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EL CHARCO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El clásico<sup>3</sup>

El miércoles arranca un mini revival de aquel maratón de enfrentamientos directos entre Madrid y Barça en 2011

Cristiano, Coentrão y Xabi Alonso persiguen a Messi
Cristiano, Coentrão y Xabi Alonso persiguen a MessiGetty

Entre el próximo miércoles y el 2 de marzo se jugarán tres clásicos, dos de la Copa del Rey y uno de Liga. Un mini revival de aquel maratón de enfrentamientos directos entre abril y marzo de 2011, cuando se jugaron cuatro clásicos en 20 días por tres torneos diferentes y la histórica rivalidad entre los gigantes españoles tocó su punto máximo, incluso rebasando lo estrictamente futbolístico.

De aquellos cuatro duelos es imposible olvidar la final de Copa del Rey y las semifinales de la Liga de Campeones. Montado cada uno sobre el siguiente como en una carrera de dominós, la forma en la que se desarrolló cada clásico influyó directamente sobre el siguiente, tanto en lo sicológico como en lo táctico. Pero, a su vez, la estrategia blanca para afrontar esa seguidilla de enfrentamientos estuvo marcada a fuego por el 5-0 en el primer clásico de Mourinho en Liga. La influencia de esa goleada se empezó a ver en el siguiente enfrentamiento de Liga en el Bernabéu. Mourinho retrasaba las líneas y dejaba a Özil en el banquillo. Cambiaba de registro, en un intento por anular las armas del Barça antes de poder desplegar las propias. El empate a uno (Cristiano y Messi) dejaba al Barça a tiro de campeonato y, sin embargo, el Madrid sentía que había ganado algo.

Lo que había ganado no era juego, era convencimiento. Ese empate le sirvió al entrenador para reafirmar al equipo en una idea y a los jugadores para convencerse de que con ella, llevada a cabo con la máxima concentración e intensidad, era posible ganar el siguiente duelo. El convencimiento y la motivación en fútbol son elementos tan importantes como el juego en sí. Por eso no es inusual ver cada fin de semana equipos que, en inferioridad de condiciones técnicas, igualan los partidos desde el orden táctico y lo emocional. El Real Madrid salió tan convencido y dispuesto a llevar adelante su estrategia en la final de Copa del Rey en Mestalla que logró, en el primer tiempo, uno de los más brillantes ejercicios de juego de renuncia al balón que se recuerdan en la última década.

El problema de esos niveles extraordinarios de intensidad emocional es que sólo pueden lograrse en momentos puntuales y por un tiempo limitado. Por eso, en fútbol, a la larga siempre se impone el que juega mejor y no el que corre más. Todos pueden, eventualmente, correr. Pero no todos pueden jugar consistentemente bien.

Si el próximo miércoles el Real Madrid enfrenta el partido de ida como si fuera el de vuelta, su vida puede ser más fácil

Aquella final condicionó, a su vez, la primera semifinal de Champions, que presumíamos aburrida de entrada, pero que resultó aún peor. El Madrid se reafirmó en algunas facetas de la final de Copa (no necesariamente en las buenas), llevó su juego al extremo de lo defensivo y se encerró en campo propio. Mientras tanto, el Barça, todavía con el miedo en el cuerpo, era más cauteloso que nunca en sus despliegues. De aquel tedio nos despertó la polémica expulsión de Pepe y un gol de Messi gambeteando a todos a la velocidad de la luz. En la vuelta en el Camp Nou, con dos jugadores más ofensivos con respecto a la ida, el Madrid se respetó a sí mismo y salió a morir con las botas puestas. Un gol de Higuaín que debió subir al marcador pudo poner más emoción a una semifinal que parecía liquidada de antemano.

La temporada 2011-2012 cambió los planes. El Madrid salió a presionar muy alto al Barça en la final de la Supercopa. El Barcelona ganó el duelo en el resultado pero no en el juego, donde se vio superado en largos tramos. En esos dos partidos, sobre todo en el de vuelta, el Madrid se sacudió complejos futbolísticos y presagió el inicio de la Liga de los 100 puntos. Después de la derrota en Liga (1-3), el Madrid decidió volver a jugar de igual a igual, a campo abierto. Así fue el enfrentamiento de vuelta en los cuartos de final de Copa del Rey, que el Real Madrid estuvo a punto de remontar en el Camp Nou, y así se impuso en Barcelona para asegurar la Liga. Con un pase de Özil, el mismo Özil que fue el primer sacrificado después del 5-0, el Madrid ganaba en Barcelona cuatro años después y afianzaba el campeonato.

Esta temporada, el campeón de Liga se llevó los clásicos de la Supercopa por diferencia de goles. Desde el primer enfrentamiento con Mou en el banquillo, el Real Madrid paseó su juego en los clásicos por todas las etapas (defensa muy baja, presión en tres cuartos, presión muy alta) hasta que regresó al inicio. En general (exceptuando la final de Copa) jugó mejor en los partidos de vuelta, cuando especuló menos. Si el próximo miércoles el Real Madrid enfrenta el partido de ida como si fuera el de vuelta, su vida puede ser más fácil.

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