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Referéndum en Escocia

Los independentistas escoceses buscan el voto laborista en el referéndum

El avance del nacionalismo en los sondeos augura un resultado muy ajustado

El primer ministro escocés, Alex Salmond, saluda este viernes a Nicola Sturgeon, la número dos del SNP.
El primer ministro escocés, Alex Salmond, saluda este viernes a Nicola Sturgeon, la número dos del SNP.R. C. (REUTERS)

Hace tiempo que se sabe que el referéndum del 18 de septiembre sobre la independencia de Escocia está en manos de decenas de miles de trabajadores industriales que aún no saben qué votar. La número dos del independentista Partido Nacional Escocés (SNP) y futura líder, Nicola Sturgeon, lo ha dejado más claro que nunca al apelar directamente a los votantes laboristas. “No votéis no para parar al SNP. Votad sí para reivindicar al Partido Laborista”, les ha dicho en si intervención ante las bases independentistas en Aberdeen.

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El congreso de primavera del SNP es el último antes del referéndum y se celebra en un clima de expectante euforia. “Hace un mes le hubiera dicho que íbamos a perder. Ahora estoy convencida de que ganaremos”, comentaba una delegada del partido en un descanso entre los debates. El optimismo independentista se basa en el lento pero constante avance del sí en los sondeos, que hace prever un resultado muy apretado en septiembre. Según el SNP, la media de los sondeos arroja un 46% a favor de la independencia y un 54% en contra una vez descontados a los indecisos. En noviembre, la diferencia era de 38% a 62%.

El avance del sí coincide con el endurecimiento de la campaña del no. La entrada en campaña del primer ministro David Cameron y de su ministro del Tesoro, George Osborne, está resultando el arma de doble filo que algunos pronosticaban. Cameron se enfrentaba al dilema de seguir ausente y ser acusado de pasividad o implicarse en ella: algo quizás contraproducente dado el rechazo que provocan los conservadores en Escocia desde tiempos de Margaret Thatcher.

El caso es que los tories han tensionado la campaña, sobre todo al afirmar con rotundidad que no compartirán la libra con una Escocia independiente. Un mensaje negativo que coincide con otros. El presidente de la Comisión Europea. José Manuel Durão Barroso, fue hace unas semanas más allá de lo razonable al afirmar no solo que una Escocia independiente quedaría fuera de la UE sino al opinar que países como España podrían vetar su reingreso.

La última amenaza del campo del no ha llegado esta semana en boca del exministro de Defensa laborista y ex secretario general de la OTAN, George Robertson, que ha pronosticado que la independencia de Escocia sería “un cataclismo” y que daría aliento “a las fuerzas del mal”. “Con amigos como lord George, no es extraño que la campaña del no tenga tantos problemas”, se congratuló Nicola Sturgeon. Los efectos negativos de la nueva manera de hacer campaña del campo del no son compartidos por diplomáticos extranjeros destacados en Edimburgo y citados por el diario The Guardian. Uno de ellos asegura que hace un año pensaba que el triunfo de los independentistas era improbable. “Ahora pienso que es probable, pero no seguro”, puntualiza. Otro asegura que la mayoría de los diplomáticos no creen que Londres se niegue a compartir la libra con Escocia y opina que las políticas del Gobierno británico “están echando a Escocia fuera; están perdiendo el debate”.

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Los independentistas se sienten como pez en el agua haciendo campaña.

En cambio, los independentistas se sienten como pez en el agua haciendo campaña. Son un partido de activistas, de militantes, que han levantado a menudo pronósticos adversos en el tramo final de la campaña. Por eso la carismática número dos del SNP llamó a los militantes “a redoblar esfuerzos en los próximos meses”. “Porque el premio no es el final del camino, sino el principio de un futuro mejor”, aseguró.

Pero el SNP no puede ganar el referéndum por si solo: no tiene tantos votos. Su principal granero está en el laborismo, el tradicional partido dominante en Escocia. Según sus cálculos, uno de cada cuatro votantes laboristas apoya la independencia. Su objetivo ahora es convencer a más de ellos de que en una Escocia independiente es más fácil que vuelvan al poder.

Pero esa es solo una verdad a medias. Si Escocia se independiza, el laborismo difícilmente podrá ganar unas elecciones en el resto del país. Lo que les viene a decir Sturgeon es que eso es igual porque, en una Escocia independiente podrían ser hegemónicos. Eso es tanto como admitir que el SNP tiene más fácil gobernar en una Escocia dentro que fuera de Reino Unido. Y seguramente tiene razón.

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