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Fallas
Tribuna
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El sentido de las Fallas

Son como el 'Tirant lo Blanc' a la novela, una fiesta total

La vicepresidenta de la Generalitat Valenciana Mónica Oltra con su hijo Emilio.
La vicepresidenta de la Generalitat Valenciana Mónica Oltra con su hijo Emilio.

¿Por qué quemáis las fallas? ¿Por qué quemáis algo tan bonito? ¿Qué sentido tiene? Es una pregunta que me han repetido innumerables veces durante muchos años. Siempre he respondido explicando que es el ciclo necesario, que como la vida, todo nace y muere, que toda primavera necesita del invierno, que la vida no se entiende sin la muerte. Lugares comunes, posiblemente, pero al fin y al cabo lugares compartidos.

Sin embargo, cuanto más tiempo pasa, más me cuesta explicar el sentido de nuestra fiesta con parámetros puramente racionales. ¿Cómo explicar el olor de la pólvora? Esa sensación agridulce tan conocida y reconocida por los valencianos. ¿Cómo explicar el perfume del ramo que llevamos a la ofrenda y que nos acompaña durante todo el recorrido?

¿Cómo hacer entender la sensación del tacto de los moños cuando retocamos nuestros peinados o el deslizar de la tela entre los dedos cuando tenemos que ajustar a nuestro hijo la faja a la cintura por enésima vez en el recorrido de la recogida de premios?

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¿Cómo hacer ver los colores de las fallas, sus ninots y sus remates a la luz de València en el mes de marzo? O ¿cómo explicar el impacto de las explosiones de color sobre la noche de cielo durante los castillos de fuegos artificiales de la Nit del Foc?

¿Cómo hacer entender a los demás el sabor de los buñuelos de calabaza después de una noche de fiesta? O el de esas paellas que los falleros y falleras preparamos y comemos en la calle, que por una vez durante cuatro días es de los peatones y no de los coches.

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¿Quién va a entender que cuando asistes a una mascletà en la Plaza del Ayuntamiento te hace cosquillas en el tímpano? Así enseñamos lo que es el ritmo a nuestras hijas e hijos, de generación en generación, esos que después llenan de música las calles en las bandas que acompañan cualquier pasacalle.

Decía Vargas Llosa, que el Tirant lo Blanc, nuestra gran novela medieval, es una “novela total”, porque abarca todas las sensibilidades humanas: el erotismo, la aventura, la psicología, el poder, la envidia, la amistad... Me atrevería a decir que las fallas son una fiesta total: visual, auditiva, sabrosa, perfumada y táctil.

Así es que, la próxima vez que alguien me pregunte qué sentido tienen las fallas le diré: los tiene todos. Pero no se lo puedo explicar. Venga y vívalas: son suyas. Son Patrimonio de toda la Humanidad.

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