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En Comú Podem aplaza su decisión sobre el referéndum unilateral

El partido aguardará a ver cómo articula Puigdemont esa votación para decidir si participa

Àngels Piñol

El plan del presidente catalán, Carles Puigdemont, de convocar un referéndum unilateral de independencia en 2017 ha tensado a En Comú Podem. La coalición de izquierdas —que ha concurrido a las dos últimas elecciones generales— plantea otra fórmula: que la consulta tenga un reconocimiento internacional previo, con efectos reales; pero no pide expresamente que se pacte con el Gobierno. En Comú Podem, que alerta de que si es unilateral puede derivar en otro 9-N, aguardará a ver cómo articula Puigdemont esa votación para decidir si participa.

Carolina Bescansa y Xavi Domènech.
Carolina Bescansa y Xavi Domènech.Ballesteros (EFE)

Miembros de la confluencia de izquierdas, en sus dos versiones —En Comú Podem en el Congreso de los Diputados y Catalunya Sí que es Pot en el Parlamento autónomo— temen que un referéndum unilateral acabe siendo otro 9-N, el “proceso participativo” ideado por Artur Mas en 2014, que no tuvo reconocimiento internacional y que se celebró a pesar de la prohibición del Tribunal Constitucional.

El gran interrogante es qué hará la confluencia si Puigdemont, un independentista de toda la vida —Mas no lo era—, vuelve a poner las urnas. De momento, el president ya ha enviado la pelota al tejado de la izquierda afirmando que el reconocimiento del referéndum lo dará una alta participación. Por su parte, el líder de ERC, Oriol Junqueras, les ha instado a superar el “inmovilismo”.

Desmarcarse del bloque del ‘no’ a la secesión

Distintos partidos de izquierda están diseñando la nueva formación política que ideó Ada Colau para que esté lista a principios de 2017. El objetivo es crear una formación que integre a Barcelona en Comú, ICV, Podem, EUiA e independientes, alternativa al independentismo pero desmarcada del bloque del no al proceso de secesión —Ciudadanos, PSC y PP—.

Si el president Carles Puigdemont sigue adelante con sus planes, el nuevo partido deberá decantarse poco después de nacer. Los comunes se abren a "escuchar" el plan unilateral, aunque siempre han defendido la consulta pactada. En las elecciones generales recibieron mucho voto de la CUP, que no concurre a esas citas porque siente que no les conciernen.

Pese a ser partidario de la consulta pactada, Xavier Domènech, cabeza de lista de En Comú Podem, se abre a escuchar la fórmula unilateral. No despejará la incógnita hasta conocer cómo será la votación. “Me piden que me tire a una piscina. Y no es un problema: me he tirado a muchas. Quiero saber si tendrá agua. Tienen que explicar si será decisivo o no. Si se hace otro 9-N no se hará ningún favor a este país”, afirma.

El plan secesionista no ofrece dudas: anuncia un referéndum con una fecha límite (antes de finales de septiembre de 2017), con efectos jurídicos y pregunta binaria —Puigdemont se ofrece a consensuarla con el Gobierno—; y considera que bastaría el 50% más uno de los votos para ganarlo. Junts pel Sí y la CUP rebaten que sea otro 9-N porque dicen que esta votación sería vinculante y la de Mas no lo fue, y porque en 2014 gobernaba CiU y ahora hay una mayoría secesionista que debe cumplir, sostienen, el “mandato” del 27-S (las elecciones autonómicas que arrojaron como resultado un Parlamento con mayoría de diputados independentistas, aunque el porcentaje en votos del secesionismo fue del 47,8%).

La duda es hasta dónde está dispuesta a llegar la confluencia de izquierdas, porque hace un año votó en el Parlament en contra de la declaración independentista del 9 de noviembre y hace dos semanas, cuando Junts pel Sí y la CUP plantearon su resolución para un referéndum unilateral de independencia, se abstuvo.

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Catalunya Sí que es Pot planteó además su propia propuesta de consulta, omitiendo la condición de que fuese pactada. Pero su plan pone tantas precauciones que parece difícil que prospere sin ese acuerdo: que tenga reconocimiento internacional “previo”, que estimule la participación, que tenga efectos políticos y jurídicos reales y que el Parlament adopte iniciativas “ante el Estado” para lograrlo. Los independentistas replican que en 2014 ya pidieron la consulta, sin éxito.

Joan Coscubiela (ICV), portavoz de Sí que es Pot, no aclara si apoyarán un referéndum unilateral y alega que no caerán en “debates simplistas”. “Hemos huido de los adjetivos. No nos hemos movido: lo importante es que Junts pel Sí ha vuelto a reclamar el referéndum cuando decían que era una pantalla pasada”, señala. ICV se resistió hace dos semanas a excluir de la propuesta de consulta la condición de que fuera pactada, y eso generó polémica en Sí que es Pot. En ese grupo parlamentario no están los comunes de Ada Colau, aunque ejercen en él una indiscutible influencia.

Junts pel Sí y la CUP creen que la clave no es qué votarían en un hipotético referéndum los comunes —son mayoritariamente federalistas pero también hay secesionistas—, porque seguramente apelarían a la libertad de voto. La clave, dicen, es si reconocen o no que Cataluña es soberana. Los secesionistas les necesitan para apuntalar el referéndum, y son optimistas: recuerdan que en la consulta del 9-N acabaron votando Joan Herrera, Domènech o Colau.

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