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EXPOSICIÓN

Anatomía de un akelarre

Una exposición fotográfica recuerda ,artísticamente, las cazas de brujas en el País Vasco

Sergio C. Fanjul
Exposición Todas ellas brujas de Bego Antón en el Palacio de Cibeles
Exposición Todas ellas brujas de Bego Antón en el Palacio de Cibeles Carlos Rosillo

"Tenemos el estereotipo de la bruja malvada, con sombrero picudo, grano en la nariz, subida en una escoba", dice Bego Antón, "pero las brujas no eran así". Las brujas no existieron, claro, solo fueron un delirio colectivo que llevó a miles de personas a la hoguera o a la horca por todo Occidente, de Zugarramurdi, Navarra, a Salem, Nueva Inglaterra. "Muchas de las que tomaban por brujas eran herboleras, recolectaban hierbas para hacer remedios, decían ser adivinas, hacían de matronas y, por tanto, tenían poder sobre natalidad", continúa Antón. Eran figuras clave en el matriarcado pagano que, con la llegada del cristianismo, "resultaron ser molestas y hubo que deshacerse de ellas". La caza de brujas, que acabó enmascarando vendetas familiares, envidias, peleas por lindes o el mero instinto de supervivencia, se fue de control y pudo, según algunos autores, llegar a convertirse en un Holocausto.

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Bego Antón (Bilbao, 1983) es fotógrafa y habla de brujas porque su último proyecto Todas ellas brujas (Haiek danak sordinak) gira en torno a esta figura, en concreto a las que fueron perseguidas en el País Vasco entre los s. XV y XVIII (unas 20.000 personas fueron quemadas en Europa durante ese tiempo, según el historiador Gustav Henningsen). La exposición, parte del proyecto Lanzadera (que visibiliza a jóvenes fotógrafos españoles), se puede ver, comisariada por Iñaki Domingo, en Centro Centro (Cibeles, 1) hasta el 2 de julio.

En este trabajo Antón ha buceado en la documentación histórica para ponerle nombres y apellidos a mujeres reales perseguidas por brujería y, a partir de sus historias, crear unas imágenes de corte artístico, brumosas e inquietantes, tomadas en los propios pueblos y bosques vascos donde ocurrieron los terribles hechos inquisitoriales. Mujeres borrosas danzando alrededor del árbol viejo, mujeres hundidas en los arroyos cual Ofelia, banquetes vacíos, con cabezas de cerdo, en el medio del bosque. Imágenes nítidas al atardecer boscoso que reflejan los miedos brujeriles de los habitantes de aquellos espaciotiempos.

"Es increíble lo que se decía y creía de las brujas", dice la fotógrafa, "que comían carroña, y cadáveres desenterrados, que provocaban naufragios y devoraban niños no bautizados dejándole la mejor parte al Diablo". Uno de los inquisidores franceses que llegó al País Vasco en la época se sorprendió de que las mujeres vascas comieran manzanas e hicieran sidra: esa era la fruta del pecado original. Ahí había brujería.

"Me sorprendió comprobar cómo cambia lo que es creíble, verosímil, de una época a otra", dice la artista. Un Edicto de Silencio, que reconocía los errores de los inquisidores, logró disminuir el fenómeno, también ayudó la llegada de ideas racionales propias de la Ilustración. "Se prohibió hablar de las brujas por la calle, así que al dejar de fluir la información era más difícil acusar a alguien de brujería o confesar ser bruja durante la tortura", explica Antón, "la gente ya no sabía con certeza qué es lo que hacían las brujas".

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Las brujas, por cierto, siguen interesando al hecho cultural, con películas como La bruja (Robert Eggers), The neon demon (Nicolas Winding Refn) o Las brujas de Zugarramurdi (Álex de la Iglesia), o el montaje teatral de Las brujas de Salem de Arthur Miller por parte de Andrés Lima. No sin razón: aunque no es su intención primordial, la exposición también puede ser un aviso sobre lo peligroso de los linchamientos populares, los pánicos extendidos, la vigilancia y la denuncia del conciudadano, la persecución del extraño, fenómenos todos ellos muy antiguos pero que siguen burbujeando en nuestro mundo contemporáneo tanto físico como virtual. Cuidado, usted puede ser bruja.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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