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Los Reyes de Vic no traen la república

La cabalgata retransmitida por TV-3 cierra la polémica con una fiesta en la que la propaganda de la ANC queda en un segundo plano

Cabalgata de reyes en Vic (Barcelona) este jueves, con la polémica de los farolillos independentistas.Foto: atlas
Cristian Segura

Los niños disfrutaron este jueves de la llegada de los Reyes Magos en Vic sin que la política aguara su fiesta. El intento de convertir la cabalgata de Reyes de Vic en un acto de propaganda independentista se quedó solo en intento. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) estuvo sola en su llamada a que la ciudadanía acompañara el desfile con los farolillos de la estelada y banderas independentistas. Òmnium Cultural y ERC acabaron por desmarcarse de una acción que consideraron que iba demasiado lejos.

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Unas 2.000 personas iluminaron las calles de Vic con el farolillo independentista, una clara minoría en un acto que atrajo a miles de vecinos. Por la tarde hubo colas para hacerse con un farolillo en los dos puntos en los que la ANC los repartía a cambio de la voluntad. Hubieran sido más si la ANC hubiera tenido capacidad de producir más. Tampoco hubo presencia de banderas esteladas en el recorrido.

La ANC y Òmnium habían solicitado en un primer momento a la población que decorara los balcones con banderas secesionistas. Tres días más tarde, en plena polémica y con críticas por parte de miembros suyos, emitieron un comunicado contradiciendo su petición de asistir a la cabalgata con banderas: “Nunca se ha pedido que se vaya a la cabalgata ondeando banderas estelades. De hecho, hasta el día de hoy, este ha sido el comportamiento que de manera lógica e intuitiva han tenido nuestros conciudadanos”. En la Plaça Major de Vic sí lucían varias banderas esteladas gigantes, un hecho normal en uno de los municipios catalanes con mayor apoyo al independentismo.

Varias personas con el farolillo de la ANC consultadas por EL PAÍS aseguraban que no era el primer año que lo tenían. Lia, una madre con gemelos de 2 años, explicaba que sus hijos eran demasiado pequeños para saber qué tipo de farolillo llevaban. A su lado, el matrimonio Gallach Sánchez, independentistas convencidos, rechazaban el farolillo de la ANC porque “no queremos politizar a nuestro niño. Ni camisetas, ni zapatillas ni farolillos con la estelada; que decida él cuando sea mayor”. Del mismo parecer era Angelina Erra, vecina de Sant Julià de Vilatorta, acompañada por sus nietos: “No creo que sea buena idea que la política entre en las cosas de los niños”. Erra llevaba dos farolillos en una mano, uno lo había elaborado su nieta en el parvulario a partir de una botella de plástico; el otro era un dragón comprado en una papelería. En la otra mano cargaba un ramo de lavanda que quemaría cuando aparecieran los Reyes.

Los farolillos de la ANC tenían en su contra que su diseño y colores eran poco atractivos para los niños. Un rectángulo blanco con forma de maceta no puede competir con un Bob Esponja iluminado con un LED o con un elefante con una vela dentro. La familia Guerrero, muy crítica con Ciudadanos y el PP, a quienes consideran responsables de la polémica, prefería los farolillos hechos en casa precisamente porque su hija los disfrutaría más. Como guiño a lo que los Guerrero consideran un “tema absurdo”, la madre dibujó una estelada en la cartulina del farolillo como estrella fugaz que orienta a los Reyes.

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En la subida del Portalet, la ANC mantuvo colgada una gran pancarta con la frase del exdirector de la Oficina Antifraude Daniel de Alfonso “les hemos destrozado la sanidad”. La mayoría de los farolillos de la ANC se concentraban a partir de allí, en el tramo final del itinerario de sus majestades, rodeados por altavoces que emitían una música navideño-infantil que recordaba a la gira china de Jean Michel Jarre. Cerca de allí, en la coctelería Dual, la familia Gutiérrez compartía las experiencias de la jornada alrededor de unas copas mientras que el pequeño Víctor entraba en calor con un chocolate caliente. Sus padre, Xavi, le había comprado un farolillo en un bazar chino. Xavi no tenía problema con la iniciativa de la ANC: “Soy independentista de siempre y los farolillos no me importan, quizá no toca pero seguro que muchos los hubieran llevado”. Su amigo Chus era más crítico con la idea de la ANC y lamentaba que una fiesta de este tipo se mezclara “con independencias o dependencias”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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