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La pequeña revolución de las aulas valencianas de dos años

Un centenar de colegios públicos acogerán el curso que viene a 1.700 niños del primer ciclo de infantil

Ignacio Zafra
Clase de niños de dos años en el colegio Federico García Lorca de Valencia.
Clase de niños de dos años en el colegio Federico García Lorca de Valencia.JOSÉ JORDÁN

Un total de 1.728 niños de dos años empezarán el curso que viene a ir a clase en colegios públicos valencianos. Se trata de la consolidación de una pequeña revolución: hasta 2015 los centros educativos públicos solo aceptaban alumnos desde los tres años. Es también la iniciativa más novedosa del plan de la Consejería de Educación para aumentar el número de alumnos matriculados en el primer ciclo de la educación infantil, el que va de cero a tres años, por los beneficios que ello reporta a medio y largo plazo.

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“Numerosos estudios destacan que la participación en la educación infantil produce un efecto positivo, acreditado por pruebas internacionales como Pisa. Un beneficio que alcanza a los niños en general y que resulta particularmente importante entre los más desfavorecidos”, señala Miguel Soler, secretario autonómico de Educación. Las familias con menos recursos son, además, las que más dificultades tienen para acceder a escuelas infantiles privadas, donde el curso de dos a tres años cuesta unos 280 euros al mes.

El dirigente socialista menciona, entre otros, el resumen ejecutivo sobre la educación en la primera infancia elaborado por Eurydice, organismo dependiente de la Comisión Europea, en 2014: “La participación en la educación infantil produce un efecto positivo en la puntuación de lectura de los niños desfavorecidos superior al que se observa en quienes gozan de una posición más acomodada”.

Ello no es sorprendente, afirma Soler, ya que los niños de familias de nivel sociocultural alto pueden adquirir habilidades similares en casa sin necesidad de ir a escuelas infantiles. “La actuación temprana es un factor fundamental en la compensación de las desigualdades de origen, como acreditan las pruebas estandarizadas que se hacen a los 12 y 15 años, en las que se analiza su trayectoria educativa y el sector social de procedencia. Y es relevante, sobre todo, a partir de los dos años”.

“Es mejor por el ahorro, pero también por la docencia”

“A los que estamos aquí nos ha tocado el gordo. Y no solo porque el ahorro económico es muy importante, sino porque la docencia es mejor que en una guardería privada”, afirma Daniel Ibarra, padre de Andrés, uno de los alumnos de dos años del colegio Federico García Lorca de Valencia. “Utilizan una metodología muy innovadora, con muchos talleres abiertos a los padres. No se limitan a cuidar y estimular a los niños”, añade Pamela Echalar, la madre de Andrés.

Aunque ahora está funcionando bien, el arranque del programa no fue fácil, afirma Pilar Ponce, directora del Federico García Lorca, un centro situado al norte de Valencia, entre la calle Clariano y la avenida de Cataluña. Una de las cuestiones que se plantearon fue cómo incluir la nueva aula dentro de la organización del ciclo de Infantil.

La clase empezó a funcionar como un “apéndice” del colegio, señala la maestra, Concha Barceló, pero ha acabado configurada como un aula abierta a toda la comunidad educativa, tanto a los padres como al resto del colegio, especialmente al ciclo de Infantil. “Dispones de una libertad que en otros niveles del ciclo no hay. Como no tengo que hacer nada, puedo hacerlo todo”, añade Barceló, que tenía experiencia previa en el segundo ciclo de Infantil y en Primaria. La filosofía que aplican la maestra y la educadora se basa en el respeto y la creatividad: “Que el niño juegue, experimente y sea feliz”.

Para acoger un aula de dos años, el centro debe tener un espacio apropiado disponible, y el consejo escolar y el claustro del centro han de solicitar incorporarse a la iniciativa. La Generalitat ha puesto en marcha, además, un plan específico para el profesorado.

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Educación se marcó como objetivo incrementar la oferta en esta etapa al inicio de la legislatura. La cuestión, explica Soler, era cómo hacerlo en un contexto en el que la apertura de nuevos centros estaba prácticamente descartada. “Bastante tenemos que construir en todos los niveles educativos”, comenta el secretario autonómico en referencia al proyecto de suprimir los barracones, las aulas prefabricadas en las que al final de la pasada legislatura estudiaban 18.000 alumnos de la red pública.

Soler conocía la experiencia desarrollada en Cantabria de incorporar aulas de dos años en colegios de infantil y primaria. Estudió el proceso que había seguido esta comunidad para ponerlas en marcha y ya en el curso de 2015 a 2016 se implantaron de forma experimental en 35 centros en la Comunidad Valenciana. Este curso se han abierto en otros 34 centros. Y el que viene se extenderán a 27 más. En total, 96 colegios.

Las nuevas aulas han sido dotadas de medios poco habituales tanto en escuelas infantiles privadas como en otras etapas educativas de la red pública. Cada aula tiene un máximo de 18 alumnos, cuando la normativa permite elevar la ratio a 20. Y en cada clase hay una maestra y, además, una educadora. Esta última está fundamentalmente destinada a la clase de dos años, pero también se incorpora al ciclo de infantil del centro.

“De este modo conseguimos al mismo tiempo una oferta de dos años en centros públicos con una muy buena atención al alumnado. Y que la educadora sirva de apoyo al resto de ciclo de infantil. Sobre todo en el curso de tres a cuatro años y especialmente en el primer trimestre, cuando los niños acaban de entrar en el colegio y requieren más apoyo”.

La elección de los centros donde se implantan las aulas se basa en la demanda potencial. La consejería observa el número de niños de cero a tres años en cada municipio y cruza el dato con la oferta para esa etapa, empezando por la de la Generalitat, siguiendo por la municipal y terminando por la privada. El programa tiene aún mucho recorrido por delante, indica Soler: “El objetivo es que, a medio y largo plazo, haya plazas suficientes como para que todas las familias que así lo deseen puden llevar a sus hijos”.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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