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Una seguridad muy alta y cara

Las plantas de gas como la atacada en Argelia son lugares estratégicos muy protegidos por el Ejército y empresas privadas

Silvia Blanco
Una imagen sin fecha del complejo en In Amenas proporcionada por BP.
Una imagen sin fecha del complejo en In Amenas proporcionada por BP.HO (AFP)

La seguridad de las instalaciones gasísticas y petrolíferas tiene una relevancia estratégica, y más en Argelia, cuya economía depende del sector de los hidrocarburos —representa entre el 40% y el 45% del PIB— y supone el 98% de sus exportaciones, según el FMI. Por eso el grado de protección de las plantas como la de In Amenas es muy alto. “Y aumentó aún más tras la guerra de Libia, cuando hubo que evacuar de manera urgente a todo el personal expatriado de las compañías internacionales. Argelia siempre ha sido una zona de alto riesgo, pero este ataque ha sido tremendo”, explica Vicente de la Cruz, director de la empresa de seguridad privada Avizor Group, con experiencia en protección de este tipo de instalaciones en el extranjero.

En el confuso incidente participaron al menos 60 terroristas, “probablemente con fusiles de asalto, ametralladoras ligeras, lanzagranadas y granadas de mano”, estima De la Cruz. “Es decir, todo el material que circula por la zona desde la guerra de Libia y es fácil de transportar”.

El Ejército es el encargado de proteger estas instalaciones junto con empresas privadas —“en Argelia normalmente son francesas o británicas”, precisa De la Cruz— que se tienen que coordinar con los militares. “El Ejército del país desempeña un papel muy importante, sobre todo en la vigilancia perimetral y en los desplazamientos. Esa zona externa, con garitas de vigilancia, se suele proteger con personal armado con fusiles de asalto como freno a un primer ataque, pero luego normalmente se instala armamento pesado, como ametralladoras, en una unidad militar acantonada”, relata De la Cruz.

Las multinacionales proporcionan a sus empleados expatriados formación para saber qué hacer en caso de evacuación de la planta, de secuestro o de otras contingencias, informa la noruega Statoil, que opera la planta atacada con la británica BP y la argelina Sonatrach.

“Los presupuestos de protección y seguridad de una planta de gas, en esta zona, pueden costar unos seis millones de euros al año a la empresa gasística. Ahí se incluye desde la elaboración de la estrategia de seguridad hasta vehículos, teléfonos por satélite, armamento y personal de seguridad. Parte de ellos son contratados en el país donde está la planta, tras pasar rigurosos filtros, y la otra son expatriados con un coste superior”, dice De la Cruz, que añade que “cada vez es más frecuente que la planta tenga pista de aterrizaje o helipuertos para garantizar la evacuación”.

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Sobre la firma

Silvia Blanco
Es la jefa de sección de Sociedad. Antes ha sido reportera en El País Semanal y en Internacional, donde ha escrito sobre migraciones, Europa del Este y América Latina.

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