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Romain Hugault/ Dibujante de cómic y aviador

“Para dibujar bien un avión hay que conocerlo por dentro”

El autor de ‘El gran duque’ y 'El piloto del Edelweis’, as de los invitados del Salón del Cómic

Jacinto Antón
El dibujante francés Romain Hugault, en el salón del Cómic de Barcelona.
El dibujante francés Romain Hugault, en el salón del Cómic de Barcelona.CARLES RIBAS

El francés Romain Hugault, probablemente el mejor dibujante de aviones del cómic actual, parece salido de una de sus viñetas. Ágil y nervioso como un piloto de caza, viste una verdadera chaqueta de cuero, insignias incluidas, de los Burma Banshees (80º Grupo de Intercepción), la célebre unidad de aviadores estadounidenses estacionada en Birmania que mantuvo abiertas las rutas con China tras la invasión japonesa en 1942. Se retrata junto al North American T-6 Texan de la exposición de aviones reales del Salón del Cómic, del que es uno de sus principales invitados, el as podríamos decir, apoyado en el ala como si fuera suyo y estuviera a punto e encaramarse a la carlinga y salir a volar.

Hugault (1979) es aviador de verdad y posee un aparato de la II Guerra Mundial que pilota él mismo, un Piper Cub L-4 de 1942, la famosa avioneta biplaza en tándem de ala alta que usaban los mandos estadounidenses como Eisenhower y Patton y se empleaba como avión de reconocimiento y también para transporte y evacuación médica. Se la denominaba cariñosamente Grasshopper, “saltamontes”, por los brincos que pegaba al aterrizarla. El dibujante enseña su foto en el móvil como si fuera la de un hijo y cuando apunto el parecido con la Fieseler Fi 156 Storch, la “cigüeña” alemana, sonríe encantado. “Eso es, era el equivalente. Para los estadounidenses era algo así como el jeep Willys del aire, y de la misma manera que dejaron jeeps en Europa porque era más caro volvérselos a llevar abandonaron también aparatos de estos. El mío participó en la guerra y ahora estoy devolviéndole su color original. Es muy placentero de pilotar”.

Hugault es autor de cómics extraordinarios (publicados en España por Norma) que combinan las historias clásicas de aventuras aéreas con un dibujo excepcionalmente preciso de los aviones. Entre su producción se cuentan álbumes ambientados en la II Guerra Mundial como El último vuelo (cuatro maravillosa historias de pilotos, incluido un kamikaze y un aviador de la Normandie-Niemen), o los de la series El gran duque (en el frente del Este) y Angel Wings (Birmania y el Pacífico); en la época de entreguerras (Más allá de las nubes) o en la primera contienda, como la sensacional trilogía de El piloto del Edelweiss. Algunos de sus mejores trabajos los ha realizado con el guionista Yann de copiloto.

"En mis historias las protagonistas son mujeres fuertes, con iniciativa, valientes y hasta temerarias"

¿Qué es lo más importante para dibujar un avión? “Observarlo bien, conocerlo, por fuera y por dentro. Es como dibujar un cuerpo humano. Hay que saber la forma de las piezas, los instrumentos. Lo que tiene de ligero y de pesado”. Entre los personajes de Hugault figuran muchas heroínas, varias de ellas aviadoras. ¿Qué le da más placer dibujar, aviones o mujeres? “Jajaja, no puedo elegir: ¡ambos!”. Hablando del tema, hay personas que encuentran chocante la voluptuosidad de las mujeres de sus cómics, como la aviadora Angela McCloud o la gitana Walburga, amante de terrible as alemán del aeroplano pintado con una edelweiss. “¿Qué puedo decir? Lo asumo. Es un rasgo como el de Fellini. Adoro las pin up, las modelos de las viejas revistas con que los aviadores de la II Guerra Mundial decoraban sus aparatos. Me parecen encantadoras. Llevo una en la espalda de la chaqueta como ves y también en mi avión. A mí las mujeres me gustan así. Pero siempre las dibujo con respeto. En mis historias las protagonistas son mujeres fuertes, con iniciativa, valientes y hasta temerarias. A las lectoras también les gustan. Déjeme decirle que hace poco me escribió una chica para darme las gracias por dibujar mujeres así. Me conmovió mucho porque me explicaba que ella había sido anoréxica y mis dibujos la ayudaron a superar su enfermedad”.

