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Los expertos tachan de “violencia simbólica” los disfraces sexistas de niña

FACUA avisa que es necesario "clarificar" qué institución pública tiene potestad para sancionar la oferta de estos productos

Jessica Mouzo

Un disfraz de “enfermera sexy” —según su etiqueta— para niñas de 4 a 6 años ha levantado la polémica sobre la hipersexualización y el sexismo en los artículos para menores. En la imagen, una niña visiblemente maquillada, con minifalda, hombros al aire y tacones de aguja posa para la cámara en actitud coqueta. Varios tuiteros, entre ellos la diputada de En Comú Podem, Marta Sibina, alertaron a través de las redes sociales de la venta de este tipo de artículos. “Disfraces para niñas de 4 a 6 años. No es broma. ¡Estamos hartas! ¡Basta ya!”, tuiteaba Sibina. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se unía a la indignación de las redes retuiteando a la diputada. “¡Qué vergüenza! Esto también es violencia machista y se ha de acabar”, apuntaba.

La queja ha llegado hasta la asociación de consumidores Facua, que está intentando identificar al fabricante de los controvertidos disfraces. “Todavía no tenemos ningún dato. Seguimos intentando localizar al fabricante para denunciarlo a la autoridad competente”, señala Rubén Sánchez, portavoz de la organización. El problema, indica Sánchez, es que una vez localizada la empresa, “no hay nadie que ponga la multa”. “Lo que hacen las instituciones públicas y nosotros es pedirle a la empresa que retire el producto porque se están violando las leyes de igualdad de género, pero sólo es un apercibimiento. Es necesario clarificar legalmente cuáles la institución que puede imponer sanciones cuando se comete una infracción de este tipo”, apunta.

En un paseo por las tiendas especializadas en disfraces de Barcelona, la presencia de trajes de este tipo es más bien escasa. La minifalda en un disfraz de Alicia en el País de las Maravillas marca la diferencia con su homólogo de falda hasta los tobillos. “No tenemos muchos disfraces de este tipo porque, aunque ellas los quieran, sus padres no les dejan ponerlos. Los padres prefieren este disfraz de Alicia con la falda larga, por ejemplo, antes que el de la minifalda”, apunta un empleado de Atucom Barcelona. El sexismo se sigue manifestando, no obstante, con el género de los disfraces: los trajes de bomberos, astronautas y médicos están representados por niños, mientras que ellas protagonizan los disfraces de pastorcilla, enfermera o animadora. “El disfraz de médico es igual para niño que para niña. Aunque aparezca un niño en la foto, muchos padres se los compran a sus hijas igualmente”, justifica el dependiente.

“Hay una violencia simbólica en este tipo de artículos porque parten del rol dominante del hombre y la dependencia de la mujer. Perpetúan los estereotipos de género”, reflexiona Alba Orteu, presidenta de la Sección de Mujeres, Género y Diversidad del Colegio de Psicología de Cataluña. Los expertos advierten de que este tipo de machismos pueden tener afectación a largo plazo en la autoestima y autonomía de las menores. “La hipersexualización de la infancia comporta que se acelere el paso de la infancia a la adolescencia y se deje de vivir lo que les pertoca por edad y tengan que madurar de forma acelerada. Mentalmente y físicamente no están preparadas para adoptar estos roles y las transformaciones que se les exige desde el mundo de los adultos”, apunta Orteu.

La psicóloga matiza, no obstante, que el episodio de los disfraces sexistas no es, ni mucho menos, un caso anecdótico. “Durante todo el día estamos bombardeados con imágenes sexuales y erotizadas de cuerpos de niñas y adolescentes, que los medios de comunicación se hacen eco y publicidad, reproduciendo la cosificación de las mujeres y niñas. Esta polémica es un ejemplo más de lo mucho que queda por avanzar en la lucha para erradicar la violencia machista y simbólica que se esconde detrás de los estereotipos y roles de género”, apunta. De hecho, en las tiendas de disfraces de Barcelona, los trajes reproducen el sometimiento de la mujer y la preponderancia del hombre del que alertan los expertos: el gato al agua entre las niñas se lo siguen llevando los disfraces de princesas de Disney y los trajes de época. Mientras, entre ellos triunfan los trajes de superhéroes y aquellos que acompañan algún tipo de arma —policía, vaquero, pistolero o bombero con hacha incluida—.

La responsabilidad, en cualquier caso, es de los adultos. “Nosotros somos los que ponemos a la venta estos artículos. Son los valores que queremos transmitir. Los niños no tienen conciencia y se lo ponen para jugar. El problema es cuando todo va más allá del juego”, dice Orteu. La “coeducación” —o educar en valores para superar los estereotipos de género— y el empoderamiento de los niños son la clave, según los expertos, para combatir el paso atrás que suponen episodios como los que generan los disfraces que dieron la señal de alarma.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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