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EXTRA FORMACIÓN Y EMPLEO

Operación reciclaje

Como llave para cambiar más o menos radicalmente una trayectoria profesional, para enmendar una mala elección durante la carrera, para pasar de un puesto técnico a otro de gestión, para superar una situación de paro. Así es como utilizaron un máster o un MBA los tres perfiles que presentamos a continuación

"Me quedé sin empleo, o me diferenciaba del resto del sector, o iba al paro"

Néstor González, ingeniero de Caminos madrileño de 38 años, trabaja en Chile

Quién le iba a decir a Néstor González, con una ingeniería de Caminos por la Universidad Politécnica de Madrid en 2004, en pleno boom de la construcción en España, ya trabajando antes de licenciarse, que siete años después se iba a ver sin empleo. Se especializó sobre todo en obra civil, y sus tres últimas empresas sufrieron concursos de acreedores. En 2011 se quedó en paro. "Estaba en un sector bastante degradado: o me intentaba diferenciar algo del resto, o me quedaba sin opciones", reflexionó. Decidió aprovechar el tiempo y acudió a la Nebrija Business School "por su relación calidad-precio".Primero pensó en su máster en energía, para saltar a otro nicho de mercado con más futuro, pero al final se decantó por un MBA: "No me quería cerrar ninguna puerta porque a lo mejor tenía que terminar montando mi propia empresa". Hizo un executive (con clases los viernes por la tarde y los sábados, pensado para gente que trabaja) por si en el ínterin encontraba algo. En ese curso (2011-2012), el 40% de sus compañeros estaba en una situación parecida. Técnicos, bien formados, con una década de experiencia a sus espaldas y desempleados. Antonio Díaz, director general de la escuela de negocios, reconoce que nunca había vivido una situación parecida.Néstor aprendió marketing, estrategia, finanzas. "Al terminar, tenía una visión más amplia, fue viendo el mercado de otra forma", sostiene Díaz. Y se marchó a Santiago de Chile a buscar empleo. "Quería un país con posibilidades y que no representara un cambio brusco en cuanto a idioma o cultura. Mis abuelos también emigraron a Chile, aunque después regresaron; lo llevaba en los genes, o al menos yo quiero verlo así", argumenta. Se informó bien, se entrevistó con chilenos para conocer el contexto. Tiró de contactos en LinkedIn, que recomienda, y a través de uno de ellos su currículo llegó a la constructora Sigro. Vieron su perfil, le entrevistaron y le cogieron. Néstor lleva en la empresa una semana y dos días cuando tiene lugar esta charla. "Estamos en el periodo de noviazgo, conociéndonos", bromea."Sigro confía en mí y me ha propuesto una carrera a largo plazo; con el tiempo, quiero ocupar puestos más relevantes, y para eso tener el MBA me ofrece la oportunidad", expone. Se muestra muy contento de haber dado el paso. "Vivimos en un mundo global y hay que abrirse, es lo que toca. Creo que la mentalidad va a cambiar; de hecho, las formas de relacionarse profesionalmente están cambiando". De su experiencia previa le ha quedado el convencimiento de que lo del trabajo para toda la vida ha desaparecido. Y mucha prudencia.


"No disfrutaba de informático, quiero pasar a la gestión"

Ángel Cuesta, madrileño de 25 años, dejó su puesto de trabajo para hacer un MBA

Ángel Cuesta comenzó a estudiar informática y Administración de Empresas, pero finalmente se decantó por la informática. No le llenó. "Como me iba bien, en vez de dar el paso para atrás y empezar otra cosa, seguí adelante; al final terminé frustrado, sentía que había desperdiciado años y que no estaba haciendo lo que quería". Entró como becario en una empresa, que le ofreció un contrato como informático cuando la beca acabó. Él lo rechazó. Llevaba un año mirando másteres para cambiar su trayectoria profesional. "No disfrutaba con el trabajo con sistemas operativos; no es que estuviera incómodo, pero eran tareas rutinarias, quería pasar a labores de gestión". Miró, remiró, fue a ferias de posgrado. Se decantó por un MBA en Gestión Internacional de Proyectos, bilingüe, en ESCP Europe, atraído por su carácter internacional. El perfil de Ángel copa el 50% o 60% de una clase MBA, según confirma José Ramón Cobo, uno de sus profesores en ESCP Europe. Es el propio perfil de Cobo, ingeniero industrial con un doctorado en management. "Es algo habitual, se trata de profesionales que salen con una formación técnica bastante buena, pero les faltan conocimientos de gestión, que no se ven ni se practican tanto en las universidades". Así que van a buscarlos a escuelas de negocios, posgrados y másteres. ¿Lo que menos les cuesta? "Todo lo que tiene que ver con pensamiento analítico y conceptual. Se les da bien la resolución de problemas relativamente difíciles". ¿Lagunas? "A la hora de comunicarse y trabajar en equipo con otras disciplinas, con gente de economía o derecho; las estructuras mentales son distintas, y supone un reto".

