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Renfe culpa a la Generalitat de no pedir más frecuencias en trenes saturados

El operador refuerza las líneas que conducen al Maresme y a la Costa Brava pero no las que enlazan Barcelona con Tarragona-Reus y con las Terres de l’Ebre

Marc Rovira
Tren de la línea Barcelona-Tarragona en la estación de Torredembarra.
Tren de la línea Barcelona-Tarragona en la estación de Torredembarra.JOSEP LLUÍS SELLART

Renfe ha reforzado las frecuencias de sus trenes por las líneas que conducen al Maresme y a la Costa Brava para absorber el incremento de pasajeros en el arranque de la temporada estival. Pero, en cambio, no plantea mover ficha en las líneas que conectan con el sur del litoral. Las achacosas R15 y R16, que enlazan Barcelona con Tarragona-Reus y con las Terres de l’Ebre, lideran la clasificación de retrasos e incidencias y, además, en verano los vagones sufren la aglomeración de viajeros. Renfe dice que la Generalitat no ha pedido refuerzo en el servicio.

A los pasajeros habituales se les suman los turistas que van a Port Aventura y los que buscan las playas de Altafulla, Torredembarra, Salou, Cambrils o L’Ametlla de Mar. “Es la Generalitat quien tiene que pedirnos un refuerzo de las frecuencias”, alegan fuentes de Renfe. La compañía se escuda en que los horarios, así como los precios de los billetes, son competencia del departamento de Territorio y que, por lo tanto, es la consejería que comanda Josep Rull quien debe solicitar un incremento de trenes en aquellas líneas que padecen saturación. Territorio alega que la “demanda” es el criterio para decidir si procede reclamar más servicios.

El viaje en tren entre Barcelona y Tarragona se alarga una hora y veinte minutos. Si el destino final es la estación de L’Aldea, en las Terres de l’Ebre, el trayecto se estira hasta las dos horas y media. Conseguir un asiento no siempre resulta sencillo. Las redes sociales están repletas de fotos tomadas por usuarios de la R15 y R16 en los que se aprecian vagones abarrotados. Mucha gente viajando de pie y otra tratando de acomodarse en algún hueco del pasillo.

Montse Castellà, portavoz de la Plataforma Trens Dignes, denuncia que el hacinamiento en los trenes no es ocasional: “Se ha llegado a dar el caso de pasajeros que no pueden subir porqué el vagón va a tope”, expone. Renfe responde que las pautas que aplica en Cercanías y Regionales son distintas de las que usa en la larga distancia: “El usuario paga por un tiempo de viaje, no tiene una plaza reservada y cuando las butacas quedan llenas, toca ir de pie”. Cercanías es un servicio público, subvencionado, y Renfe admite que en estas líneas no rigen los criterios comerciales que sí marcan sus líneas de larga distancia. Ahora bien, la compañía matiza que la Generalitat, como titular del servicio, podría exigir que el sistema de compra de billetes se hiciera exclusivamente por venta anticipada, un procedimiento que se aplica en Aragón y con el que se evita que nadie viaje de pie.

Mientras Girona acumula las más modernas unidades 449, por las líneas de Tarragona se desplazan mayoritariamente unidades 447, un tren que tiene unas 700 plazas. Solo hay butacas para un tercio del aforo. Renfe asegura que durante los fines de semana es práctica habitual incrementar el número de vagones en las líneas de la costa, pero que para reforzar frecuencias es necesario que lo solicite la Generalitat. Territorio alega que reacciona en función de “lo que determine la demanda”. En este caso, sí se ha pedido un refuerzo de las líneas del norte, pero no se ha activado para las del sur.

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