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Barcelona analiza los 5.700 edificios de Ciutat Vella para redactar el plan de usos

El distrito quiere impedir el traslado de licencias

Clara Blanchar
<b>FOTOGALERÍA</b>. Los mapas del plan de usos de Ciutat Vella.
FOTOGALERÍA. Los mapas del plan de usos de Ciutat Vella.AJUNTAMENT DE BARCELONA

El distrito de Ciutat Vella, en Barcelona, es complejidad sobre complejidad. El más densamente poblado, con el parque de edificios más antiguo y las calles más estrechas, más presionado por el turismo (tanto por visitantes como por oferta de alojamiento) y con mayor concentración de ocio nocturno. De ahí que, desde el primero que se redactó en 1992, los planes de usos que regulan sus establecimientos son noticia y generan controversia. El más célebre es el que redactó la concejal Itziar González en 2010, que regulaba los usos en función de la saturación de cada zona del distrito. En 2013, el alcalde Xavier Trias (CiU) lo suavizó y permitió nuevas implantaciones en zonas que el de 2010 consideraba saturadas.

El que ahora prepara el gobierno de la alcaldesa Ada Colau, quiere recuperar el espíritu del de González y regulará "calle a calle, edificio por edificio", hay 5.700 inmuebles, la actividad de los establecimientos, "sobre todo los de ocio nocturno". Además, impedirá el traslado de licencias: se podrán traspasar locales, pero no pasar la licencia de un local a otro, lo que ha generado un mercado de negro que protagonizan grandes inversores. El distrito suspendió las concesión de licencias en verano pasado y la idea es aprobar inicialmente el plan en septiembre y definitivamente en diciembre. Antes habrá que hacer un proceso participativo y lograr consenso político.

La paradoja: el mejor patrimonio y las peores viviendas

El estudio Usos urbanos en Ciutat Vella, tipos y conflicto, constata que la del distrito es una trama muy densa, con poco espacio público en proporción con la superficie construida. Respecto a los usos, indica que "no tiene mixtura de usos, como en otros distritos, un elemento que proporciona calidad urbana", explica Pablo Martínez, uno de los autores del estudio. También subraya que la paradoja de que en el distrito hay "el patrimonio de máxima calidad de la ciudad, pero las viviendas peor construidas", con paredes delgadas, sin ascensor o espacios pequeños. Además, "los factores de vulnerabilidad se concentran en los barrios o zonas más pobladas". Las viviendas son un 48% del suelo.

Para hacer el plan con el máximo conocimiento del terreno, "estableciendo con rigor los criterios", la concejal del distrito, Gala Pin, ha encargado un estudio, Usos urbanos en Ciutat Vella, tipos y conflictos, que traslada sobre el mapa del distrito multitud de datos: el estado del parque de viviendas, usos, alquileres, licencias, establecimientos. En este sentido, constata que mucha de la superficie del distrito no está destinada a servir a sus vecinos, sino al resto de la ciudad, visitantes o turistas, lo que provoca una "desconexión de los tejidos residenciales". Tampoco el comercio está en su mayoría orientado a dar servicio a los vecinos.

Y para analizar dónde y a qué hora se producen conflictos, cruza datos como la localización, el aforo de los locales y las horas de máxima afluencia; las transacciones económicas por importe, horas del día y zonas del distrito; o mira desde dónde se cuelgan tuits y fotos en Instagram y si lo hacen locales o turistas; dónde se concentra el ruido y a qué hora; o dónde se presentan quejas por suciedad. Las fuentes de las que bebe el estudio, explica Pablo Martínez, de la consultora 300.000 km/s, son variadas: estadística municipal, catastro, Google places, el BBVA, datos de las redes wifi, redes sociales, los sonómetros del Ayuntamiento, quejas o denuncias a la Guardia Urbana o el coste de los alquileres de viviendas y locales.

El nuevo plan de usos busca "equilibrar la actividad económica y el derecho a la ciudad". Esto es, "ordenar y limitar" las actividades que generan consecuencias negativas para los vecinos (ruido, suciedad, subida de precios, etc.), potenciar actividades económicas que den servicio a los vecinos y favorecer la mixtura económica y comercial. Y todo al detalle, "edificio a edificio", insiste Gala Pin. El documento que regulará las actividades que se pueden hacer o no, y en qué horario, en los establecimientos que ofrecen productos o servicios: desde un colmado hasta una discoteca, pasando por un restaurante, un museo, un cine, un locutorio, un gimnasio o una tienda de alquiler de bicis.

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Pin, con todo, apunta que no tendrá efectos retroactivos. Es decir, no se podrán cerrar establecimientos ya abiertos. En todo caso, el futuro plan podría establecer zonas donde si cerrara una determinada actividad, no se pudiera reabrir. Pero es poco probable, porque las más rentables no cierran. La concejal también explica que el distrito estudiará fijar nuevas ZARE (zonas acústicas de regulación especial), donde regular los horarios de los locales nocturnos. Actualmente solo hay una ZARE, en el eje que forman las calles de Escudellers y Arc del Teatre.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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