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MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO

El Renoir más íntimo

El museo Bellas Artes de Bilbao inaugura una retrospectiva del aclamado pintor francés

Una espectadora se acerca en Bilbao a una de las obras de Renoir.
Una espectadora se acerca en Bilbao a una de las obras de Renoir. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Es una de las figuras esenciales del impresionismo, sin embargo, Pierre Auguste Renoir (Limoges, 1841- Cagnes-sur-Mer, 1919) rompió con el mayor movimiento de la historia del arte para hacer una carrera independiente. Ese “otro” Renoir abarca casi cuatro décadas, frente a los escasos diez años que comulgó con sus coetáneos.

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Renoir: intimidad, expuesta en el Bellas Artes de Bilbao hasta el 15 de mayo, es una selección de 64 obras de colecciones de todo el mundo que retratan la imagen más “cercana” del artista, según el director de la pinacoteca bilbaína, Javier Viar. A partir de 1877 se fue alejando del grupo porque su fama de radicales le dificultaría vivir de su oficio. Contra lo puramente visual, Renoir potenció los valores táctiles de la pintura, a través de la piel y los cabellos o la espesura de las flores.

De hecho, contra las directrices de los impresionistas que sugerían alejarse para un disfrute completo, recomendaba ver su obra de cerca. Una sensación que agudizaba mediante la composición jugando con primeros planos y miradas que involucran al espectador en la escena, abriéndole las puertas a un ámbito privado. La exposición está planteada como una “progresión de intimidad creciente”, explica Guillermo Solana, comisario y director artístico del Thyssen Bornemisza de Madrid, donde se expuso la muestra el pasado otoño con gran éxito de público. El visitante se introduce en el mundo pictórico de Renoir con cuatro retratos femeninos. Y la mujer, o las mujeres, son las grandes protagonistas de la retrospectiva. Muchachas leyendo o almorzando, al piano o tocando la guitarra. Modelos o actrices, chicas de la calle.

Son célebres sus lienzos al aire libre pero gran parte de su producción se produjo en el ámbito doméstico. Se ganó el favor de la burguesía parisina que le encargó numerosos retratos. Tras el nacimiento de su hijo Pierre, la producción se centró en su propia familia. Pese a sus opiniones ultraconservadoras y a que en público llegó a cuestionar la emancipación de la mujer, ellas le inspiraron. “Esas opiniones no se reflejaron en sus pinturas. No son presentadas como objeto pasivo, inerte o decorativo”, matiza Solana.

Él fue el primero en atreverse a desnudarlas, como se aprecia en Ninfa junto a un arroyo, de la National Gallery de Londres. Es la máxima expresión de esa intimidad. La apoteosis. Figuras de cabezas pequeñas y cuerpos gruesos. Difíciles de clasificar. Mujeres desproporcionadas y monumentales suscitaron la admiración de artistas posteriores como Modigliani, Matisse o Picasso. El pintor malagueño no obtuvo su simpatía pero, una vez muerto, compró Bañista sentada en un paisaje, llamada Eurídice para su colección privada. Parte de la serie de los bañistas se puede ver en Bilbao. Paisajes de pequeño formato con los que perfeccionaba la técnica completan la exposición patrocinada por la Fundación BBK.

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