Viñeta de 'El último vuielo'.
Viñeta de 'El último vuielo'.
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En El gran duque dibuja a Lilya Litvyak, la as de caza rusa, mucho más carnal de lo que era. “Es mi estilo de dibujar. Pero además, la protagonista del relato no es exactamente ella, el personaje histórico, así que me puedo permitir licencias con su vida y su físico, que por otro lado es algo que hace continuamente el cine y no pasa nada”. Es cierto, en El gran duque Litvyak sobrevive a la guerra. “La idea era hacer una historia de amor de dos personas de mundos enfrentados, una especie de Romeo y Julieta aéreo en la Segunda Guerra Mundial. Le dije a Yann que estaba cansado de que en todos los álbumes los finales fueran tristes, que todos murieran, y le pedí dejar un poco de esperanza. Así que en la serie hicimos tres finales y decidimos dejar ese abierto, que tampoco es demasiado feliz, con Wulf y Lilya en un tren camino del Gulag...”. ¿No es controvertido poner de protagonista a un piloto de caza alemán? “El personaje es definitivamente antinazi. Mientras me documentaba sobre los pilotos alemanes encontré la figura real de Ernst Schäfer, piloto de caza nocturna de la JG 300 con diez victorias, que estaba abiertamente en contra del régimen hasta el punto de -como mi Wulf- negarse a lucir las insignias que incluían la esvástica. Hay fotos en las que se le ve que ha eliminado de la gorra el emblema del águila nazi. Su rechazo se debía a que su padre había sido internado en un campo por opositor a Hitler. Es un milagro que a Schäfter no lo fusilaran. Murió en combate contra Mustangs en julio de 1944”.

¿Qué prefiere Hugault, la primera o la segunda guerra mundial? “Bueno, tanto la una como la otra, aunque las dos fueron horribles. A mí no me gusta la guerra en absoluto, me gustan los aviones de la época. Prefiero los de hélice de la segunda, pero también me parecen muy atractivos los de la primera, que parecen tan frágiles pero eran en realidad máquinas fabulosas capaces de alcanzar los 200 kilómetros por hora, la tecnología punta de entonces”. ¿Qué le interesa de la guerra? “Lo que tiene de hacer impredecible la existencia, en ella la vida bascula, todo es susceptible de cambiar en un momento, el destino de las naciones pero también el individual”. El dibujante duda cuando le pregunto su avión favorito. “Todos, pero si he de elegir, quizá el Mustang P-51”. Vaya, el Cadillac del cielo. “Me encanta la combinación de colores que lucían y los dibujos de pin ups. Esa combinación de belleza y fuego mortífero. Dos mil caballos, cañones y una mujer hermosa en el fuselaje: visualmente son extraordinarios. Las escuadrillas tenían como parte del equipo de tierra a artistas que ilustraban los aviones a cambio de whisky”. Ha dibujado casi de todo, pero no el reactor Messerschmitt Me 262. “Mmm déjame ver, no, ¡sí!, en el libro sobre las pin up. Hay una serie de otros autores en que son protagonistas los Me 262, Cielo en ruinas, de Pinard y Dauger. Están muy bien representados ahí. Tienen algo especial, es cierto, parecen tiburones”.

"A mí no me gusta la guerra en absoluto, me gustan los aviones de la época, sobre todo los de hélice".

Los referentes de Hugault son el pintor japonés Shigeo Koike, “el mejor pintor de aviones del mundo” y en el cómic, Buck Danny, el personaje creado por Charlier y Hubinon. También se dice deudor de las pin up del gran maestro Milton Caniff, al que precisamente el salón le dedica una exposición. Los pilotos reales a los que más admira son “mi padre y mi hermano”. Su padre, que volaba grandes aviones de carga, “me enseñó a pilotar” y su hermano es “el más fino de los pilotos”. Más allá de su familia, “hay aviadores extraordinarios en todos los países”, aunque confiesa un flaco por el as del Me-109 Hans Marseille, el James Dean de la Luftwaffe, la Estrella de África.

Hugault explica que de joven era aficionado al aeromodelismo y que montar maquetas de aviones le ha sido muy útil para conocerlos con detalle y tener el dominio de la tridimensionalidad. De sus proyectos, el dibujante dice que está ocupado en la continuación de la trilogía Angel Wings que consiste en otros tres libros, un segundo ciclo, en los que la acción se traslada de las selvas de Birmania al Pacífico. “Estaba ya cansado de tanto verde”, dice. La heroína no llegará a piloto de caza: “No sería históricamente posible porque las WASP, las pilotos de la fuerza aérea de EE UU nunca entraron en combate directo, pero habrá muchas aventuras más”.

Viñeta de 'Angel Wings', con un aparato como el que posee Hugault.
Viñeta de 'Angel Wings', con un aparato como el que posee Hugault.

Antes de marcharme, Hugault me dedica mi ejemplar del primer tomo de El gran duque. “¿Qué te dibujo, avión o pin up”, pregunta con pillería. Avión. “Elige el modelo”. ¿Cualquiera? “Sí”. ¿Puede ser un Me 262? El dibujante sonríe y se inclina sobre el papel (lo que permite echarle una miradita a la chica de la espalda). Es una delicia ver cómo el aparato aparece de la nada sobre la página en blanco y echa a volar, fiero y hermoso.

Gran afluencia en el Salón, que agota las entradas del sábado

La lluvia que ha caído en Barcelona no ha sido obstáculo para que el Salón del Cómic haya vuelto a llenarse y por primera vez en su historia haya agotado las entradas del sábado. Para el domingo hay entradas a la venta. Como es tradicional la feria se ha llenado de visitantes de toda edad y condición, incluso mutante, con numerosos aficionados caracterizados de sus personajes de viñetas favoritos . A destacar un formidable Loki, el adversario y hermano de Thor; una hermosa reina de los elfos y un sosias de Jon Nieve que arrastraba la pesada capa de piel por los charcos en los que se espejeaban los aviones.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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