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MUSICALES

‘Dirty Dancing’ se hace (más) musical

La película de 1987 que marcó a una generación se sube a las tablas del teatro Nuevo Alcalá

Javier A. Fernández
Imagen del musical Dirty Dancing.
Imagen del musical Dirty Dancing.Lighuen Desanto

El día de su boda, Berto y Elia, en vez del vals, bailaron (I've Had) The Time Of My Life, el número final de la película Dirty Dancing. Lo grabaron. Raquel y Alberto también se atrevieron con el famoso número del salto durante su enlace. “Muchas parejas eligen esa canción porque han crecido con la película”, asegura Iñaki Fernández, productor de la adaptación teatral de Dirty Dancing. Lo han comprobado al convocar un concurso en el que pedían a los fans que se grabasen imitando escenas de la película; “Gran parte eran novios”, añade el productor del musical, que se estrena el 1 de diciembre en el teatro Nuevo Alcalá de Madrid.

Casi 30 años después de su aparición, en 1987, la cinta continúa vigente en el imaginario colectivo. “Es un fenómeno generacional que sigue enganchando al público en el siglo XXI; sobre todo al femenino. La historia de una jovencita de familia acomodada que lucha por ligarse al chico guapo a través del baile se ha convertido en algo legendario”, dice Fernández.

Una comedia romántica con final feliz que el cineasta y guionista Félix Sabroso ha adaptado al castellano. “Me pareció divertido adaptar un clásico que tiene tanto éxito, aunque yo no escribiría Dirty Dancing así”, confiesa Sabroso, autor, junto a la fallecida Dunia Ayaso, de comedias agridulces y desinhibidas como Perdona, bonita, pero Lucas me quería a mí (1997) y ¡Descongélate! (2003), en las antípodas del blockbuster.

Actualizar los diálogos ha sido uno de sus principales retos. “He querido refrescar la engolada forma de hablar del filme”, dice. Pese a los arquetipos de Hollywood que muestra el argumento, aclara, “deja a la mujer muy bien parada. Se habla de la libertad femenina que se impone”. Eso es lo que ha fascinado a varias generaciones de mujeres, en opinión de Iñaki Fernández, el productor, que llevará en febrero la obra a Barcelona. “Hará que madres, hijas y abuelas vengan juntas al teatro, como ha ocurrido en Sídney, Londres o Ciudad de México”.

El texto de Sabroso se ha puesto en manos del director italiano Federico Bellone, profesional de largo recorrido en el teatro musical internacional, que también montó la obra en Londres. La autora del guion original, Eleanor Bergstein, da directrices sobre cómo llevar a escena cada momento del filme en todas las producciones. “Había que ser muy fieles, Bergstein nos enviaba cartas sobre todo lo que debía permanecer intacto”, apunta Sabroso.

Ese afán por reflejar la película al detalle ha llevado a que los protagonistas no canten. “Solo actuamos y bailamos”, explica Cristian Sánchez, actor y bailarín que interpreta a Johnny Castle, el profesor de baile. Los cantantes permanecen junto a un cuarteto que interpreta todos los temas de la película. Mientras, entran y salen de escena caras habituales del teatro musical como Julia Möller, Jorge Galaz y Sergio Arce.

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La pareja de baile de Sánchez es Amanda Digón, actriz de 23 años que interpreta a Baby. Es su primer papel protagonista: “No había nacido cuando se estrenó pero me la sé de memoria”, dice. “La química entre ambos ha sido esencial”, destaca Sánchez. Baby pasa de no saber llevar el compás a volar sobre los brazos de su profesor en el virtuoso salto que en tantas bodas triunfa. “Cada día le dedicamos media hora a ese momento”, reconoce la actriz.

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