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Fin de semana

Pazo a pazo

Marzo es el mes de las camelias y un momento muy especial para visitar los espléndidos jardines de las casas solariegas gallegas

Claustro del pazo de San Lorenzo de Trasouto, a las afueras de Santiago de Compostela, con los macizos de boj que forman dibujos como una concha de vieira.
Claustro del pazo de San Lorenzo de Trasouto, a las afueras de Santiago de Compostela, con los macizos de boj que forman dibujos como una concha de vieira.Xoan Piñón

Son parte de los secretos mejor guardados de Galicia: los jardines de los pazos, ocultos por muros de piedra cubiertos de musgo y cuajados de especies vegetales exuberantes —justa compensación al tributo de la lluvia gallega— que durante siglos han deslumbrado a reyes, estadistas y escritores. En su Sonata de otoño,Ramón María del Valle-Inclán hablaba así del imaginario pazo de Brandeso: “Yo recordaba nebulosamente aquel antiguo jardín donde los mirtos seculares dibujaban los cuatro escudos del fundador, en torno a una fuente abandonada. Tenían el jardín y el palacio esa vejez señorial y melancólica de los lugares por donde en otro tiempo pasó la vida amable de la galantería y el amor”.

Pazos de Galicia.
Pazos de Galicia.JAVIER BELLOSO

A pesar de que pocos lo saben, los parques de algunos de los pazos gallegos están abiertos a las visitas y ofrecen recorridos de ensueño entre árboles centenarios, arbustos de camelias, estanques y fuentes. Aunque en otoño lucen espléndidos por el festival de colores que ofrece la caída de la hoja y son una delicia en primavera, el último mes del invierno es el mejor para recorrer estos jardines, pues las camelias que crecen en todos ellos se encuentran en plena floración y ofrecen un espectáculo único desde los árboles y en el suelo, donde las flores desprendidas forman bellísimas alfombras de pétalos. Esta es una pequeña guía para aproximarse a unos lugares misteriosos y eternamente verdes, la mayoría mejor conocidos fuera de España que dentro. Eso sí, no deje la visita a la improvisación: todos estos jardines defienden un modelo de turismo sostenible y las visitas deben reservarse con antelación en los teléfonos que los gestores facilitan. Es, dicen, la única forma de conservar la esencia de estos pequeños paraísos de naturaleza domesticada.

01 Jardinería geométrica

Pazo de San Lorenzo de Trasouto

Situado muy cerca del centro de Santiago de Compostela, este pazo —propiedad de la duquesa de Soma y Medina de las Torres— data del siglo XIII y en él pernoctó el emperador Carlos V en 1520. Tiene la particularidad de tratarse de un pazo-monasterio en cuyo claustro se encuentra una de las más importantes muestras de la jardinería geométrica española: unos macizos de boj de cuatro siglos de antigüedad que fueron tallados siguiendo formas que aún se conservan: una cruz de Calatrava, una concha de vieira, la parrilla de san Lorenzo… Aunque el bosque de boj es su principal señal de identidad, los jardines adyacentes también merecen la visita y en ellos crecen distintas especies autóctonas y adaptadas.

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02 Paraíso para botánicos

Pazo de La Saleta

En los años sesenta, Robert y Margaret Grimson viajaron a Galicia atraídos por sus leyendas y los paisajes de los que hablaban los libros. Buscaron una casa para instalarse y se encontraron con el pazo de La Saleta, entonces en ruinas, y su jardín, en estado selvático. Tras comprarlo, contrataron los servicios de Brenda Colbin, una de las más famosas paisajistas de la época, que diseñó para La Saleta un jardín inglés al que adaptó especies vegetales de los cinco continentes. Desde 1996, el pazo y su terreno son propiedad de Blanca Coladas, que ha abierto la finca al público. Pasear por sus senderos de hierba es un regalo incluso en los meses de lluvia, pero los días de verano la dueña ofrece la posibilidad de preparar un pic-nic para disfrutar en alguno de los claros.

Cada año, decenas de botánicos de todo el mundo peregrinan a este lugar de cuento lleno de rincones idílicos donde crecen ejemplares singulares como los magnolios de hoja caduca, o los raros rododendros del Nepal, que dan flores amarillas. Blanca y su hija Silvia atienden personalmente a los visitantes y guían el paseo, dando detalles sobre las diferentes variedades de plantas, árboles y flores.

03 El Balmoral del Sar

Pazo do Faramello

Jardines del pazo de Pazo do Faramello, en Rois (A Coruña).
Jardines del pazo de Pazo do Faramello, en Rois (A Coruña).

