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Una década nevando en Nórdica

La editorial cumple 10 años afianzada con los autores escandinavos y los libros ilustrados, mientras ultima su salto a la narrativa española

Carles Geli
Diego Moreno, editor de Nórdica.
Diego Moreno, editor de Nórdica.Kike Para

“Pronto llegará la nieve. Se siente en el aire”, lema de Nórdica Libros (primera parte, de un poema de Hjalmar Söderberg; la segunda, del propio editor), se cumplió raudo, si se aplica el refranero de nieves y bienes. “Al segundo año la editorial ya era rentable, pero hasta hace uno no tuvimos oficina; estábamos en mi casa, modelo hoy muy extendido; un grupo editorial en pijama”, admite Diego Moreno, responsable de un sello que lo tenía todo para quedar sepultado apenas nacer ante el alud editorial al especializarse en dos locuras: narrativa nórdica europea y clásicos ilustrados para adultos. El pasado año ha celebrado la década de vida; y sanos como pocos.

“En 2014 crecimos un 35% y este año, llevamos un 20% más que 2015”, enmarca el editor, obsesionado en que su catálogo (hoy, unos 250 títulos y 750.000 ejemplares) “no dependa de un solo autor, ni siquiera de un Nobel, o de un título; me parece un modelo más sostenible en estos tiempos; por eso sufren tanto ahora los grandes grupos: se han acostumbrado a vivir del superéxito y, por ello, sólo cuidan a los que pueden vender el millón de ejemplares; mi idea es cultivar cierta ecología editorial, intentar que sobrevivan todos mis libros y que uno no fagocite el catálogo”, ejemplifica quien ha publicado a Thomas Tranströmer, inopinado Nobel 2011 (15.000 ejemplares vendidos). Y ahí están la decena de ediciones de las versiones de Bartleby, el escribiente o de El viento comenzó a mecer la hierba, de Emily Dickinson; o las cuatro de Itaca, de Kavafis, o de Tres mujeres, de Sylvia Plath. Hoy, Nórdica se defiende del intenso invierno del sector porque el 40% de las ventas provienen de su fondo.

“Sabía que la literatura nórdica era una apuesta cultural potente, pero que no me daría de comer; el ilustrado, sí”. No se equivocó: hoy el 70% de los ingresos de Nórdica vienen por esa línea, a la que llegó por pura investigación de mercado: prácticamente nadie se dedicaba a hacer libros de esas características. Lo detectó Moreno en 2000, cuando se inició como librero en la desaparecida cadena Crisol (“pasar por una librería es fundamental para ser después editor”), año y medio tanto o más fructífero que los cuatro que pasó en Ediciones de la Torre (2001-2004) o los dos en Joseph K: en ambas hizo todos los papeles del auca editorial. Quedó un know-how que hoy explica que su nombre aparezca en los créditos del diseño de colecciones o de maquetación y certezas como que “son necesarios editar unos 20 títulos al año para ser visible en librerías; lo difícil hoy no es publicar un libro si no venderlo”.

El resultado es que de las cinco personas fijas y tres “satélites estables” que trabajan en Nórdica la mitad se dedican a la comunicación y él destina “un 30%” de su tiempo a visitar librerías. “De nada sirve hacer un buen libro si no lo acompañas hasta la mano del lector”, opina quien cree que uno de los males del sector librero es que “no tiene tráfico de gente en sus tiendas; de ahí el merchandising para ayudarles”, dice en referencia a la línea de tazones y bolsas literarios decorados por su elenco de ilustradores. Es apenas un 1% de sus ingresos: “Reforzamos nuestra imagen de marca y damos al librero algo más que vender”.

Que Moreno (Madrid, 1976) fuera un inquieto lector universitario (tiene un postgrado en sociología de consumo y un master en edición) dice mucho de Nórdica: por un lado, que no contemple el ensayo (“me cansé de él como estudiante; además, debería estar siempre muy bien escrito y la literatura cuenta lo mismo pero mucho mejor; y, si acaso, siempre puedo coeditar con mi hermano Daniel, en Capitán Swing”) y por otra que, a pesar de su tamaño, publique 30 títulos al año y tenga cinco colecciones: letras nórdicas, ilustrados, infantil, cómic y Otras Latitudes (“me refleja: soy un lector muy disperso”).

La década da para reflexionar. Por ejemplo, sobre el mutante retrato-robot del seguidor de Nórdica: “Creí que nos dirigiríamos a un lector de clase media-alta, de nivel cultural notable; y es así, pero también tenemos un público mucho más joven y con menos poder adquisitivo que descubre a Baudelaire por nosotros”. Por otro lado, el sector ha mutado: “No ha habido nunca tanto libro bueno, tan bien editado como objeto y tan bien traducido como ahora”, traza Moreno, al tiempo que constata cómo la demanda “se ha polarizado entre un lector cada vez más sofisticado e informado, que sabe por qué elige esa edición de ese título, y otro más ocasional, que tiene el libro sólo como instrumento de ocio que compite con tablets y móviles”.

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Moreno soñó para Nórdica modelos como Ricci o Acantilado, “por el continente”, y Anagrama o Einaudi, “por el contenido”. Pero se ha labrado su particular lugar bajo el sol editorial, hijo ilustre de una nueva generación de editores de ideas claras: “Respetamos a nuestros mayores, que no tenían casi referentes fuera de Barral o Salinas, pero ninguno quiere ser como ellos porque ya no podemos acceder a los Carver, Capote o Kundera y porque los tiempos exigen ser un guerrillero, con estructuras mínimas y visibilidad enorme… Tras esta crisis, el mercado será fragmentario ya para siempre”.

La consecuencia es que encuentra a faltar músculo financiero entre sus coetáneos. De ahí su participación en el grupo Contexto, con sus homólogos Libros del Asteroide, Impedimenta, Sexto Piso... No demasiado apasionado con el libro digital (“es un 3% de nuestras ventas y un mercado feo porque el 80% está en manos de Apple o Amazon, ante los que la capacidad de negociación es mínima”), Moreno prefiere lanzarse a editar autores españoles (“ya estamos leyendo”) y no descarta abrir una librería “híbrida, con productos que encajen: gastronomía, cierta papelería…, el modelo sólo con libros no creo que lo veamos mucho más”. Hoy que la mayoría de editores “tienen más tiempo en la mano la calculadora que un original”, receta para el libro “tranquilidad y tiempo”. Como él hace 10 años, notándolo en el aire, esperó la nieve.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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