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Cuatro imágenes para la historia de Barcelona

El saltador olímpico, el incendio del Liceo, la caída de un mito empresarial y el nuevo skyline han marcado la historia de la ciudad y de EL PAÍS Cataluña

Ana Pantaleoni
Entrenamientos en las piscinas Picornell de Barcelona.
Entrenamientos en las piscinas Picornell de Barcelona.JOAN SÁNCHEZ

Los Juegos Olímpicos, el incendio del Liceo, la inauguración de la Torre Agbar y una imagen premiada, Javier de la Rosa comiéndose un bocadillo en la cárcel. Son cuatro fotografías que han marcado la historia de una ciudad pero también de un diario.

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En 1986, hace hoy 30 años, a la quinta fue la vencida. El Comité Olímpico Internacional (COI) designaba a Barcelona sede de los Juegos Olímpicos de 1992. La capital catalana logró 47 votos frente a los 29 de París. Así, a las 13.30 del 17 de octubre de 1986, Juan Antonio Samaranch, que era el presidente del COI, oficializó la noticia. Fueron los primeros, y los únicos, para España. La ciudad había presentado su candidatura en cuatro ocasiones con anterioridad. Joan Sánchez, responsable de fotografía, captó la imagen que ilustra este artículo en la piscina municipal de Montjuïc, que mira a la ciudad, en plenos entrenamientos. “A partir de la ilusión colectiva, Barcelona combatió tanto a los escépticos como a los críticos, y no solo consiguió ser el centro del mundo sino que la fascinación que provocó el evento cambió a partir de entonces la concepción de los Juegos”, escribió Ramón Besa, redactor jefe de deportes. No solo la concepción de los Juegos, sino también de la ciudad y del diario. La redacción de deportes de Madrid se trasladó a Barcelona y durante más de tres semanas trabajaron codo con codo. Un equipo desde la Villa Olímpica y otro, más numeroso, desde la sede del diario entonces ubicada en la Zona Franca.

Incendio del Teatro Liceo.
Incendio del Teatro Liceo.CARLES RIBAS

“La sala, el escenario y los palcos del Gran Teatro del Liceo de Barcelona no son ya más que una ruina humeante, una gran pavesa carbonizada. Un virulento incendio en el escenario, causado por la chispa incontrolada de un soplete, disolvió el 31 de enero de 1994 el interior del coliseo operístico en una tormenta de fuego de ribetes wagnerianos. La destrucción es tan completa que el patio de butacas, convertido en un solar abrasado, no tiene más techo que el cielo. El fuego, que se inició a las once de la mañana, cuando un colegio visitaba el edificio, no produjo víctimas, a excepción del trabajador que hacía la soldadura, que sufrió quemaduras leves, y dos bomberos intoxicados por el humo. Las instituciones acordaron reconstruir el Liceo tal como era”. Así lo contaba en estas página Jacinto Antón. Cinco años después, el teatro barcelonés reabría sus puertas con dos placas, una de ellas con los nombres de todas las personas e instituciones que contribuyeron en la reconstrucción del teatro. El juicio por el incendio finalizó en el año 2000 sin aclarar las causas que provocaron el siniestro y con la evidencia de que el coliseo lírico barcelonés carecía de un sistema efectivo de seguridad.

Imagen de la Torre Agbar.
Imagen de la Torre Agbar.MASSIMILIANO MINOCRI
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Nació en boca de todos y se convirtió en el icono moderno de la ciudad cambiando su skyline para siempre: la Torre Agbar, de Jean Nouvel. “Nuestro objetivo era dar a la ciudad un regalo que sirva como símbolo de la Barcelona del siglo XXI. Es evidente que un inmueble así genera comentarios de todo tipo. Por su singularidad arquitectónica no solo se ha convertido en un monumento de la ciudad, sino que ha contribuido a conformar el nuevo skyline de Barcelona”, explicaba en 2005 Ángel Simón, director general del Grupo Agbar. La torre, inaugurada en 2005, se convertirá próximamente en un hotel de gran lujo. “Inevitablemente híbrida, esta gruesa y gigantesca columna culminada por una cúpula corona una Barcelona cada vez más globalizada y anónima, genérica y cosmopolita”, relataba el arquitecto Josep Maria Montaner en este diario en enero de 2005.

Javier De la Rosa en la cárcel.
Javier De la Rosa en la cárcel.CARLES RIBAS

La foto del financiero Javier De la Rosa comiendo un bocadillo en la cárcel, de Carles Ribas, publicada en la primera página de EL PAÍS el 23 de octubre de 1994, mereció cuatro galardones del máximo nivel profesional: el del Club Internacional de Prensa, el premio Fotopress, el Agustí Centellas y el Ortega y Gasset. Esa imagen se tomó cuatro días después de que el juez Joaquín Aguirre ordenara el ingreso en prisión del financiero. El que fue considerado “empresario ejemplar” por el entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, entró en la cárcel acusado de los delitos de apropiación indebida por su gestión al frente de Grand Tibidabo —de la que el juez aseguró que se había vaciado una cantidad que rondaba los 10.000 millones de pesetas— y de falsedad. Blanca Cia cuenta que aquella foto del financiero, entre barrotes, comiendo un bocadillo, representó bastante más que una impactante instantánea.

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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