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CINCO PISTAS SOBRE... SADE

Placer y dolor

Una exposición en París muestra la influencia de la obra de Sade, el gran libertino del XIX

Victoria Combalia
'La Guerre', 1894, de Henri Rousseau.
'La Guerre', 1894, de Henri Rousseau.Musée d’Orsay, dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt

1. Sade. Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814) fue un filósofo, moralista y revolucionario, el cual, según escribió Paul Eluard, “por haber querido devolver al hombre civilizado la fuerza de sus instintos primitivos, por haber querido liberar la imaginación amorosa y por haber luchado desesperadamente por la justicia y la libertad absolutas, fue encerrado casi toda su vida”. Autor de Aline y Valcour, Justine o los infortunios de la virtud, Juliette o las prosperidades del vicio y Las 120 jornadas de Sodoma, tuvo una vida escandalosa. Sus libros estuvieron prohibidos hasta la segunda mitad del siglo XX.

2. Exposición. Sade. Atacar el sol es una excelente exposición organizada por el Musée d’Orsay con ocasión del bicentenario de la muerte del marqués, que estará abierta hasta el 25 de enero. Comisariada por la gran experta Annie Le Brun, con la colaboración de Laurence des Cars, su propósito es mostrar la influencia de la obra de Sade en la sensibilidad del siglo XIX. No sólo Baudelaire, Flaubert, Huysmans o Apollinaire se hicieron eco del gran libertino y librepensador, sino que pintores como Delacroix, Moreau, Böcklin, Rops, Odilon Redon o Kubin expresaron algunos de sus grandes temas. La muestra retrocede en el tiempo con obras clásicas, y llega hasta el siglo XX con piezas de muchos surrealistas —grandes defensores del Divino Marqués—, y también de Picasso y Bacon. Ni muestra biográfica, ni de crítica literaria, es un ejercicio visual tremendamente imaginativo y también subjetivo, según el gusto de Annie Le Brun.

3. Violencia, crueldad. “La bravura y la ferocidad tienen un sentido en el que pueden confundirse (…) El valor no es más que una especie de ferocidad”, escribió Sade. Aquí sobresale Goya, con sus caníbales y sus degollaciones, pero también la impresionante Medea de Delacroix, la gran cabeza de Alfred Kubin, la Judith de Valentin de Boulogne y La caza salvaje de Von Stuck. El tema del rapto, que el siglo XIX liberará de su encuadre mitológico, aparece en obras de Fuseli, Degas, Cézanne y Picasso. Más adelante aparece un conjunto de dibujos antiguos de hombres con látigo (los flagelantes de muchas imágenes religiosapies) junto a las famosas masacres de André Masson. La sangre, coadyuvante de la voluptuosidad según Sade, protagoniza unos exquisitos dibujos de Rodin, que ilustró Le jardin des supplices de Octave Mirbeau.

4. Entre placer y dolor, la inscripción del deseo. Recordemos que los franceses distinguen “sadiano” (relativo al Marqués de Sade) de “sádico”. Lo que une placer y dolor, aunque no lo invente el siglo XIX, lo ejemplifica en la muestra el espléndido boceto para Roger y Angelica Ingres, en el que Angelica, atada a la roca y deslumbrante en su desnudez, implora ser liberada. Imágenes licenciosas, imaginación desbordante del erotismo, pasión unida a la crueldad tanto en las fichas policiales como en los collages de Max Ernst, cuerpos desmembrados de Hans Bellmer, liberación de los fantasmas en Pierre Molinier o Unica Zürn, tentadoras hetairas de los autores simbolistas; todo ello evoca la liberación del deseo promovida por Sade.

5. Completamente ateo. Sade quería romper con los prejuicios, las convenciones y la moralidad cristiana, viendo en la religiosidad una sumisión infinita a las leyes injustas y represivas. Esta sección de la exposición es muy variada, con imágenes anticlericales que proliferaron durante la Revolución Francesa, con monjas y sacerdotes en actividades eróticas, hasta cuadros sobre La tentación de San Antonio. Y también obras del arquitecto erotómano Jean-Jacques Lequeu (1757-1826), de las cuales la más famosa es la de una monja que desvela sus senos sobre una inscripción que dice: “Nosotras también seremos madres”.

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