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El violador de la Diagonal, juzgado por cuatro agresiones en Castellón

El acusado se niega a declarar y el fiscal eleva a 20 años la petición de prisión

El acusado de cuatro agresiones en Castellón durante el juicio.
El acusado de cuatro agresiones en Castellón durante el juicio.ÀNGEL SÁNCHEZ
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Desató la alarma en las calles de Castellón el pasado mes de agosto tras apuñalar con una navaja a tres mujeres y acosar a una cuarta con apenas cinco días de margen y en lugares céntricos: calle Vera, plazas Fadrell y Borrull y avenida Barcelona. Lo había hecho meses antes, en abril, en Valencia, tras empujar presuntamente a varias mujeres por las escaleras de diferentes estaciones de metro. El juzgado de lo penal número 3 de Castellón ha sentado este martes en el banquillo de los acusados al conocido, según fuentes fidedignas, como violador de la Diagonal de Barcelona. Varios de los agentes de la Policía Nacional que han declarado este martes han confirmado que el acusado tenía antecedentes por agresiones sexuales. También por atacar a otras mujeres en la capital del Turia la pasada primavera.

Tomás B.D, de 60 años, ha reivindicado su inocencia en el último turno de palabra. Previamente ha negado los hechos ocurridos entre el 2 y el 6 de agosto en Castellón con un “no me acuerdo de nada” en una sesión en la que, custodiado por dos agentes, se ha acogido a su derecho a no declarar. El juicio ha quedado visto para sentencia dos horas después de su comienzo. Por él han pasado las cuatro víctimas, que en su declaración tras un biombo a modo de protección, han confirmado que identificaron al hombre como autor de las agresiones en la rueda de reconocimiento practicada tras su arresto, y han dejado testimonios que reflejan el miedo que sembraron los hechos este verano en la ciudad.

“Le brillaban los ojos, como si estuviera satisfecho”

“Salí con una amiga y de vuelta a casa decidí ir por la plaza Borrull, porque sabía lo que estaba pasando, el ataque a una mujer por la zona de Fadrell. Vi a una persona sentada en el banco y empezó a seguirme desde la acera contraria. Cruzó a mi lado, y yo volví a cambiar de acera, pero me siguió. Me cogió por detrás, del brazo, y ahí es donde me corta el antebrazo. Le brillaban los ojos. Como si estuviera satisfecho”, ha declarado una de las víctimas.

Que el acusado “disfrutaba” con los ataques lo ha puesto de manifiesto otra de las mujeres agredidas: “Se puso detrás de la marquesina donde estaba esperando el autobús y me dijo: dame todo lo que tengas. Le dije que no tenía nada, y entonces sacó una navaja. Le miré: no por favor, señor. Y me pinchó. Se fue sonriendo, como disfrutando por lo había hecho”.

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El fiscal pedía 17 años de prisión por un delito contra la integridad física, otro de robo con violencia en grado de tentativa y tres delitos de lesiones en los que concurre la agravante de discriminación por razón de sexo. Hoy el ministerio público ha elevado la pena hasta los 20 años y medio de cárcel. Además, pide una indemnización a las víctimas por daños morales y secuelas de 6.700 euros.

La defensa del acusado ha pedido su absolución. Apela a la inocencia declarada por su representado y al cuadro psiquiátrico que éste presenta: esquizofrenia. Un extremo que ha echado por tierra el médico forense que llevó a cabo su reconocimiento tras ser detenido. En su declaración ha sido tajante: “Mi conclusión es que no hay esquizofrenia”.

Ha destacado la falta de comunicación y el “mutismo” del acusado y que éste adoptó una conducta violenta en el momento del reconocimiento. “Era una conducta extraña, de resistencia, de no cooperar. Hay rasgos de trastorno esquizoide de la personalidad, pero no es esquizofrénico, no hay delirios ni conducta desordenada. No hay nada que me haga pensar que tenga un trastorno que comprometa su operatividad”.

La defensa ha insistido, sacando a colación que fue precisamente la enfermedad mental que recogen varios informes y el tratamiento médico por la misma los que le eximieron de entrar en prisión tras una sentencia emitida por la Audiencia de Barcelona en 1989 y los que le llevaron a entrar en el psiquiátrico de Fontcalent, en Alicante, durante once años.

Los agentes de la Policía Nacional que identificaron al sospechoso en un cajero, donde al parecer pernoctaba, han prestado su declaración como testigos. “Nos dijo que nos iba a denunciar y que tenían que morir todas las mujeres porque eran una guarras y unas putas”, ha señalado uno de los agentes. “Dijo que si a las mujeres [agredidas] les había pasado algo era porque se lo merecían”, ha puntualizado otro.

Tras la sesión, el fiscal ha pedido que se prorrogue la prisión preventiva para el acusado por el “riesgo de reiteración delictiva”. Una petición que ha aceptado la juez, quien ha decretado que Tomás .B.D. seguirá entre rejas hasta que se dicte sentencia.

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