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El pasado rompe el silencio en La Modelo

Dirigentes independentistas y comunes se congregan en la histórica cárcel para rendir homenaje a los represaliados del franquismo

Cristian Segura
El pianista Carles Santos, este domingo en el homenaje en La Modelo.
El pianista Carles Santos, este domingo en el homenaje en La Modelo.Joan Sánchez

El silencio que parece cubrir la Modelo se retiró este domingo, 20-N, para que se escuchara el eco de la historia. El silencio que invade la prisión con más historia de Barcelona se siente por su densidad, por las torres de vigilancia vacías y por su decadencia. En su perímetro, la tarde de domingo solo surgía vida del bar cubano La Giraldilla, en el lateral de Provença, del que salían los gritos de un grupo que cantaba la ranchera El Rey. Luego siguieron las notas del piano de Carles Santos y los discursos de las autoridades convocadas por Òmnium Cultural para rendir homenaje a las víctimas del franquismo.

Dirigentes independentistas y comunes se congregaron bajo el lema de Òmnium "Luchas compartidas". Acompañados por conocidos represaliados de la dictadura, la comitiva encabezada por la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y los consejeros Raül Romeva y Carles Mundó, se reunió en el auditorio y se fotografió en el conocido panóptico de la prisión –el centro neurálgico en el convergen todas las entradas al laberinto del Minotauro. El recorrido por la prisión tuvo algo de visita museística. Los invitados solo pudieron intuir el trajín de los internos –todavía hay 900 reclusos– por la madera y las verjas repintadas de tanto usarse, o por los carteles y mosaicos colgados en paredes. Entre las prisas que imponían los funcionarios solo pude fijarme en un collage que celebraba el Día de la Diversidad de 1996, con un Frankenstein dando la mano a una niña, ambos descoloridos, o una vieja advertencia que indica que drogas y deporte son incompatibles.

Mundó, el consejero de Justicia, dijo que La Modelo tiene 114 años y que es hora de cerrarla. August Gil Matamala, hoy pensador cercano a la CUP, fue abogado de presos políticos, estudiantes y sindicalistas pero recordó que su primera vez en esta prisión fue en 1945, siendo él un niño de 11 años, para visitar a su padre, el maqui Augusto Gil. La abogada Magda Oranich mostró un par de casquillos de las balas con las que en 1975 ejecutaron al militante de ETA Txiki. Mundó aseguró que “cada día tenemos muestras de que el franquismo no ha muerto del todo”. “El franquismo revive constantemente, impunemente, de manera cotidiana”, añadió Romeva. Forcadell concluyó los parlamentos afirmando que “el pueblo catalán es un pueblo pacífico, que no busca venganza pero exige justicia”. Es probable que muchos catalanes sean pacíficos, pero también los hay violentos, vegetarianos, que odian el deporte o que les gusta Kenny G.; incluso los hubo que fueron franquistas de tomo y lomo. ¿Cuentan estos en “el pueblo” de Forcadell?

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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