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Enganchados al Shabú, la droga de los filipinos

Crece el consumo de metanfetamina entre los filipinos de España, incluso entre mujeres embarazadas, y los expertos temen que se extienda a otras comunidades

Daniel Verdú
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Is Spain about to discover the dangers of crystal meth?

La primera mujer tenía un aspecto muy descuidado. Le faltaban varios dientes, iba sin asear y era de origen filipino. Tuvo al hijo pocas horas después de llegar al hospital del Mar y decidieron hacerle la prueba de tóxicos. Dio positivo por metanfetamina, una droga prácticamente desconocida en España y de consumo extendido en EEUU. Ahí se conoce como cristal meth o ice, la famosa droga que fabricaban en la serie de Breaking Bad. Filipinas es el único lugar en el mundo donde todavía está más extendida (es la sustancia más consumida y su presidente, Rodrigo Duterte, lo ha convertido en una cuestión de estado) y muchos sus habitantes se llevan la adicción a cuestas cuando emigran a otros países. En el hospital todavía no lo sabían, pero después de aquella mujer, llegaron otras nueve embarazadas más con el mismo origen y los mismos síntomas. Si la media de España en consumo de metanfetamina es del 0,1% de la población, entre aquellas filipinas alcanzaba el 4,9%. Todas perdieron la custodia de sus hijos y no movieron ni un dedo por recuperarla.

Diez mujeres filipinas dieron positivo por metanfetamina tras dar a luz y perdieron la custodia de sus hijos

Los filipinos lo llaman Shabú y son los únicos que lo consumen en España (un 98%, según los Mossos d’Esquadra). La molécula del clorhidrato de anfetamina es 15 veces más potente que la de la cocaína y su poder adictivo es infinitamente superior. Su poder sobre el sistema nervioso central es devastador y en poco tiempo termina destruyéndolo. En el mundo la consumen 24 millones de personas, según la ONU, y suele ir asociada a largas fiestas. Pero en el caso de esta comunidad, la puerta de entrada no es recreativa: se utiliza para poder aguantar turnos larguísimos en cocinas o en los barcos. Por eso es tan frecuente que la consuman cocineros o marineros filipinos, que solo desembarcar en el puerto de Barcelona se lanzan a los pisos del Raval donde se vende y se consume. La policía empezó a detectarlo a principios de esta década, siempre entre miembros de su comunidad (en Barcelona hay 9.754 filipinos). Primero la droga llegaba por correo, pero luego un grupo de nigerianos se adueñó de su distribución, siempre en tránsito desde Suráfrica. El temor ahora es que pueda saltar a otras comunidades y empiece a producirse en laboratorios clandestinos de España.

Robert y Cris (piden nombre falso), dos cocineros filipinos que trabajan en un bar de Ciutat Vella, recuerdan perfectamente aquella época. Ambos han consumido regularmente Shabú y explican, mezclando tagalo y español, su experiencia. Según ellos, el Raval está lleno de puntos de venta. “El primer día te lo pasas sin dormir, tienes ganas de trabajar sin parar, luego buscar mujeres… pero al siguiente día ya no tienes ganas de nada. Cuando baja tienes que tomar otra vez y sube, pero acabas destrozado. Puedes estar muchos días despierto”, explican. Robert la compra a 50 euros el gramo, pero en su país es más barata señala. Según su impresión, “el 60% de los filipinos que conoce la han tomado”. “No es que sea normal tomarla, pero es muy frecuente. En cualquier cocina donde haya filipinos encontrarás shabú, estoy seguro. Si se te va de las manos te conviertes en un zombie. Empiezan los hombres, pero luego se enganchan las mujeres también”, señala.

Los filipinos la utilizan para poder aguantar turnos larguísimos en cocinas o en los barcos
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Así les sucedió a las 10 mujeres que los servicios de pediatría y obstetricia del Hospital del Mar detectaron. María Ángeles López Vilchez fue la primera que se dio cuenta. “Pensamos que era un falso positivo por el tipo de sustancia. Pero también se la hicimos al niño y también salió positivo”. A partir de ahí empezaron a investigar y observaron el deterioro también de sus parejas. “Ellos están todavía peor. Tienen lo que en inglés se conoce como meth mouth (boca de metanfetamina) y prácticamente no pueden ni hablar. Cuando se les retiró la custodia de los hijos, se desvincularon de ellos. Algunas no fueron ni a verlos”, recuerda López Vilchez, que a raíz de estos casos publicó un artículo científico y ha comenzado un estudio en colaboración con el Hospital de la maternidad de Barcelona, a donde muchas filipinas parece que se han ido últimamente a dar a luz alertadas por sus compatriotas. El consumo durante el embarazo, señala el doctor Antonio Payà, ha originado casos de malformación cerebral y un desprendimiento de placenta. “Aquí no solo es la droga, sino la epigenética que lo envuelve: falta de descanso, hábitos de alimentación…”, señala Payà, jefe de obstetricia del hospital.

Muestras de Shabú incautadas por la Policía Nacional.
Muestras de Shabú incautadas por la Policía Nacional.

Uno de los mayores golpe a esta droga se produjo en enero de 2016 en el transcurso de la operación Apolo, comandada por los Mossos d’Esquadra y la Guàrdia Urbana, como recuerda uno de los sargentos que la dirigió. Entonces se intervinieron 8 kg de Shabú, se detuvo a 28 personas, la mayoría de origen filipino. Pero los cabecillas eran nigerianos, los encargados de traer la droga de África y distribuirla desde Barcelona y a través de correos humanos por distintos países. “Se hicieron 10 entradas. Detuvimos a 12 personas, todas filipinas. Encontramos armas cortas manipuladas, una escopeta “chimba” de fabricación casera y el shabú escondido entre las patas de las camas. Encontramos en total unos 8kg metanfetamina, contando lo de París”, recuerda este sargento. "Lo de París" fue una operación paralela en la que se incautaron de 5kg de esta sustancia en el aeropuerto Charles De Gaulle. La droga procedía de la misma fuente y confirma que España se ha convertido en una puerta de entrada de esta sustancia en Europa. Por eso, algunos expertos alertan ahora de la posibilidad de que pueda producirse un contagio a otras comunidades, tal y como ha sucedido en países como EE UU o República Checa y Polonia.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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