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Un festival a la carta para un cine invisible

El festival Márgenes apuesta por películas que no suelen acceder al circuito tradicional. Toda la sección oficial, en 'streaming' por cinco euros

Fotograma de la película 'ElectroClass', de María Ruido.
Fotograma de la película 'ElectroClass', de María Ruido.

“Los festivales que se dedican más a la fiesta que al cine están condenados a desaparecer”. Quien realiza esta tajante aseveración es Diego Rodríguez, presidente de la Coordinadora de Festivales de Cine de Madrid. También está detrás de un certamen “nacido de la frustración” que huye de este tipo de espectáculos, que prefiere centrarse en el cine y nada más que en eso. Para ello creó el festival Márgenes –que llega ahora a su segunda edición en Madrid–, que abre la puerta a filmes españoles que no consiguen acceder a los circuitos tradicionales de distribución. “Los festivales tienen que buscar alternativas, reinventarse”, añade. En el caso del certamen que él dirige, y que se clausurará el día 16, la novedad viene a través de las nuevas tecnologías: las 11 películas de la sección oficial del certamen podrán verse, además de en el Matadero de Madrid, en streaming por cinco euros.

Las películas seleccionadas tratan temas de difícil acomodo en las salas comerciales: una reflexión sobre la clase trabajadora de Bilbao, carreteras provinciales poco transitadas, psicochamanes o marineros que fueron a buscar fortuna en el Mar del Norte hace décadas. “Son películas que no llegan, de autores reconocidos a nivel internacional y que en España permanecen totalmente invisibles”, apunta Diego Rodríguez.

Pese a la reticencia de muchos distribuidores, estos nuevos creadores presentes en el festival, como Chiqui Carabante, Pela del Álamo, Ramón Lluís Bandé o Xurxo Chirro, pueden asomarse al circuito a través de las nuevas ventanas que ofrece Internet. “Ver este tipo de películas fuera de capitales como Madrid o Barcelona es totalmente imposible”, añade Diego Rodríguez. “Lo ideal es que cada uno elija desde dónde ve las películas. Por eso Internet tiene que ser nuestro aliado, el mundo del cine tiene que dejarlo de ver como un enemigo y más como una herramienta”. De ahí la cohabitación que defiende el festival entre la exhibición en sala y la selección a la carta que se ofrece online. En la sede física del festival, en el Matadero de Madrid, también habrá coloquios con los directores.

“Antes los exhibidores tenían más paciencia. Ahora, si una película no funciona bien el viernes del estreno no dudan en quitarla. Y eso, si llegan a estrenarla”, comenta el director del festival. Pese a ello, cree que el nuevo cine español goza de buena salud: “Es una nueva generación de creadores, nacidos en los años ochenta, que han empezado a trabajar en plena crisis sin haber conocido el modelo anterior”. Son nombres como Alberto Morais, Ángel Santos Touza, Óliver Laxe o Ion de Sosa –ganador de la edición del año pasado–. Aspiran a colarse en un mercado poco permeable, pero a él ya se han asomado creadores como Isaki Lacuesta, Javier Rebollo o Elías León Siminiani, que se quedó a las puertas del Goya a mejor documental con Mapa, a medio camino entre la realidad y la ficción. “Estos directores saltan de un género a otro con total naturalidad, matan los géneros”, afirma Diego Rodríguez. “Es imposible etiquetarlos, y ahí reside la experimentación”.

Tras recibir 120 obras candidatas a la selección del festival Márgenes, sus responsables llegan a varias conclusiones: cada vez es mayor el interés por el cine documental en detrimento de la ficción –solo la película 12+1, una comedia metafísica encaja en esta etiqueta dentro del certamen– y el nuevo cine gallego goza de un buen estado de salud.

Dentro de esta etiqueta se mueve el director pontevedrés Xurxo Chirro, que ejemplifica la vocación del festival. Su documental Vikingland, nacida tras descubrir material casero grabado por pescadores gallegos, lleva dos años paseándose por festivales de todo el mundo. Ha sido rescatada para la ocasión. “Solo una decena de personas habrán visto la película en Madrid, y es una pena”, se lamenta el director del festival. Ahora el espectador tiene la posibilidad de acercarse a esta, y otras propuestas, tradicionalmente inaccesibles. “No buscamos actualidad absoluta, solo buenas películas”.

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