por vacaciones, la plantilla ha ratificado el acuerdo. Un portavoz de la empresa también celebró "haber alcanzado el acuerdo".

El acuerdo final también prevé que la fábrica recupere el convenio colectivo que perdió al finalizar su vigencia y no ser capaces las partes de llegar a un acuerdo. Al quedarse sin convenio propio, desde el pasado mes de marzo los 650 trabajadores cobraban de acuerdo al convenio del Metal, con sueldos un 14% inferiores. La recuperación supondrá, en el peor de los casos, perder un 5% del salario.

“Hemos demostrado que la unidad de la gente sirve y mucho. Hemos conseguido un acuerdo que además de cerrar el ERE sin despidos traumáticos incluye el convenio”, celebraron fuentes sindicales. Las mismas fuentes recordaron que hace justo un año la empresa exigió rebajas salariales y laborales “de hasta un 30%” a la planta catalana y, al negarse los trabajadores, adjudicó a otra planta la construcción del metro de Riad, un mega contrato de 1.000 millones de euros basado en convoyes de la Línea 9 del metro de Barcelona diseñados íntegramente en Santa Perpètua.

Hemos demostrado que la unidad de la gente sirve y mucho"

Ayer finalizaba el plazo de negociación del ERE presentado por la empresa el día 2 de este mes y que planteaba el despidos de 193 empleados de un total de 650. En protesta contra el expediente, la totalidad de la plantilla hizo huelga y mantuvo la planta cerrada tanto el pasado día 23 como esta semana desde el martes. Los trabajadores de Alstom han mantenido siempre la postura de negarse a aceptar despidos si no son voluntarios o prejubilaciones.

Los representantes sindicales de la fábrica de trenes y tranvías mantienen desde el inicio del conflicto que la planta del Vallès es competitiva y que su problema no es de falta de encargos. Aseguran que la matriz francesa prevé incrementar notablemente la producción en los próximos años, debido a los pedidos de ferrocarril de los países emergentes.

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Los trabajadores de Alstom llevan casi un año de movilizaciones, desde que la dirección de la compañía francesa anunció su intención de rebajar las condiciones salariales y laborales. Ante el rechazo masivo a los recortes votado en octubre pasado en referéndum, la empresa rebajó salarios un 14%, presentó primero un expediente temporal --que tumbó la justicia por falta de razones productivas-- y a comienzos de este mes el ERE planteado para 193 trabajadores.

Si esta vez Santa Perpètua ha plantado cara es porque en el recuerdo de los trabajadores están los 200 despidos y la rebaja salarial de 2011 en un contexto de amenazas sobre la viabilidad de las instalaciones. Aunque ocho meses después de los recortes, la firma contrató a 150 personas para hacer frente a un aumento en la carga de trabajo. El delegado de CC OO en la planta, Dani García, suele decir que Alstom ha convertido la planta catalana “en un banco de pruebas”. “El problema de Santa Perpètua no es de carga de trabajo, sino de política laboral salvaje y de falta de apuesta del gobierno por la política industrial”, afirmaba la semana pasada durante la huelga.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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