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MUSEO DE MÁLAGA

Lo que no hay que perderse del nuevo Museo de Málaga

El Palacio de la Aduana exhibe 2.200 piezas de las colecciones del Bellas Artes y del Arqueológico

Obra titulada 'Anatomía del corazón', de Enrique Simonet y Lombardo, (1890).
Obra titulada 'Anatomía del corazón', de Enrique Simonet y Lombardo, (1890).

Justo a los 19 años de que el movimiento ciudadano La Aduana para Málaga reivindicara por primera vez en la calle el uso cultural del imponente palacio, el inmueble ha sido inaugurado este lunes como museo para albergar las colecciones del Bellas Artes y del Arqueológico, almacenadas desde hace dos décadas. El Museo de Málaga abre al público mañana, aunque este lunes ha sido su puesta de largo con un acto presidido por la presidenta andaluza, Susana Díaz, y el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo.

“El museo está en el ADN de la ciudad”, ha resaltado Díaz ante más de 300 personas de la sociedad civil malagueña y autoridades provinciales y regionales. “Málaga se ha dotado de una infraestructura cultural innovadora”, ha destacado el ministro. El Museo de Málaga era la última gran pinacoteca pendiente en una ciudad que presume de contar con las marcas internacionales Picasso, Carmen Thyssen, Pompidou y Museo Estatal Ruso de San Petersburgo. Con la esperada apertura, se cierra el círculo museístico.

La inversión del Estado para acondicionar el mayor centro expositivo de Andalucía, con 18.402 metros construidos, ha sido de 40 millones de euros. La Junta, encargada de su gestión, ha gastado en la última década 3,2 millones de euros en la restauración de los fondos y en la adecuación de almacenes provisionales mientras se terminaba la obra. El espacio exhibe 2.200 piezas de las 17.500 que conforman las dos colecciones. Del Arqueológico se muestran 2.000 de los 15.000 registros de su catálogo y del Bellas Artes, 200 de los algo más de 2.000.

Mosaico romano del Nacimiento de Venus, de finales del siglo II
Mosaico romano del Nacimiento de Venus, de finales del siglo II

El discurso expositivo del Museo de Málaga se configura en torno a dos grandes colecciones surgidas por el desarrollo industrial y comercial de la ciudad en el siglo XIX: la privada de los marqueses de Casa Loring, con piezas romanas, y la de titularidad pública que nació por el trabajo de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. La primera se completa con un recorrido por los yacimientos malagueños desde la Prehistoria a la Edad Media, los asentamientos fenicios y un repaso a la presencia musulmana. El grueso del Bellas Artes se centra en la pintura malagueña del XIX, aunque hay referencias desde cinco siglos antes, entre otros, de Murillo, Zurbarán o Sorolla. El acceso al patio central es libre y la entrada al centro es gratis para todos los ciudadanos de la Unión Europea.

La Dama de la Aduana. La escultura de mármol, datada en la segunda mitad del siglo II, recibe a los visitantes en la planta baja del edificio. Se encontró en 1789 durante las obras de excavación para construir el inmueble en el que ahora da la bienvenida. La representación femenina viste la túnica y el manto de tradición griega clásica.

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Obra titulada 'Los gladiadores', de José Moreno Carbonero, (1882).
Obra titulada 'Los gladiadores', de José Moreno Carbonero, (1882).

Las matronas de la abundancia. El conjunto descubierto en Cártama, muy llamativo, sorprende en la segunda planta, por donde se inicia el recorrido. Pertenecen a la colección loringiana, creada por los marqueses Loring-Heredia a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En total hay 30 grandes piezas del legado de este matrimonio burgués.

La tumba del guerrero. Se halló en una actuación arqueológica en el casco antiguo de Málaga en 2012, extramuros de lo que fue la ciudad fenicia de Malaka. La cámara mortuoria, del siglo IV a. C. y perfectamente conservada, se considera un descubrimiento excepcional en la Península Ibérica porque junto a los restos inhumados de un varón de mediana edad se encontraron los restos de un ajuar de un soldado griego. Una de las piezas es un casco corintio.

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El nacimiento de Venus. El gran mosaico romano fue descubierto a mediados de la década de los 50 del siglo pasado por un vecino de Cártama que hacía obras en su casa. Se estima que fue el suelo de un edificio termal de finales del siglo II y en el centro de la composición, la diosa navega en una concha.

¡… Y tenía corazón! ( o Anatomía del corazón). El cuadro de Enrique Simonet y Lombardo (1890) es posiblemente la obra más icónica del Museo de Málaga, no solo de la sección del Bellas Artes. Un forense contempla el corazón de una joven fallecida durante la autopsia en un lienzo que el autor pintó tras su formación en la Academia de España en Roma.

La meta sudante (Los gladiadores). Obra de José Moreno Carbonero pintada en 1882. El lienzo, de gran formato, muestra a dos gladiadores refrescándose junto a un estanque tras la lucha. El autor fue el alumno de la escuela malagueña con más reconocimiento nacional y logró ser el artista de la sociedad madrileña de la época.

El milagro de Santa Casilda (1892). Con esta pintura le llegó el reconocimiento de la crítica a su autor, José Nogales y Sevilla, cuya producción se centró principalmente en el retrato y el paisaje. La Junta adquirió la obra a un anticuario de Oviedo y fue restaurada por el Instituto de Patrimonio Histórico de Andalucía en 1992.

La esclava en venta (1892-1902). Esta obra de José Jiménez Aranda está considera uno de los desnudos más interesantes de la pintura española del siglo XIX. La joven lleva colgado un cartel en el que se lee: “Rosa de 18 años, en venta por 800 monedas”. Es uno de los depósitos del Prado más destacados.

Las vanguardias en Málaga. Una sala muestra la obra pictórica de José Moreno Villa, surrealista con una mirada muy personal durante la década de los 20 del siglo pasado, y la de los representantes locales de la Generación de los 50, entre ellos, Manuel Barbadillo, Enrique Brinkmann y Eugenio Chicano.

El Palacio de la Aduana. El edificio que alberga el Museo de Málaga, de estilo neoclásico, es impresionante. Ideado a finales del siglo XVIII para uso administrativo ante la intensa actividad comercial de la ciudad, la reforma proyectada por Fernando Pardo, Bernardo García Tapia y Ángel Pérez Mora mantiene los valores históricos del inmueble con un lenguaje arquitectónico muy moderno, plasmado sobre todo en los contenedores de las salas expositivas. Está ubicado en un punto estratégico, junto a la Alcazaba y el Teatro Romano, y persigue convertirse en la nueva centralidad de la capital de la Costa del Sol.

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