"Las finanzas me han costado bastante", reconoce Ángel, que ha visto cómo sus compañeros extranjeros (él era el único español) partían con ventaja a la hora de manejarse en grupo o exponer, por ser esa la forma de trabajar en sus universidades. Tiene claro que "ya no vale decir: 'Bueno, empiezo en operaciones, pero con paciencia; ya me llegará el puesto de responsabilidad al que aspiro'. Ese argumento ya no sirve. Ahora hay que buscarlo". A punto de finalizar su MBA, se le abren dos posibles ofertas: una en España, "pero con un perfil internacional, trabajando en inglés". Y un puesto en Berlín, un training en una compañía que fabrica trenes; si se lo dan, se incorporaría en septiembre al departamento de informática, desempeñando labores de gestión. "Organizaría grupos de técnicos", describe.

"Nuestros alumnos han de trabajar en un contexto multinacional y salen preparados para ello", afirma Cobo. Su alumno Cuesta insiste: "Siempre me he planteado salir fuera, no por temas de dinero ni de oportunidades, sino por vivir la experiencia. Ahora se juntan esas ganas con la situación en España.


"El máster fue el germen de mi negocio"

Sandra Cerro, madrileña de 40 años, abrió un centro de grafología

Sandra Cerro montó su empresa de formación y consultoría en grafología en octubre del año pasado. Hasta ahora, nada novedoso. Emprender se ha convertido en el vocablo de moda; en 2012 había en España "1.751.000 iniciativas empresariales y de autoempleo en fase inicial de creación y desarrollo", según cálculos del Global Entrepreneurship Monitor. Su caso sí difiere de otros en los que su salto ha sido voluntario, ya que ha dejado atrás un puesto estable en una editorial jurídica, nada que ver con el sector en el que ahora se encuentra."Yo quería estudiar Psicología, pero no me daba la nota, y me metí en Derecho", cuenta. En 2002, después de terminar la carrera, se matriculó en el máster de Recursos Humanos del Centro de Estudios Financieros (CEF), porque le pareció la mejor opción para reorientarse hacia la psicología, que era lo que verdaderamente le atraía. En el máster, en un capítulo pequeñito dentro de las técnicas de selección de personal, se topó con la grafología. "Me interesó y comencé a investigar por mi cuenta. Aquel máster fue el germen de lo que hoy es mi negocio". Durante años combinó trabajo con hobby , hasta que decidió que este último iba a ser, definitivamente, su modo de vida. Recurrió a CEF Emprende, oficina creada por su antigua escuela de negocios para ayudar a sus alumnos a convertirse en empresarios.Sandra no necesitó demasiada ayuda con su plan de negocio, que "estaba bastante bien trabajado", recuerda José Luis Casero, responsable de CEF Emprende. "Con ella fue casi más un coaching; le hicimos ver que el mercado de la grafología era limitado, y que por qué no aprovechaba que era extravertida y que hablaba bien para dedicarse también a la formación", añade. Pero en otras ocasiones, sobre todo en perfiles más técnicos, acuden aspirantes a emprendedores que tienen claros la idea y los objetivos, pero fallan en la estrategia, en cómo hacerlo. "Les falla la parte intermedia", puntualiza Casero, que observa que los principales problemas no son de formación, sino que aparecen "a la hora de bajar a la palestra, de enfrentarse con la realidad". Todas esas cuestiones prácticas son las que se pulen aquí.Casero detecta que muchas veces las dificultades no son tanto técnicas como de tipo emocional. Hay miedo; se atascan con la burocracia -"Los trámites son solo papeles, no muerden"- o la falta de apoyos. Las prisas tampoco son buenas. "El negocio ha de dar dinero desde el primer día, no vale con dos años de pérdidas y al tercero empiezan los beneficios, porque tienes que vivir de él, sobre todo cuando se enfoca hacia autoempleo", sentencia. Cuando acudió al servicio de orientación del CEF "estaba con muchas ganas, pero también con dudas", reconoce Cerro. "Me dijeron: '¿Qué haces aquí? Si lo tienes clarísimo, tú lo que necesitas es decidirte, ¡hazlo ya!'. Me animaron". Cuatro meses después abría su negocio.

El ingeniero Néstor González
El ingeniero Néstor González
El informático Ángel Cuesta
El informático Ángel CuestaCLAUDIO ÁLVAREZ
La grafóloga Sandra Cerro
La grafóloga Sandra CerroBERNARDO PÉREZ

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