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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De la prisión al ‘mobbing’

Desalojada la Modelo, la cárcel vacía abre el barrio al acoso sobre los vecinos que viven en pisos de alquiler

Mercè Ibarz
Los últimos presos salen de la cárcel Modelo.
Los últimos presos salen de la cárcel Modelo. A. garcia

De las imágenes vistas estos días del desalojo y cierre oficial de la cárcel Modelo, centenario lugar del que nada sabemos quienes por ella no hemos pasado, las que más retengo en la retina son las que informan de que, en paralelo, los vecinos han empezado a temblar. No tendrán la prisión delante o al lado de casa, pero, en cambio, si están de alquiler, deberán dejar su hogar porque, una vez fuera los presos del barrio, los propietarios inmobiliarios consideran que ya pueden poner los alquileres por las nubes. Del dominio de la cárcel, que hacía que alquileres y precios de compra fueran bajos, el barrio está pasando al asedio inmobiliario.

Para hablar de estos alquileres que ahora sólo se dan en esta parte del Eixample crecido con la Modelo, vale la pena considerar antes un rasgo central de la cuadrícula barcelonesa en su conjunto. El Eixample es un barrio se dice que burgués, porque con él empezó la nueva ciudad del XIX, pero en realidad es un barrio muy mezclado, muy interclasista. Vivo desde hace años en el otro lado de la cuadrícula, en la derecha del Eixample, y todavía hoy me asombra que justo al lado de fincas muy modestas, a veces de menos de seis metros de ancho, hayan vivido dos alcaldes de Barcelona, el franquista Porcioles delante de las Punxes, y el primero del postfranquismo, Socias Humbert, a pocos metros, en la calle Girona. En fincas muy diferentes de los modestos edificios que pueblan el barrio en números contiguos, desde luego, pero al lado de ellos. Y también sus fincas eran distintas entre sí, nada que ver tampoco en eso un alcalde y otro. Durante décadas, todo o casi todo ha coexistido en el Eixample. Hasta ahora, ahora ya no es posible.

<IL>Y llega el turno así para el Eixample de la Modelo, en la calle Entença y alrededores. Hay allí también variedad de fincas y de propietarios, pero con algo específico: un descuido total de los edificios modestos por parte de sus propietarios, con la excusa de tener demasiado cerca la cárcel.

</IL>Una vez me inventé en un relato la palabra urbanotenientes para hablar de los propietarios del Eixample, familias muy específicas. Como los terratenientes rurales, no han hecho nada durante un siglo por mejorar su propiedad, lo han fiado todo a sus inquilinos y en muchas ocasiones se han negado a vender. Es la llamada propiedad vertical. En el caso de los edificios que están cerca de la Modelo, sin ascensor, sin mantenimiento de la escalera, son a menudo minúsculos. Pisos que no pasan de treinta metros cuadrados nunca renovados. Los alquileres, unos 300 euros. Tal y como se está poniendo Barcelona, parece poco. Es lo que están pensando los propietarios, que puede que ya no sean aquellas familias rentistas sino una empresa inmobiliaria que lo va a restaurar todo y va a alquilar los pisos a precios altísimos. Tras deshacerse de los actuales inquilinos, gentes pobres que solo pueden pagar, y con apuros, lo que ahora están pagando. Dentro de un año o así, habrá allí pisos renovados, seguramente destinados al turismo.

Conozco el asunto como vecina. Justo al lado de casa se renovó la finca con unos pisos que tuve ocasión de ver mientras los rehacían: para gente de paso, sin espacio para acumular lo que una vida da de sí. Los imagino ocupados por ejecutivos forasteros que aquí vienen a dormir entre semana. Nunca veo a nadie. Pero este domingo ví desde la calle una maleta al lado del ventanal del piso más señor, que tiene una galería modernista que ha sido bien conservada: me alegré. Una maleta, signo de vida doméstica. Pues, sí.

Muchos vecinos de la Modelo deben pensar con toda la razón que por fin podrán disfrutar de su propiedad y de sus calles, ahora que el edificio se convertirá (cuando sea, cuando las autoridades se pongan a ello) en un espacio público muy distinto al que ha sido hasta hora. Por supuesto que sí. Que nadie nos robe algunas alegrías. Otros vecinos, que vivían de la cárcel, se lamentan ya. Otra cosa será qué nuevos vecinos van a llegar al barrio, una vez desalojados los presos, los funcionarios, los proveedores de la prisión, y estén fuera de sus pisos los vecinos de poco nivel social, por decirlo fino.

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Todo se prepara para que esta parte del Eixample sea dentro de poco una pieza de estudio más de la nueva Barcelona. En medio, la antigua Modelo lucirá como huella de una historia que así continúa.

Mercè Ibarz es escritora y profesora de la UPF

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