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Tribuna
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Taxonomía de corruptos

Resultará útil determinar qué es un corrupto. Para aclarar el debate y hallar sano esparcimiento por la vía clasificatoria

Los coleópteros no son anfibios, ni los moluscos mamíferos. Así que creo que resultará útil determinar qué es un corrupto. Para aclarar el debate y hallar sano esparcimiento por la vía clasificatoria.

Es corrupto (corrupto estricto) quien utiliza su cargo para lucrarse: quien adjudica obra pública manipulando los procedimientos, para conseguir un beneficio económico para él o, con frecuencia, para su partido político. Estas conductas son delictivas e implican un abuso de poder. En ocasiones, ni siquiera se persigue un beneficio personal (corrupto altruista): se manipula un procedimiento de toma de decisiones para sufragar costes electorales del partido, o para conseguir una instalación deportiva en el pueblo.

Es corrupto quien desvía el dinero público de sus finalidades. Quien paga con él informes inexistentes, o servicios que no se han prestado (corrupto pagador). Pero, curiosamente, no lo es quien financia o deja de financiar a determinados medios de comunicación por su línea editorial; ni quien gestiona las televisiones públicas al servicio del poder. Eso se viene considerando una meritoria acción de gobierno (gobernante modélico).

Es corrupto quien prescinde del mérito para la selección de personal y la designación de cargos (corrupto enchufista). También quien prima a los correligionarios, manipula los sistemas de nombramiento y decide no guiado por el servicio al país, sino para retribuir lealtades o, simplemente, comprar silencios. Algunas de estas conductas (cargos de confianza), ni siquiera serán constitutivas de delito. En alguna latitud merecerían reproche moral o, también, el aplauso encendido de los afines (amado líder).

Son corruptos los funcionarios que filtran información secreta a los medios con la finalidad de promocionar sus carreras y lograr el estrellato ante la opinión pública (corrupto soplón). Juegan aquí simpatías ideológicas y ansias de servicio al poder político de turno, que es quien decide nombramientos y prebendas. O a un proyecto político alternativo y más del gusto del funcionario en cuestión. Suele resultar imposible cualquier represión de estas conductas y, de hecho, ni siquiera se intenta.

Es corrupto el funcionario que pasa a los medios de comunicación información falsa o manipulada (corrupto intoxicador). No es corrupto, en cambio, el periodista que acepta esa información, sin contrastarla, y lesiona con datos falsos la reputación de quien fuere: normalmente enemigos políticos del intoxicador. Como mucho será un difamador. En estos casos, la ocasional alianza de periodistas y policías suele tener efectos letales.

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Son corruptos quienes blanquean dinero para su partido si lo hacen como cargos públicos (corrupto instrumental). No si actúan en su mera esfera privada, en tanto que militantes (tonto útil). Así, los concejales que a título particular ingresan dinero en la cuenta del partido y son compensados bajo mano podrían cometer el blanqueo en cuestión, si el dinero procediera de un delito, pero no serían el corrupto canónico.

Así pues, y dado que la etiqueta de corrupto es uno de los principales elementos tanto de la lucha política como de la acción policial y mediática, se impone a mi entender este inicio de clarificación y clasificación, como cuando Linneo se puso a ordenar el mundo con su nomenclatura bioanimal o, como decía Bob Dylan, cuando se puso nombre a los animales in the beginning, long time ago.

Javier Melero es abogado penalista.

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