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Clásica

Lo mejor de cada casa

Iñaki Alberdi con el Concierto para acordeón y orquesta en el Auditorio Nacional

El director de orquesta Juanjo Mena.
El director de orquesta Juanjo Mena. Europa Press

Es complejo y casi una cuestión de alquimia equilibrar en un concierto las distintas obras para que compongan una experiencia completa de una noche de música. La Orquesta Nacional de España es algo que suele hacer cada año con su programación, y una buena muestra es el concierto que podremos vivir en el Auditorio Nacional las tardes del viernes y el sábado.

Arranca la velada con una de esas obras de las que nuestro patrimonio cultural puede y debe sentirse orgulloso: ‘El Retablo de Maese Pedro’. Esta joya compuesta por Manuel de Falla contiene en su interior toda la historia de la música de nuestro país, sus avances y sus retrocesos –siempre solo para coger impulso-, y un abanico de estilos con matices arcaizantes que hacen de esta adaptación de un pasaje de ‘El Quijote’ una verdadera catedral efímera. Se encargarán de poner voz a los personajes la soprano Elena de la Merced, el tenor José Manuel Sánchez y el barítono Alfredo García. Todo bien ensamblado por un talentoso y metódico Juanjo Mena, que tomará las riendas de una orquesta con gusto.

Del nacionalismo la música viajará hasta la rabiosa actualidad a través de un instrumento no tan común: el acordeón. Iñaki Alberdi será el eje central de esta segunda parte del concierto con el ‘Concierto para acordeón y orquesta’ que le compuso el maestro Jesús Torres. No es algo nuevo para la Orquesta Nacional, ya que uno de los últimos discos que grabó fue precisamente de obras de acordeón interpretadas por el propio Alberdi. Aquí la partitura elegida de Torres es profunda e incesante, una música sentida y nostálgica.

Para terminar el programa, una pieza rica en timbre y armonía para una orquesta que debe estar a la altura: las ‘Variaciones Enigma’ de Elgar. Desde su estreno supusieron un reto para los amantes de las conjeturas y los misterios, enriquecidos estos por el propio compositor. Según Elgar, hay música e intenciones ocultas dentro de la obra, que traen de cabeza a los musicólogos.

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