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Fallece el poeta y catedrático Luis Izquierdo

Fue amigo de la Generación de los 50 y de Joan Vinyoli

Luis Izquierdo y Carmen Balcells en 2013, durante la celebración de los 77 años del catedrático y poeta.
Luis Izquierdo y Carmen Balcells en 2013, durante la celebración de los 77 años del catedrático y poeta.

Unas afiladas rimas contra Luis Bárcenas o Juan Ignacio Wert, entonces ministro de Cultura, reunían, últimamente, las mejores características de Luis Izquierdo: pasión por la literatura y la poesía, compromiso cívico y social, ironía que podía modular desde la más tierna de las bonhomías a la más cáustica de las invectivas y una cultura descomunal. Catedrático, poeta, ensayista, Izquierdo cerró definitivamente los “pequeños ojos brillantes” que versificó su amigo Joan Vinyoli, el miércoles en Barcelona a sus 80 años. Su funeral será este viernes 21 de octubre a las 9,15 horas en el tanatorio de Les Corts de Barcelona.

Confesaba Izquierdo esas veleidades de contemporáneo juglar cuando la fiesta sorpresa que su amiga la agente Carmen Balcells organizó con motivo de la aparición de La piel de los días (2013), su último poemario, “un milagro”, como llegó a decir él mismo tras haber sobrevivido al primer gran embate de la enfermedad que finalmente acabó con él.

Quizá el flequillo indómito que llevó toda su vida funcione como metáfora de un personaje inquieto y siempre con un deje díscolo, un punto individualista, nacido en Barcelona en 1936 y que perdió muy pronto a su padre, vacío que de alguna manera suplió Jordi Maragall (“mi refugio mental”), el progenitor de quienes serían dos de sus mejores amigos, los hermanos Pasqual y Ernest, lo que explicaría también una actitud progresista ante la vida, de elevada conciencia cívica y que se tradujo en una notable visibilidad como compañero de viaje del socialismo catalán.

Izquierdo, en ese sentido, fue siempre moderno, ya desde 1970 cuando empezó una longeva carrera como docente en la Universidad de Barcelona, donde llegaría a catedrático de Literatura y se jubilaría el año 2000, lo que le permitió formar parte de una generación de enseñantes de las más ilustres que contaron el patio de Letras con, entre otros, Martí de Riquer o José Maria Valverde. Al espíritu tan dialogante como noblemente fuerte le ayudó su paso por las universidades de Tubinga, Harvard o Washington. En cualquier caso, una labor que se tradujo en un sinfín de brillantes alumnos (“fue un privilegio: escucharles enriquecía”, decía en una enésima demostración de su modestia), como los hoy editores Andreu Jaume o Carles Álvarez.

Que era hombre que dejaba huella da testimonio el mítico Carlos Barral, que en sus memorias le recuerda trabajando (y aburriéndose) juntos en la editorial Labor. Barral sería sólo uno de los muchos amigos que tuvo en la Escuela de Barcelona, a cuyos componentes admiró y estudió y con los que algunos incluso llegaron a profesar gran amistad, como Jaime Gil de Biedma o Gabriel Ferrater (“tus versos fueron citas a la espera / de otra aventura que acabara bien, / de otro final / y de otra patria imposible, / a tu manera”, le dedicó en 2003).

En realidad, sus poemas mismos tampoco estaban tan lejos en su afán renovador de los de la famosa escuela, la Generación de los 50, con los que tampoco acabó encuadrándose, quizá por su espíritu libre. Lo demostró pronto, con su primer poemario, Supervivencias (1970), al que tardaría en seguir Calendario del nómada (1982): siempre muy espaciados en el tiempo, no fueron más de seis libros, todos menos el último recopilados en Travesías del Ausente (2006). Seguramente no pudo hacer más porque su afán de saber le llevó a profundizar en un sinfín de autores y en sus obras, más allá de los que conoció personalmente, como a Joan Oliver, del que junto a Vinyoli y Barral, aseguraba: “De la vida literaria me llevo el encuentro con ellos tres”.

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Se consideraba, porque lo era, experto en Kafka, pero también conocía muy a fondo la obra de Machado, Salinas (del que decía era deudor poético) o Canetti. Quizá no todo el mundo lo sabía. “He prestado poca atención a mí mismo”, admitía. Quizá ahí fue una de las pocas veces que fue injusto en la vida.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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