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Mejor singular que perfecto

La unión de artesanía, industria y tradición deja ver la mano de los diseñadores en los nuevos muebles de mimbre

Anatxu Zabalbeascoa
Asientos de rattan de la serie Tina, ideada por la arquitecta Benedetta Tagliabue.
Asientos de rattan de la serie Tina, ideada por la arquitecta Benedetta Tagliabue.

¿Un material curvado a mano tiene más valor que una producción sofisticadamente tecnificada? Algunos fabricantes y diseñadores quieren que la huella de su mano se perciba en el producto. Saben que los materiales naturales hablan: no hay dos trozos de mármol iguales ni dos troncos de roble idénticos. Así las cosas, ¿no sería mejor aprovechar esas diferencias que tratar de ocultarlas? Ese podría ser el mensaje de la nueva serie de asientos de rattan, de nombre Tina, ideados por Benedetta Tagliabue.

A diferencia del bambú y las cañas europeas, el núcleo del rattan es macizo. Sin embargo, esta caña que solo crece en zonas tropicales es sumamente elástica y ligera. Por eso una empresa valenciana que lleva medio siglo fabricando muebles de mimbre la eligió para que sus artesanos la curvasen a mano. Alberto Alés, jefe de producto de Expormim, cuenta que existen cientos de variedades de rattan y que ellos emplean el manao, la malacca y la manila por su rápido crecimiento y su alta duración.

Cuando el rattan llega a la fábrica que tienen en Mogente (Valencia), una vez vaporizado, en caliente, se introduce en los moldes que le dan forma, cualquier forma. Fue ese proceso tradicional y las posibilidades de diseño, que ofrece ese camino intermedio entre la industria y la artesanía, lo que interesó a la arquitecta Benedetta Tagliabue, que lleva tiempo investigando cómo renovar el uso de materiales tradicionales de fácil recuperación.

Hace tres años, cuando el estudio Miralles-Tagliabue diseñó el Pabellón Español para la Exposición Universal de Shanghai, Tagliabue quiso lanzar un alegato en defensa de la artesanía, los materiales tradicionales y la belleza maleable de los mimbres. Para las fachadas de ese edificio, la arquitecta supo tejer fibras y mimbres y logró urdir uno de los inmuebles más recordados de la Expo. Ese interés por los materiales tradicionales, y la propia inclinación del estudio a apostar por lo asimétrico, lo singular, lo inesperado y lo aparentemente imperfecto, están también presentes en el nuevo mobiliario que la italiana afincada en Barcelona ha ideado para la empresa valenciana.

Cuesta entender que la butaca Tina y el sofá del mismo nombre puedan sujetarse en un tubo de acero tan fino como el que las soporta. En realidad, la carcasa de rattan —flexible— es la que soporta el peso, la fina estructura lo desplaza hasta el suelo y contribuye a la ligereza del mueble. Así, el rattan es más grueso que el acero, y mucho más visible, sinuoso y cálido.

Tagliabue ha ideado una silla fresca, por ventilada e inesperada, que lejos de romper con la tradición actualiza el hacer mediterráneo. Inspirada en las redes de los pescadores puestas a secar y en la forma de las hamacas en las que los beduinos nómadas tumban a sus hijos, las butacas evocan también el arte de la cestería. Y la mano de los diseñadores.

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