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“La prostitución en Cannes mueve más dinero que la venta de películas”

El empresario libanés Elie Nahas desvela la parte oscura del festival de cine Un tribunal francés lo condenó en ausencia a ocho años de prisión por proxenetismo

Elie Nahas y una de sus reinas de belleza de El Líbano.
Elie Nahas y una de sus reinas de belleza de El Líbano.AFP

Elie Nahas regresaba cada año de Cannes con entre 100.000 y 200.000 euros en su cuenta. No sabe nada de cine, pero el agente de modelos libanés conoce a la perfección los rincones oscuros de esa escenografía de ensueño por la que desde ayer pasean estrellas como Nicole Kidman o Steven Spielberg. “La prostitución en Cannes mueve más dinero que la venta de películas”, sentencia en su despacho de su agencia de Beirut. El empresario de 49 años ha sido condenado en ausencia a ocho años de prisión y a pagar una multa de 50.000 euros por dirigir una red de prostitución de lujo que implicaba a unas 50 chicas y otros siete acusados, en virtud de una sentencia emitida en Marsella en octubre de 2012.

En 2002 su destino se cruzó con el de uno de los playboys asiduos a la Costa Azul, Mutasim Gadafi, el cuarto hijo del dictador libio, fallecido, como su padre, durante el levantamiento contra el régimen en 2011. “Lo conocí porque organizaba concursos de belleza en Líbano”, cuenta, “me dijo que necesitaba mi ayuda en Europa para que invitase [a sus fiestas] a mujeres bellas”. Nahas pasó a convertirse, en sus propias palabras, en el “hombre del dinero”, tras coordinar el espectacular cumpleaños de Mutasim en Marrakech en 2004. “Me dio 1,5 millones de dólares”, recuerda. Con ese trabajo se ganó su confianza hasta que en 2007 estalló el escándalo con la detención en agosto de Nahas en su habitación del lujoso Carlton de Cannes.

El glamuroso enclave mediterráneo era su parada anual. “Yo organizaba todo, desde su llegada hasta su salida”, explica. Eso incluía reservas de avión, la “seguridad” y el transporte de entre 10 y 20 chicas que nutrían las fiestas del Che Guevara, el barco de Gadafi anclado frente a la bahía. “Cada una cobraba 1.000 euros por enseñar los dientes”, dice. “Estar ahí, sonreír, bailar y beber”.

El “jefe”, como aún lo llama, no era el único. Los servicios se dirigían a “hijos de presidentes y príncipes árabes”, según la sentencia. “Cada año en Cannes hay 60 o 70 barcos con chicas hermosas que pueden o no recibir dinero como regalo”, asegura. E insiste en que no sabe qué ocurría dentro del yate, ya que su acceso estaba totalmente vetado.

Los hoteles y villas de la ciudad eran los otros decorados. El sistema es “sencillo”, según Nahas. A partir de las 20.00, las chicas aterrizan en los pasillos del Carlton o el Martínez. Los potenciales clientes acuden a tomar café, echan un vistazo e indican un número de habitación. “Cannes es la ciudad con las escorts más caras”, puntualiza, “lo que en la calle cuesta 50 euros, allí asciende a 500 o 1.000”.

Es el precio que marca Robin, escort que se anuncia en Internet: 400 euros la hora; 1.500 el día entero, en efectivo o con tarjeta. “Estaré en Cannes desde el 12 de mayo”, advierte a través de un anuncio en una página web. El resto de la información deja poco a la imaginación: medidas, fotos, servicios eróticos que ofrece y un número de teléfono. En Internet se puede encontrar su agenda y la de docenas de mujeres con los días y lugares de sus viajes. Ejercer la prostitución en Francia no es delito, pero sí todo lo demás, como ayudar a las chicas a conseguir un trabajo, se cobre o no por ello como proxeneta.

“El festival es la temporada en la que vienen las mujeres más bellas”, apostilla Nahas. “Si una chica hacía algo y se llevaba un sobre con 5.000 o 6.000 euros, no es mi asunto”, dice en Beirut. Nahas ingresó en prisión preventiva en Francia en 2007, donde permaneció 11 meses. El caso se cerró en 2008 por falta de pruebas, y él volvió a Beirut. Cuatro años después se reabrió el caso, el tribunal le condenó en rebeldía y los abogados de Nahas recurrieron. A la espera de que se resuelva su apelación, no ha vuelto a pisar Europa para evitar a la Interpol y confiesa que está cansado: “El mundo de las modelos está lleno de bellas mujeres, pero es un negocio muy sucio”.

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