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Guardias en Bellvitge para evitar el cierre de camas

Los sindicatos denuncian coacciones a pacientes para aceptar el traslado

Jessica Mouzo
Protesta de profesionales y usuarios del Hospital de Bellvitge.
Protesta de profesionales y usuarios del Hospital de Bellvitge.ALBERT GARCIA

El motín continúa en la planta 12 del hospital de Bellvitge. Este viernes se cumplía una semana desde que pacientes, trabajadores y sindicatos del centro tomaran la unidad de infecciosos del piso 12 para evitar el cierre de 200 camas, previstas en el plan de hospitalización de verano.

La Junta de Personal decidió, tras una reunión frustrada con la gerencia de Bellvitge, hacer turnos de guardia en los pasillos de la planta como muestra de apoyo a la acción de protesta que ya ha evitado el cierre de tres plantas. “Habrá al menos dos delegados sindicales en cada turno. Nos repartiremos las horas para alertar a los compañeros si intentan trasladarlos durante el fin de semana”, explicó el presidente de la Junta, Ramón Montoya. El director gerente de Bellvitge, Alfredo García, afirmó que “se seguirá adelante con el plan previsto” y redujo el conflicto con usuarios y empleados a un problema “estrictamente laboral y salarial” de los sindicatos.

Los trabajadores denunciaron que en las últimas 24 horas, algunos pacientes fueron intimidados por médicos de la unidad en la que deberían ingresar. “Algunos internos han sufrido coacciones por parte de algunos facultativos, que los amenazaban con no recibir asistencia médica y de enfermería si se quedaban en esta planta”, protestó el delegado de CGT, Manuel de los Riscos. El gerente, por su parte, negó estas acusaciones y aseguró que “solo se visitó a los pacientes para explicarle la situación”. Ante el enquistamiento del conflicto, los sindicatos han decidido solicitar la mediación del Parlament y han enviado una carta para poder comparecer ante la Comisión de Salud.

La percepción que intentó trasmitir este viernes el director gerente de “absoluta normalidad” en los servicios asistenciales de Bellvitge, se topó de cara con las voces que se agolpaban en torno a la sala de juntas donde García iba a dar su primera rueda de prensa tras el inicio del conflicto para explicar su versión. Con los ánimos caldeados y la negativa de la gerencia de permitir la entrada libre a la comparecencia, trabajadores, pacientes y familiares tomaron los micrófonos para desmentir a los directivos de Bellvitge. “Es una situación caótica y desgraciada a la que no queríamos llegar. La actividad está fatal, las urgencias colapsadas con pacientes en los pasillos, y los profesionales estamos sufriendo una presión brutal, no damos abasto y hemos dicho basta”, resumió el presidente de la junta de personal, Ramón Montoya.

En una constante guerra de cifras, los directivos también negaron que se vayan a cerrar, tal y como aseguraron los sindicatos, 206 camas. García redujo la cifra a 150 plazas, como máximo, en agosto. En cualquier caso, el documento interno repartido a los jefes de servicio refleja, al menos, el cierre de unas 170 camas, más una unidad de hospital de día. Con todo, el gerente prometió que se volverían a abrir “todas” las camas cerradas en verano.

A pesar de que en la memoria del centro consta que en 2009 el hospital tenía 906 camas disponibles y este año cuenta con 650 —según las últimas declaraciones de los directivos—, García niega que Bellvitge haya perdido más plazas que “las 70 camas estructurales” que redujeron en 2011.

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En medio del cruce de acusaciones, los sindicatos también han sacado a relucir los 11 millones de euros que, aseguran, tendrá que reducir el hospital del presupuesto para paliar el déficit de 2013. Los directivos, por su parte, negaron la cantidad y redujeron la cifra a seis millones, aunque no especificaron a qué afectaría.

Bellvitge no es el único centro ahogado por las protestas y los recortes de verano. También el Vall d’Hebron, otro de los ocho hospitales públicos del Instituto Catalán de la Salud (ICS), ha vivido un colapso en el servicio de urgencias que desencadenó las denuncias de los facultativos del servicio. En una carta dirigida a los responsables del Departamento de Salud, del ICS y de su propio hospital, los trabajadores alertaron del atasco que han sufrido las urgencias en las últimas semanas, una situación que ha obligado a varios pacientes a estar hasta cinco días esperando una cama en planta. El hospital salió al paso de la denuncia de los trabajadores y calificó de “un hecho puntual en las últimas tres semanas” el colapso. El centro negó cualquier relación de los hechos con los recortes y la reducción de camas en verano. Vall d'Hebron clausurará alrededor de un centenar de plazas.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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