Muy cerca de Padrón se encuentra este pazo de origen industrial, pues su base fue una fábrica de papel que abrió sus puertas en 1710. El propietario, el marqués de Piombino, construyó un pazo dieciochesco para servir de vivienda a su familia. Así nació este espectacular conjunto de cascadas, bosques, jardines y terrazas de piedra que fascinó a varios escritores. Emilia Pardo Bazán dijo: “Hay muchos pazos, pero Faramello es único”, y Rosalía de Castro confesó que la belleza de Faramello le había “congelado el alma”. Este pazo, construido en estilo barroco compostelano, es uno de los escenarios de la novela La casa de la Troya, de Pérez Lugín, y Camilo José Cela escribió que Faramello “es el secreto mejor guardado del Camino que llaman del Apóstol”. En efecto: los frondosos bosques que limitan el pazo ocultan un tramo del camino portugués, pues Faramello es el último pazo de la senda que acaba en Compostela. En Galicia se le conoce por el nombre de Balmoral del Sar, ya que tanto Alfonso XIII (cuya habitación se conserva) como el infante don Luis de Baviera lo escogieron para parte de sus estancias estivales. El paseo por los jardines es un regalo para los sentidos: a la vista de mil tonos de verde distintos hay que unir el olor a las muchas flores que crecen y el ruido inconfundible de las fervenzas, saltos de agua sobre el río, en el que pueden verse nutrias, grullas y garzas. Se dice que en una poza vive una ninfa que a veces sale del agua para contemplar el paisaje reclinada en una piedra. La capilla del Faramello, que también puede visitarse, alberga un retablo de madera de 1727 obra del maestro José Gambino, nacido en la propiedad. Su actual propietario, Gonzalo Rivero de Aguilar, vive en el pazo y suele servir de guía a los visitantes.

04 Barcas de piedra

Pazo de Oca

Estanque y puente en el jardín del pazo de Oca, en A Estrada (Pontevedra).
Estanque y puente en el jardín del pazo de Oca, en A Estrada (Pontevedra).Xurxo Lobato

Propiedad de la casa ducal de Medinaceli, este pazo parte de una torre medieval del siglo XV y tomó su aspecto actual a principios del XVIII. Oca presenta el mejor ejemplo de lo que se ha dado en llamar jardín cortesano barroco. Fue diseñado por François Villete, y al recorrerlo, el visitante recibe una sorpresa tras otra entre fuentes magníficas —unas, un prodigio de la cantería; otras, rústicas como sencillos bebederos—, árboles históricos y elementos paisajísticos inusuales. En el llamado topiario, los arriates han sido podados para parecerse a figuras de los cuentos —hay que fijarse en la de Alicia atravesando el espejo— y existen dos laberintos: uno hecho de árboles de camelias y otro de boj pensado para pasear (tiene un recorrido de ida y vuelta de un kilómetro y 100 metros) cuyo diseño ha sido sacado de un azulejo que se encuentra en la catedral de Canterbury. Entre los árboles destaca una antiquísima secuoya y el camelio considerado como el más antiguo y alto de Europa. Pero quizá el gran espectáculo está en los estanques divididos por un puente en los que parecen flotar dos barcas de piedra. Una representa la bondad y la paz, con un grupo de pescadores navegando plácidamente, y la otra, llena de fieras, representa la maldad y la guerra. Si en el mes de marzo el jardín está salpicado de las explosiones rojas, rosas y blancas de las camelias, en verano las hortensias de distintos tonos de azul se doblan sobre las aguas del estanque.

Aceites y jabones

Para acabar el recorrido, algunos de estos pazos permiten al visitante comprar productos elaborados artesanalmente. En el pazo de Rubianes, una acogedora tienda ofrece el perfumado albariño de la propiedad, jabón y aceite de camelias (de milagrosos efectos para algunas afecciones cutáneas) y jabón de magnolias del cercano monasterio de Armenteira. Fefiñans es conocido por los vinos que se obtienen de los viñedos del pazo, pero también por la variedad de licores artesanos que fabrican en su destilería. Los hay de hierbas, de mora, de guindas y de arándanos, pero su última sorpresa es un licor de espuma de mar que se toma como aperitivo. En el pazo de Santa Cruz de Ribadulla puede comprarse miel de las colmenas del pazo, queso gallego hecho allí y macetas de distintas variedades de camelias listas para trasplantar. Y en el pazo de A Saleta se venden piezas de artesanía y originales joyas inspiradas en las camelias diseñadas por Isidoro Hernández y que se distribuyen exclusivamente en la coqueta tienda del pazo.

05 El descanso de Jovellanos

Pazo de Santa Cruz de Rivadulla

Los orígenes de este pazo, propiedad del marqués de Santa Cruz, se remontan al siglo XV. Es este un ejemplo de jardín ilustrado donde se mezclan ejemplares de magnolios, palmeras washingtonias, tulipaneros de Virginia, ombúes, helecho australiano… Especialmente singular es el camino de olivos, cuyos ejemplares tienenuna antigüedad de más de 500 años, y los espectaculares viveros de camelias, desde los que se exportan al año más de 100.000 ejemplares de 200 especies distintas. Las cascadas que cruzan el jardín, el estanque y sus fuentes de piedra que hacen que se escuche a cada rato el rumor del agua han atraído a numerosos visitantes ilustres, entre ellos Gaspar Melchor de Jovellanos, que lo utilizó como lugar de reposo para recuperarse tras una afección pulmonar.

