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Piqué: “La prioridad es volver a ser reconocibles”

El jugador recupera su función de portavoz y antepone recuperar la identidad futbolística a los resultados para el remonte del Barça

Rakitic y Messi tras encajar el tanto del Leganés, el domingo en el Camp Nou.
Rakitic y Messi tras encajar el tanto del Leganés, el domingo en el Camp Nou.Alex Caparros (Getty Images)

A la junta directiva del Barça, necesitada de discurso e ideario futbolístico, no le queda más remedio que encomendarse al equipo y al entrenador, que son protagonistas en la victoria y también en la derrota, ya sea en la Liga o la Champions. La última vez que tomó la palabra el director general Óscar Grau fue reprendido y a Pere Gratacós le destituyeron como representante azulgrana en los sorteos de Copa por la obviedad de contextualizar el éxito de Messi. Así que el consejo se remite a las declaraciones del presidente Josep Maria Bartomeu, quien el domingo, antes del partido, vino a decir: “Aquí paz y después gloria”.

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El discurso del máximo mandatario azulgrana no caló en la afición de la misma manera que tampoco convencieron las explicaciones de Robert Fernández, el secretario técnico, hipotecado por la política de fichajes, nada que ver con los que en su día realizó Andoni Zubizarreta.

Más contundente sonó la denuncia de Dani Alves, exjugador azulgrana que en junio fichó por la Juve. “Irme gratis del Barcelona fue una hostia con clase”, afirmo al diario ABC. “Durante mis tres últimas temporadas siempre se escuchaba que Alves se iba, pero los directivos nunca me decían nada a la cara. Fueron muy falsos y desagradecidos. No me tuvieron respeto. Solo me ofrecieron renovar cuando le sancionó la FIFA. Entonces es cuando yo entré en juego y firmé una renovación con cláusula libre. Los que hoy dirigen el Barcelona no tienen ni idea de cómo tratar a los futbolistas”.

No queda más remedio que remitirse al vestuario. El domingo, acabado el partido contra el Leganés, el discurso del capitán Iniesta fue sereno y reflexivo, menos contundente que el del técnico Luis Enrique, quien proclamó: “Mejoraremos al mil por mil, ya lo veréis, e iremos a competir al Calderón”. Aunque no se advierte ruptura entre el entrenador y la plantilla, el mensaje del técnico ha perdido fuerza después de que su figura fuera contestada en París y el domingo por el Camp Nou.

Piqué: “Entiendo el descontento de la afición, pero no las pitadas”

La pitada que una parte de la afición dedicó a André Gomes y a Luis Enrique durante el partido ante el Leganés ha dejado un poso amargo en la plantilla del Barcelona. Piqué, como ya hicieron Iniesta, Ter Stegen y Luis Enrique, lamentó la pitada. “El Barça es el club de mi vida y sé cómo va. Entiendo el descontento de la afición, pero no estoy de acuerdo con la forma en que lo expresa. Este equipo y este entrenador han ganado ocho de los diez títulos disputados. Entiendo que no hay memoria, pero me cuesta creer que sea tan corta. Intentemos ser más que un club cuando vienen mal dadas. Cuando celebramos, celebramos todos. Cuando sufrimos, también”.

El central envió un mensaje a los socios con vistas al partido de vuelta ante el PSG: “Que vengan al Camp Nou, que no se queden en casa, porque si se pierden la remontada, entonces sí que van a estar jodidos. Debemos quitarnos la clásica actitud del tribunero. Este equipo seguirá dando mucho”.

La mejor alternativa fue recuperar la voz de Piqué, un líder con gancho entre los aficionados, silenciado o inducido por la junta a mantener la calma después de sus críticas a los árbitros y al presidente de la Liga, Javier Tebas. La intervención de Piqué fue consecuente con la de un jugador que aspira a ser presidente.

“Os doy mi palabra. Estamos haciendo todo lo posible para darle la vuelta a la situación”, argumentó el central después de inaugurar unas pistas de pádel. “La prioridad es volver a ser nosotros mismos. Aceptaría cualquier resultado, incluso que podamos ser eliminados de Europa —hemos ganado muchas Champions—, siempre que volvamos a ser reconocibles y el juego vuelva a ser el que debe ser, el que nos gusta y con el que nos sentimos cómodos”.

A partir de la autocrítica futbolística, Piqué defendió al entrenador: “Cuando llegó Luis Enrique veníamos de la mierda absoluta y ganamos el triplete. Estamos a muerte con él. Seguro que está en el despacho dando vueltas a la cuestión”. El problema, “a pesar de que tenemos opciones de ganar todavía las tres competiciones”, es que el equipo “lleva un mes y medio sin jugar al fútbol acostumbrado. Nos cuesta más de la cuenta. Nos gusta más tener el balón y combinar; cuando los partidos son de ida y vuelta sufrimos, somos más frágiles. El perfil de los jugadores ha cambiado. Desde que tenemos a los tres mejores delanteros del mundo se juega menos con el centro del campo. Pero hay que evolucionar; si jugáramos como hace seis años nos habrían cogido la matrícula. Es un tema táctico y de confianza”.

Y para zanjar discrepancias sobre su mutismo después de criticar a los árbitros, Piqué concluyó: “Jamás me he sentido solo; me he sentido muy amado”. Aunque sin dar soluciones, la intervención de Piqué ayudó a centrar el momento que vive el Barça. La posibilidad de tomar medidas como en enero de 2015, cuando Bartomeu destituyó a Zubizarreta y convocó elecciones, no parece hoy viable, de manera que en la junta no se advierte más remedio que entregarse a Luis Enrique y a Messi, aun sabiendo que la continuidad del técnico es dudosa y la del rosarino está pendiente de renovación. Su contrato acaba en 2018.

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