_
_
_
_
_

El Barça envejece ante el Apoel

El equipo de Luis Enrique, lento y sin nervio, acabó defendiendo el 1-0 en su área ● Los estrenos de en el Camp Nou del portero Ter Stegen y del mediocentro de la casa Samper, único puntos de luz

Ramon Besa
Pique remata para hacer el único gol del partido.
Pique remata para hacer el único gol del partido.JOSEP LAGO (AFP)

A cámara lenta y a balón parado, resolvió el Barça un partido que pintaba muy bonito y resultó muy feo, difícil de digerir para la hinchada que acudió al Camp Nou a contar goles de sus delanteros y se tuvo que conformar con un testarazo de su central Piqué. El fútbol tiene esas cosas. A veces el encuentro más sencillo se convierte en el más desagradable. Lo malo es contagioso, incluso para Messi, entregado en la penúltima jugada a Ter Stegen, que celebró su debut con una palomita más espectacular que cualquiera de los remates del Barcelona.

La condición de imbatido es el mejor aval para el Barça. El juego, en cambio, es todavía discontinuo, a veces vigoroso y efectivo y en ocasiones plano y chato, como ayer ante el Apoel. El equipo más joven, inspirado en la cantera, mostró un fútbol envejecido, como si los azulgrana hubieran retrocedido en el tiempo, lentos e inofensivos, expuestos a cualquier accidente. La nueva versión barcelonista solo se apreció en el gol, que llegó a la salida de una falta, prueba de la mejoría en el juego aéreo.

Barcelona, 1-Apoel, 0

Barcelona: Ter Stegen; Alves, Piqué, Bartra, Adriano; Xavi (Iniesta, m. 61), Samper, Sergi Roberto (Rafinha, m. 80); Munir (Sandro, m. 69), Messi y Neymar. No utilizados: Bravo; Douglas, Mathieu y Rakitic.

Apoel: Pardo; Mário Sérgio, Guilherme, Carlão, Antoniades; Tiago Gomes (Manduca, m. 62), Vinicius, Morais, Aloneftis; De Vincenti (Charalambides, m. 79) y Sheridan (Djebbour, m. 75). No utilizados: Chiotis; Kaká, Artymatas y Alexandrou.

Goles: 1-0. M. 28. Piqué remata de cabeza tras centro de Messi.

Árbitro: Deniz Ayketin (Alemania). Mostró cartulina amarilla a Vinicius y Antoniades.

Camp Nou. 62.832 espectadores.

Extremista por naturaleza, el Barça ha pasado en menos que canta un gallo de la rutina a la sorpresa, de la previsibilidad a la emoción, simplemente con el cambio de Martino por Luis Enrique, señal de la influencia que tienen los entrenadores en el Camp Nou. A pesar de que los diez jugadores de campo llevan tiempo en el club, nadie había reparado seguramente hasta ayer en que podía salir una alineación tan inopinada, rematada con el fichado Ter Stegen. Una foto para el recuerdo ante el Apoel.

La competitividad del plantel se garantiza con las rotaciones de la misma manera que el vínculo emocional del equipo con la hinchada se activa con La Masia, signo de identidad en el Barça. Tres generaciones de centrocampistas se juntaron por vez primera como muestra de la evolución del estilo: Xavi representa la época dorada, Samper simboliza el futuro más esperanzador y Sergio Roberto, en medio de ambos, se resiste a representar la camada perdida. Futbolistas de tiempos distintos; no mezclaron bien.

A veces el encuentro más sencillo se convierte en el más desagradable

Incluso pareció que los tres eran incompatibles porque al Barça le faltó ritmo y nervio, no atacó el espacio ni la pelota, no iba ni venía, muy pastoso para suerte del Apoel, bien asentado, cómodo en la defensa del área de Urko Pardo. Los barcelonistas no supieron cómo jugar en ataque estático, impermeable como se mostró la zaga dispuesta por Donis. Hasta Munir y Messi, los únicos de los presentes que el sábado jugaron contra el Athletic, estuvieron desactivados ante el Apoel.

No hubo manera de filtrar un pase, de profundizar o desequilibrar, ni siquiera de tirar el hilo de juego en el Barça. Aunque la nómina de medios parecía indicar lo contrario, no fluía el fútbol azulgrana, torpe en la elaboración, entregado desde la llegada de Luis Enrique a la presión, a la agresividad, a las transiciones vertiginosas. La quietud del partido era la mejor noticia para el Apoel. El gol solo podía llegar en una contra o a balón parado, como así cuando Piqué cabeceó una falta de Messi.

Las jugadas de estrategia son una novedad en la temporada del Barcelona. El equipo ha ganado altura e intimidación en las dos áreas, también ayer en la del Apoel. Apenas hubo más tiros a portería, a excepción de un tuya y mía a la carrera entre Neymar y Messi. La presencia de ambos intimidó en exceso a Munir, igualmente contrariado por la numantina defensa del contrario, que hasta última hora no salió de su cueva, escaso de efectivos y bien defendido por las apreturas del Barça.

El equipo azulgrana cargó el fútbol en Neymar, un futbolista generoso y polvorilla en cualquier partido, amistoso u oficial, preparado para el quiebro o el desmarque, el mejor receptor para el toque de Messi, ayer más impreciso que de costumbre, víctima también la vulgaridad del partido. La sustitución de Xavi expresó la fatiga del futbolista por la falta de minutos y la incomodidad que sentía el Barça. No se rendía el Apoel, que sacó a Manduca para sorprender a Ter Stegen.

Tres generaciones de centrocampistas se juntaron por primera vez; no mezclaron bien

Esterilizados en ataque, los azulgrana comenzaron a fallar en la contención, reincidentes en las pérdidas del balón, sorprendentemente erráticos en los repliegues, después de haberse corregido estupendamente en la Liga. El encuentro se puso muy peligroso para los barcelonistas, incapaces de resolverlo con un segundo gol que acabara con las dudas propias y las expectativas del Apoel. Sin velocidad, no tenía más recurso el Barça que la recuperación del cuero y los ataques cortos ante Pardo.

Los cambios aumentaron, sin embargo, el peligro del Apoel y el Barça acabó en su área defendiendo el 1-0, encomendado a Ter Stegen, después que no acertara a embocar Messi. Fue un minuto de locura que ni siquiera pudo evitar el lúcido Samper, el único de los tres centrocampistas anoche titulares que acabó en la cancha del Camp Nou. No fue casualidad. En un equipo raro y despersonalizado, lento y sin intensidad, Samper fue uno de los pocos puntos de luz anoche en el Camp Nou. Administrados los esfuerzos, decidido el entrenador a tener una plantilla amplia y contar con todos los futbolistas en nómina, el domingo contra el Levante volverán los habituales de la Liga.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_