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La jurista que no ha parado de romper moldes

Encarnación Roca culmina como vicepresidenta del Constitucional una dilatada carrera

Encarnación Roca, en una imagen de 2011.
Encarnación Roca, en una imagen de 2011.Gorka Lejarcegi

Encarnación Roca declaró en 2012 que al cumplir 70 años le gustaría reengancharse otros tres como magistrada. El nombramiento como vicepresidenta del Tribunal Constitucional a punto de cumplir 73 le asegura hacer realidad su deseo y culminar una trayectoria en la que no ha parado de romper moldes.

Fue la primera civilista de España que llegó a una cátedra (1979) y también pionera en alcanzar la Sala Primera del Tribunal Supremo (2005) y la Academia de Jurisprudencia y Legislación. Separada en 1974, cuando ese derecho no estaba reconocido en España, defensora del derecho civil catalán cuando no era fácil hacerlo, la interpretación del derecho de familia que ha hecho Roca ha abierto las puertas a la custodia compartida.

Mantenía una relación muy cordial con el expresident Pasqual Maragall y aterrizó en el Constitucional en 2012 apoyada por todos los grupos del Parlament excepto el PP, cuando Convergència aún no había abrazado el independentismo.

Dos años después suscribió la sentencia del Alto Tribunal que anuló la consulta soberanista del 9-N, la que desobedeció Artur Mas y por la que ha sido condenado. El secesionismo consideró ofensiva aquella resolución y una parte del claustro de la Universidad de Girona intentó sin éxito que se le retirase el título de honoris causa por no discrepar de sus compañeros y del ya expresidente Francisco Pérez de los Cobos, con el que ha compartido muchos conciertos de ópera.

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