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Medio parque en la Quinta de Torre Arias

El Ayuntamiento ha reabierto la finca, pero los vecinos critican que está repleto de zonas de peligro

Diego Fonseca Rodríguez
Desperfectos en las verjas de la Quinta de Torre Arias.
Desperfectos en las verjas de la Quinta de Torre Arias.JAIME VILLANUEVA

Por la Quinta de Torre Arias, una finca del siglo XVI repleta de encinas, rododendros y laureles en el distrito de Canillejas, pasearon por primera vez la pasada semana cientos de personas después de que el Ayuntamiento abriera al fin al público este espacio el domingo 27 de noviembre. Uno de los vecinos que visitó las casi 18 hectáreas del parque fue Aureliano Martínez, septuagenario que ha vivido toda la vida en esta zona: “El Ayuntamiento, ahora que ha puesto la quinta a disposición del público, tiene que mejorar el estado en el que está. Es una pena que haya tantas señales, tantas vallas y tantas restricciones. Recuerdo colarme aquí de niño y ver el arroyo a rebosar de agua y una vegetación salvaje. Espero que vuelva a ser lo mismo”, se queja Martínez.

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Desde la apertura, en la finca —de la que solo se puede visitar algo más de la mitad de la superficie— hay muros, inmuebles y pozos cercados con carteles que avisan: Zona de peligro, extreme las precauciones. Una de las prohibiciones del parque, debido a su estado, es que los niños entren sin la compañía de un adulto. Para Andrés Cabrera, presidente de la plataforma vecinal Quinta de Torre Arias —la misma que consiguió que esta zona homónima no fuera cedida a una entidad privada durante la etápa del anterior gobierno municipal del PP—, una de las prioridades del Ayuntamiento tiene que ser mejorar las condiciones del terreno: “Desde la asociación nos gustaría que terminara pronto con los vallados, fijara bien los muros, reparase los edificios, arreglara los conductos del agua para recuperar el arroyo Trancos [el riachuelo que durante siglos cruzó este espacio y que ahora está seco] y adecentara las aceras”.

Aunque el gobierno municipal destinó este año una partida 2,4 millones de euros para mejorar las condiciones de la quinta, que fue creada bajo el reinado de Felipe II alrededor del 1580 y que pasó de mano en mano y de siglo en siglo por varios aristócratas, solo ha ejecutado una parte del presupuesto. La cantidad que se ha quedado sin gastar, que el Consistorio no ha especificado a este diario, ya no se podrá utilizar en revertir el estado del parque. Una fuente municipal ha explicado que las intervenciones que ha hecho el Ayuntamiento son la colocación de vigas metálicas y de hormigón, la cartelería y el vallado, así como una labor de jardinería: “Es cierto que una cuantía del dinero que se tenía pensado invertir se va a perder, aunque no ha sido por falta de voluntad”. Para Juana María Prieto, que trabaja en la zona y en sus horas muertas se acerca al terreno a dar un paseo, es “una pena que haya tantos espacios con peligro”. “Además, solo hay tres bancos en todo el parque, y si vienes a comer, ahora que todo está húmedo y hace frío, te tienes que sentar en el suelo”, dice Prieto.

Zona acotada en el parque de Torre Arias.
Zona acotada en el parque de Torre Arias.JAIME VILLANUEVA

Este espacio verde, que cuenta, entre otras cosas, con más de 51 especies distintas de árboles, varios invernaderos, una vaquería, un estanque, un palacio, huertos y un par de pozos, perteneció a la condesa de Torre Arias, Tatiana Pérez, hasta su muerte en 2012. El Ayuntamiento heredó entonces la finca gracias a un acuerdo de 1986 entre la aristócrata y el alcalde socialista Enrique Tierno Galván. Fue entonces cuando la alcaldía del PP trató de derruir los edificios amparándose en su mal estado, pero la plataforma Quinta de Torre Arias acudió a los juzgados y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid anuló el pasado marzo su demolición. El equipo de Ana Botella (PP), la anterior alcaldesa, estudió entonces la opción de ceder la gestión de los terrenos a la Universidad de Navarra, vinculada a la institución religiosa Opus Dei. La entidad pretendía desarrollar sus cursos de posgrado en la finca a cambio de su rehabilitación y cuidado, pero la idea fue rechazada por los partidos y vecinos del barrio.

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Será en 2017 cuando el gobierno municipal prepare un plan especial de intervención con un importe superior a los dos millones de euros para la finca, en la que se han encontrado algunos restos arqueológicos que van a ser estudiados y especies botánicas complicadas de hallar en Madrid. Los vecinos, a la espera de que los muros y los edificios se rehabiliten en los próximos meses, pueden visitar una parte del parque todos los días menos los lunes. Marcelino Camacho, que vive al lado de Torre Arias, ya ha pasado cinco veces por él: “El valor de esta finca es la historia que tiene con más de cuatro siglos de antigüedad. La tranquilidad que hay aquí es fantástica, pero espero que el Ayuntamiento acondicione las zonas de riesgo de una vez”.

Un parque para el cultivo

La Quinta de Torres Arias es el único parque de Madrid que combina su carácter residencial —la duquesa vivió en él hasta poco antes de su muerte— con su explotación agropecuaria. Además de las numerosas especies de árboles con las que cuentan las casi 18 hectáreas de la zona, hay huertos urbanos, invernaderos y una casa de patatas. Francisco Barbería, uno de los miembros de la plataforma vecinal que ha luchado para que este pulmón verde esté disponible para sus vecinos, cuenta que llevan más de dos años negociando con el Ayuntamiento para que su uso siga siendo el mismo que ha tenido todos estos siglos: “Nos gustaría que se potenciasen los huertos y que la finca siga siendo un rincón agropecuario con un afán educativo para colegios. De momento, nos da la impresión de que Ahora Madrid está de acuerdo con nosotros”.

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Sobre la firma

Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Última Hora de EL PAÍS. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.

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