06 El bosque encantado

Pazo de Fefiñáns

Propiedad del vizconde de Fefiñáns y los marqueses de Figueroa, la singularidad de este pazo está en su enclave: se encuentra en el mismo centro de la bella población de Cambados, donde destaca su soberbia fachada renacentista. Cuenta con un bosque secreto al que se accede al atravesar un muro, como en un cuento. Allí, en cuidado desorden, crecen distintas especies vegetales autóctonas y puede pasearse por un sendero protegido por macizos centenarios de boj que se entrelazan hasta convertirse en una bóveda. Es difícil recordar que nos encontramos en el centro histórico de una villa. Más allá del bosque, la vista del inmenso emparrado desde el puente de piedra es inolvidable, sobre todo a finales de verano, cuando las cepas están cuajadas de fruto y las hojas empiezan a dorarse. Dentro del pazo pueden visitarse la destilería y la bodega, que produce uno de los más valorados albariños de la zona.

Interior del pazo de Rubianes, en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra).
Interior del pazo de Rubianes, en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra).Xurxo Lobato
07 Downton Abbey en Galicia

Pazo de Rubianes

A primera vista, este pazo de imponente fachada recuerda más a las mansiones inglesas que a la construcción popular gallega. Propiedad de la familia García Caamaño, señores de Rubianes, posee una colección de camelias única en el mundo con más de 3.000 ejemplares de 800 variedades diferentes, entre las que destacan las llamadas del duque de Camiña, que fueron plantadas hace más de 200 años. El parque, inmenso, cuenta con un jardín botánico donde se encuentran los primeros ejemplares de alcanfor que llegaron a Europa desde India y uno de los árboles más antiguos de Galicia, un roble de cuatro siglos. El paseo entre los magnolios centenarios, el paisaje de viñedos, los eucaliptos de 42 metros cuya altura compite con la de las torres de la catedral de Santiago, el jardín francés con arriates de boj primorosamente recortados y el espeso jardín inglés pueden tener un momento de descanso frente al estanque de las ranas. Construido en el siglo XVII, está enteramente cubierto de nenúfares y tiene tres evocadores surtidores de piedra. Es necesario contar con al menos un par de horas para completar esta visita, que acaba con la degustación de una copa de albariño de las cepas del pazo servido en la fresca bodega.

Jardín y fuente en el pazo de Quinteiro da Cruz, en Ribadumia (Pontevedra).
Jardín y fuente en el pazo de Quinteiro da Cruz, en Ribadumia (Pontevedra).Xurxo Lobato
08 La casa de Rosalía y más

Hay más jardines y más pazos: la Casa da Matanza, donde vivió Rosalía de Castro y se conserva el banco de piedra en el que escribía; el pazo de Lourizán, construido por Montero Ríos en 1920 y cuyo jardín abierto al público es un capricho de grutas y senderos umbríos; el castillo de Soutomaior, una fortaleza medieval en cuyo parque crecen magnolios, pinos mansos y cedros de Líbano y cuenta con el distintivo de Jardín de Excelencia; el pazo de Mariñán, con sus setos de boj de inspiración francesa, o el pazo de Quinteiro da Cruz (www.pazoquinteirodacruz.es), ejemplo de pazo agrario en cuyo jardín puede verse un hórreo singular y más de mil variedades de camelias. Además organiza cursos de cata y degustación del valorado albariño que se elabora en la propiedad.

Marta Rivera de la Cruz es autora de la novela La boda de Kate (Planeta).

Reina del invierno

Fue el botánico Carl Linneo quien, en 1735, bautizó como camelia a los ejemplares de flores traídos desde Filipinas por el farmacéutico jesuita C. J. Kamel. Le llaman “La reina del invierno”, pues empieza a brotar a finales de diciembre.

Las primeras camelias llegaron a Galicia a finales del siglo XVIII y encontraron allí unas perfectas condiciones para desarrollarse. Los jardines y viveros gallegos son referencia internacional para el cultivo de esta flor delicada y bellísima, de la que existen unas 5.000 variedades divididas en 200 especies y cuyo periodo de floración es de 15 días, aunque en Galicia las investigaciones y el trabajo de los botánicos han conseguido extenderlo hasta dos meses. Además de su belleza como planta ornamental, de las semillas de camelia se obtiene un aceite con múltiples propiedades cosméticas, y las hojas de la Camellia sinensis son la base de las distintas clases de té.

A pesar de que en Galicia pueden verse ejemplares en floración durante casi la mitad del año, marzo es el mes de la camelia, pues es cuando vive su mejor momento, y la comunidad gallega lo celebra con muestras y exposiciones. Este año, además, durante el 11 y el 15 de marzo, Pontevedra será sede del Congreso Mundial de la Camelia. Cientos de expertos se reunirán en torno a esta flor para intercambiar estudios y experiencias de cultivo. En torno al congreso se han programado exposiciones y visitas guiadas a los principales jardines. Para más información, puede consultarse la web de la Diputación de Pontevedra (www.camellia2014.depo.es), la de la Sociedad Española de la Camelia (www.cameliagalicia.com) y la de Turgalicia (www.turgalicia.es).

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