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Reina Duarte: “Hay que dar la oportunidad a los niños y niñas de ser lectores”

Los premios Edebé cumplen 25 años reivindicando la literatura como base para la educación

La editora Reina Duarte, en la sede de Edebé, esta semana.
La editora Reina Duarte, en la sede de Edebé, esta semana. Carles Ribas

El Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil cumplió ayer 25 años consolidado como una cita clásica. Pero en 1993, cuando nació, la editorial era desconocida en el mundillo literario. La empresa quería explorar el mercado. “Contactamos con gente externa para ser miembro del jurado. La literatura es la mejor herramienta para educar. Las obras se publican con una edición sencilla, muy cuidada y a un precio muy económico”, resume la editora Reina Duarte (Bilbao, 1964).

Estas bodas de plata también son especiales para ella. Duarte es la directora de publicaciones de Edebé desde hace 25 años, como el premio. Además, es la presidenta del Consell Català del Llibre Infantil i Juvenil, la presidenta de la Organización Española del Libro Infantil, así como la vicepresidenta de International Board on Books for Young People.

Ella es, en palabras de la librera Paula Jarrín, “la mamá gallina que siempre acompaña” al jurado de los premios desde la primera edición. Entonces ganó Gabriel Janer Manila junto a un desconocido Carlos Ruiz Zafón. Tenía 28 años y el jurado creía que era un pseudónimo de un autor famoso. “Alguien tan listo como Emili Teixidor estaba convencido de que era un truco. Pensaba que la obra era de Joan Manuel Gisbert porque entonces era el único que cultivaba la literatura infantil gótica. Gisbert después también ganó el Edebé”, recuerda Duarte.

La filóloga Rosa Navarro o los escritores Vicenç Villatoro y Robert Saladrigas han sido miembros del jurado a lo largo de estos años, en un concurso que permite competir textos en castellano, catalán, gallego y euskera. “El objetivo es que no haya fronteras. Los escritores tienen que expresarse en su propia lengua”, desgrana Duarte. “Teixidor y Saladrigas siempre se peleaban, creo que para hacer pasar un mal rato, y tenían un juego entre ellos sobre declarar el premio desierto. Aurora Díaz-Plaja terminaba las reuniones con un gintonic, que entonces era una cosa súper moderna”, relata Duarte.

A lo largo de estos años se han realizado 117 ediciones internacionales y traducciones a 19 lenguas diferentes. La Isla de Bowen, de César Mallorquí, y Paraules emmetzinades, de Maite Carranza, supusieron un punto y aparte. Esta última trata sobre abusos sexuales a menores. “Utilizando un género de intriga trató un tema que era tabú. Que nadie se engañe, la buena literatura juvenil no es hablar de lo políticamente correcto ni de lo bonito. Entonces rompió una lanza porque el tema asustaba a mucha gente, en aquel momento casi nadie se atrevía denunciar. La buena literatura ayuda a que los jóvenes no se asusten”, opina Duarte. Ambos títulos consiguieron el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

El negocio del libro infantil y juvenil facturó 41 millones de euros en Cataluña en 2015. Es el tercer sector editorial. Cataluña y Baleares son las invitadas de honor en la Feria de Bolonia de este año, la más importante de su ámbito. “Esto no ha pasado porque sí. El sector no tiene nada que envidiar a los mejores a nivel mundial. En un momento en el que había un verdadero desierto se llevó a cabo un sobreesfuerzo de todos, autores, traductores, editores...”, defiende Duarte sobre un mercado que no se libró de la crisis aunque ajustando el precio de los volúmenes consiguió tener “menos altibajos” en la facturación, opina la editora, que otros géneros.

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Duarte pide más compromiso a las administraciones con la cultura y una “revolución” en las políticas educativas. También da consejos a padres y profesores que lidian con niños y adolescentes poco lectores. “Que no se agobien. No hay que sacralizar tanto, ni estigmatizar, ni traumatizar. Hay que dar la oportunidad a los niños y niñas de ser lectores. Siempre hay un libro para cada persona. La libertad también pasa por esto”, concluye Duarte.

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