_
_
_
_
_

Religioso turno para el besapié del Jesús de Medinaceli

Numerosos fieles viven en la calle durante días para guardar sitio y ser los primeros en besar a la imagen sagrada

Julio Núñez

Un centenar de sillas atadas y vacías forman una larga fila junto a la pared de la calle de Jesús, en el barrio de las Cortes. Por encima de ellas, una multitud de cartones con el nombre de distintas familias empapelan la fachada cercana a la basílica del Cristo de Medinaceli. El día 3, como cada primer viernes de marzo, la iglesia permitirá a los fieles besar el pie del Nazareno. Las sillas y los cartones reservan ya el lugar en la cola de casi 1.300 personas. Además, una decena de ellas vive en la calle desde hace más de 15 días a la espera de que llegue el momento de poder entrar.

Colas del besapié del Cristo de Medinaceli.
Colas del besapié del Cristo de Medinaceli.J.N.

“Muchos vienen, dejan su silla con su nombre y el de su familia en un cartón y no vuelven hasta el jueves por la noche. Se van a Benidorm y vuelven morenos”, explica uno de los feligreses que acude por las mañanas para guardar su sitio.

Más información
A los pies del Cristo de Medinaceli
La reina reza ante Jesús de Medinaceli

El puesto se guarda religiosamente aunque el dueño no esté presente, y las reservas no son individuales ya que los cartones guardan el lugar hasta a 40 personas, a veces de la misma familia. Los Neptuno, papel fijado a la pared con tiras de esparadrapo blanco, se han adjudicado 15 plazas, de la 760 a la 775. Felisa y Débora anuncian en un cartón más pequeño al lado que son 10 los puestos que tienen.

La acera cercana a la plaza donde se ubica la iglesia del Cristo está ocupada parcialmente por las sillas atadas, pero eso no parece preocupar a los viandantes que por ella pasean. Si acaso, se paran a leer los letreros y comentarlos. Tampoco parece preocupar a los vecinos que ven esta situación como algo "típico". Las sillas, por otra parte, no impiden la actividad cotidiana del barrio. El Ayuntamiento de Madrid permite que permanezcan durante semanas amarradas porque, argumenta, no causan molestias y la visita a la basílica durante estos días está considerada como una tradición "de toda la vida", afirma un portavoz.

El primer viernes de marzo del año pasado, cerca de medio millón de personas besaron el pie izquierdo de la imagen de Jesús Nazareno en una tradición muy arraigada. “Es una de las cosas más famosas de Madrid”, comenta el conserje del santuario.

“Llevo 23 años viniendo desde Toledo. Tengo una promesa con Dios y vengo a cumplirla. Mi familia tiene salud y tengo que dar gracias”, expresa Encarna Fernández, devota de 64 años. Desde el 17 de febrero no se mueve de su sitio ni para dormir. Pasa la noche bajo un porche improvisado con madera, cartón y plástico, envuelta en mantas y con varias capas de ropa. Para ella, estos 15 días son sus vacaciones y afirma que nada la moverá de allí hasta que vea al Cristo: “El Señor pone su mano sobre nosotros”. Fernández pasa las jornadas acompañada de una decena de personas que se ha instalado, como ella, en la calle para ser de los primeros en entrar el viernes. Ninguno quiere dar el nombre, pero sí cuentan que se conocen de otros años. La mayoría quiere dar las gracias ante la imagen, y pedir al Nazareno tres deseos de los que este, dice la leyenda, concederá uno.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Cuando Encarna Fernández y sus compañeros de calle necesitan asearse o calentar la comida, acuden al bar Los Gatos, situado en la acera de enfrente y que les ayuda desinteresadamente. “Entran para usar el microondas, utilizan el baño y si hay alguna mesa libre les dejamos que se sienten a comer”, explica una de las camareras del local. Todo lo contrario de lo que ocurre en la iglesia, donde afirman que el cura no les deja entrar y usar el lavabo.

El párroco, José María Fonseca Urrutia, está “cansado” de la expectación que despiertan las largas colas para el besapié del Cristo, dice el secretario de la basílica. “El cura no nos quiere aquí porque dice que hay trapicheos con los puestos de la cola pero yo nunca he visto nada”, señala Julio, uno de los que ha acampado en la calle, que no da a conocer su apellido.

Los que guardan sitio a veces acuerdan hacer turnos. Mientras que unos se sientan y aprovechan para leer, otros llevan dulces y café para compartir. La mayoría ronda los 60 años, pero últimamente algunos jóvenes se han sumado a guardar fila.

El viernes, la basílica abrirá sus puertas a medianoche y no las cerrará hasta que todos los fieles puedan besar la talla. El año pasado, la compañía de los padres capuchinos, que gestiona el templo, lo mantuvo abierto 28 horas seguidas, según publicó la archidiócesis de Madrid en su página web.

El Ayuntamiento ha anunciado que habrá presencia policial para asegurar que no haya problemas con el tráfico, y aplicará el mismo protocolo que en un concierto en el palacio de Deportes solo que con gente de más edad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_