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“Hoy las tenistas no muestran emociones, son máquinas”

J. J. MATEO
Hingis, en un partido de dobles del US Open.
Hingis, en un partido de dobles del US Open.elsa (afp)

Martina Hingis (Kosice, Eslovaquia, 1980), ex número uno y ganadora de cinco grandes, apura un café y un croissant en su hotel neoyorquino mientras habla con EL PAÍS de lo que cuesta ganar desde el talento a las pegadoras.

Pregunta. Dicen que tenía los mejores ojos del circuito.

Respuesta. Significa ver las cosas muy pronto. Reaccionar. Significa que puedes cubrir el 80-85% de las cosas que pasan en la pista anticipadamente. El 20-15% restante siempre va a estar abierto, y más ahora, que con las raquetas y la tecnología las cosas son tan rápidas que puedes golpear ganadores desde posiciones increíbles, como hace Nadal. Pero eso es la excepción, no hay forma de cubrir toda la pista. Tener buenos ojos es ver hacia dónde va la otra, conocer el juego.

P. ¿Significa eso que su oponente golpee el 85% de los tiros con su peor golpe?

R. Sí. Tienes que empujarlas. Tienes que intentar imponer tu juego al de tu rival. Por eso hoy me cuesta jugar contra las jóvenes. Juegan al 50-50. Dentro o fuera. ¡Esa no es la manera de jugar! Se debe jugar con porcentajes altos. Los júniors ahora no hacen eso. Una dentro, tres fuera. No es eficaz. Ese es el juego de hoy.

P. A eso se enfrenta Carla Suárez, una tenista sin gran percha, como usted.

R. Ella sí trabaja sus puntos. Típica española: trabajadora, buenas manos, buen tacto. Para alguien como Carla es muy difícil jugar contra las top, ganar por ejemplo a tres top consecutivamente [para ganar un grande]. Siempre va a poder ganar a una aquí, a otra allí, pero contra tres seguidas que jueguen con potencia, potencia, potencia, presionándola… difícil. Juega muy bien.

P. Serena, que fue su rival, domina con 31 años.

R. Hombre, el físico de Serena es un poco distinto del mío. Si yo hubiera tenido la posibilidad de golpear tantos aces, probablemente seguiría jugando.

P. Su madre fue su entrenadora. Ahora entrena a otra promesa júnior, Bencic. ¿También tiene buenos ojos para el talento?

R. Mi madre no esperó a ver si yo tenía talento. Me hizo trabajar y trabajar. Tampoco creo que Richard Williams [padre de Serena y Venus] estuviera esperando a ver si sus hijas tenían talento. Trabajaron y trabajaron. Es la única forma de llegar a la cima. Entre las mejores, unas tienen más talento, otras menos, pero todas son obsesas del trabajo. Ser un genio no implica que tengas que ser el número uno. Hay que trabajar. Y yo trabajé. ¡Pegué muchas bolas! ¡Me entrenaba más que nadie! ¡Estaba en la pista todo el día!

P. ¿Qué habría cambiado de la final de Roland Garros 1999? Entonces, el público apoyó a Graf, usted protestó al juez de silla y su madre tuvo que rescatarla del vestuario y traerle en brazos a la entrega de trofeos.

R. Ser un año o dos mayor, para comprender mejor lo que pasaba, las emociones. Sin embargo, creo que eso es lo que le gusta a la gente de mí, que soy una persona emotiva, que enseña lo que le gusta y lo que no. Eso es energía. Hoy, en el tenis femenino, todo lo que escuchas son los gritos que acompañan a los golpes. No muestran emociones. Son máquinas y a nadie le gustan las máquinas.

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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