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Bielsa: “Han decepcionado a un pueblo”

El entrenador del Athletic llamó “millonarios prematuros” a sus jugadores durante la charla posterior a la derrota ante el Barça en la final de la Copa del Rey

Bielsa, durante un entrenamiento reciente
Bielsa, durante un entrenamiento recienteMiguel Toña (EFE)

Hay más palabras de Bielsa. Más reproches, más acusaciones a los jugadores del Athletic de Bilbao el día después de haber perdido la final de la Copa del Rey frente al Barcelona (3-0). Esto dijo Bielsa a sus jugadores el día después de perder la final de Copa del Rey: “Han decepcionado a un pueblo”; “no estuvieron a la altura”; “son millonarios prematuros, no tienen problemas”. Son extractos de una transcripción de aquella charla, que ofrece hoy el diario Deia. Nuevas acusaciones y un nuevo capítulo de una historia que se ofrece casi como un serial dramático, dominado por las reprimendas, pero también por el reconocimiento de Bielsa de que el final de temporada no estuvo en la misma sintonía que el resto del año, y que de eso él fue parcialmente responsable. El jueves pasado se supo que Bielsa acusó a sus jugadores de haberse reído después de perder aquella final y vaticinaba que tardarían “mucho tiempo” en volver a verse ante una oportunidad igual para alcanzar la gloria.

La principal novedad de esta nueva entrega es que el entrenador argentino apela ahora al sentimiento del “pueblo” para afear a sus jugadores su actitud durante las dos finales jugadas y perdidas al final de la temporada pasada. “Me parece inadmisible, muchachos, movilizar un pueblo, decepcionar a un pueblo, no estar a la altura de la ilusiones que generaron”. Un pueblo “extraordinario” y “tan ingenuo, tan ingenuo, que van perdiendo tres a cero con una herida abierta y ustedes hacen una jugada mínimamente positiva y se les aplaude al minuto ochenta”, según lamenta el entrenador. Dice Bielsa que la decepción es más profunda y su incomprensión más grande en tanto que los jugadores son “la misma clase de gente de la que estamos hablando”. Y además, señala especialmente a los suyos, que son “emblema” de su “forma de pensar” y de su “forma de sentir el fútbol”: De Marcos, Amorebieta, Susaeta y Muniain, “un tipo” con el que dice sintonizar “emotivamente”.

Me parece inadmisible, muchachos, movilizar un pueblo, decepcionar a un pueblo Marcelo Bielsa

La segunda carga de profundidad, después de la sentimental, la envía Bielsa contra el propio orgullo profesional de los jugadores, a los que acusa de comportarse como “millonarios prematuros” despreocupados de la repercusión de sus acciones. “Son muy jóvenes, son millonarios prematuros, no tienen problemas, no les importa mayormente lo que va a pasar, porque todo el mundo tiene resuelto lo que va a pasar. Se permiten reírse...”, dice el técnico.

Solo en ese momento el entrenador rojiblanco cambia el verbo e interpela directamente a sus jugadores: donde dominaba el “nosotros” pasa a prevalecer el “ustedes”. Porque durante toda la charla Bielsa se dirige reproches a sí mismo por no haber sabido transmitir aquello que considera necesario para que sus jugadores adoptaran otra actitud sobre el campo. “El responsable soy yo y así lo siento”; “yo estoy avergonzado, avergonzado porque haber jugado el partido que jugamos contra el Sporting de Lisboa...”; “¿Cómo no me voy a sentir responsable?”. Todo esto dice y se pregunta Bielsa a propósito de su papel en el desenlace de la temporada del Athletic, hasta aquel momento muy positiva y, en ocasiones, brillante. “Fue una temporada que terminó muy mal, realmente terminó muy mal. No podemos ignorar cómo terminó. Sería un engaño valorar el desarrollo porque el cierre fue muy malo, sinceramente fue muy malo. Me hago absolutamente responsable de cómo cerramos”, comenta el rosarino al comienzo de la charla.

Bielsa busca y no encuentra, porque considera que los jugadores “entrenaron como animales”, “obedecieron y se sometieron” a sus instrucciones, y que nada en el transcurso del partido ante el Barcelona pudo sorprenderles. “Todo lo que creímos que iba a pasar y nos preparamos para neutralizar, es lo que pasó”. Su lamento no es la derrota (“pueden perder no 3-0, sino 5-0”); Es, se entiende, que sus jugadores tuvieron “miedo a perder” y por eso no jugaron para ganar. Es que cree no creyeron en el triunfo. “¡Perder las dos finales como las perdimos, muchachos!”, exclama en un momento. Es que percibió un desprecio. “Es una cicatriz, una herida; yo ayer escuchaba en el colectivo conversaciones, risas”. La herida no se ha cerrado y hoy se ha hecho un poco más visible.

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