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El porno ya no es lo que era

El Salón Erótico de Barcelona abre sus puertas adaptándose a los grandes cambios de la industria del cine X y aguarda unas 25.000 visitas tras sus brillantes campañas virales

El Salón Erótico de Barcelona durante la primera jornada.Vídeo: Gianluca Battista
Daniel Verdú

A las 15.45 horas un hombre tetrapléjico en una silla de ruedas motorizada baja de un taxi adaptado y sale disparado hacia la cola que desde hace rato se ha formado delante del Pabellón de Deportes de la Vall d'Hebron. Faltan 15 minutos para que se inaugure el Salón Erótico de Barcelona, pero es difícil distinguir quiénes visitan esta gran convención del onanismo por placer o quiénes son fotógrafos de prensa: todos van armados con cámaras y teleobjetivos, palos selfie y todo tipo de artilugios audiovisuales. Juan, un ingeniero informático asiduo al evento, resuelve el misterio. “Aquí grabo yo material para todo el año, no veas lo que hay ahí dentro”.

Las actrices desfilan sin maquillaje por la entrada, saludan a los guardias de seguridad, se inquieren por la familia y comparten relatos sobre graves problemas de salud

A esta hora lo que hay es una feria con las costuras todavía al descubierto. Las actrices desfilan sin maquillaje por la entrada, saludan a los guardias de seguridad, se inquieren por la familia y comparten relatos sobre graves problemas de salud que afortunadamente dejaron atrás. Hablan de hijos, familia, perros. Todos se besan cariñosamente en los labios. Algunos están nerviosos porque debutan con stand. Se la juegan, se han gasatdo un dinero en esta oportunidad. Como Ratpenat (murciélago en catalán) y su novia Nora Barcelona, dos estrellas del porno amateur convertidos en celebridades locales. Él lleva una cresta y piercings. Ella viste rollo dark. Se conocieron en una rave cuando ella todavía tenía 16 años, se enamoraron y empezaron a rodar porno casero cuando cumplió los 18. Como este festival, han sabido adaptarse a la ruptura que provocó Internet en la industria y tienen su propia productora donde la tónica es el freak show: Zorrilandia Films. “El porno es hoy como un piano en el que debes tocar muchas teclas para vivir”, cree Ratpenat

Junto a ellos hay un tipo en pelotas tirado en el suelo con un collar de perro, una cadena y un notable sobrepeso. Pero eso es lo de menos. Al lado tiene un bebedero canino con un líquido amarillo que de momento no ha lamido, pero que mira de reojo con cierto aire melancólico. En el mundillo le conocen como Iván, el hombre perro, como no podía ser de otra manera, y espera que alguien le pasee un rato. De momento solo le hacen fotos.

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De fondo empieza a sonar una suerte de reggaeton en el que una mujer proclama de forma elocuente: “Hey cary, yo no soy tu nena, pero quiero que me metas un tema”. Y eso mismo sucede ya en uno de los escenarios principales, donde un voluntario del público llamado Juan —el speaker no deja de repetir su nombre— ya se encuentra en calzoncillos con una de las veteranas actrices que hablaba de sus problemas de salud con uno de los guardias al principio de la tarde. Cada vez que ella abre las piernas, se disparan los doscientos mil flashes.

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Hoy es el día flojo, pero la organización espera que pasen por aquí durante todo el fin de semana unas 25.000 personas. La feria no para de crecer, sobre todo después de las excelentes campañas virales rodadas en los últimos años. La última, con la estrella española Amarna Miller denunciando la hipocresía de la sociedad española. El problema surgió cuando se supo que Apricots, una cadena de prostíbulos que patrocina el evento, lanzó una campaña para buscar voluntarios que trabajasen gratis a cambio de una entrada. Juli Simón, el dueño del salón desde 1999 asegura que es el último año que colaborarán con ellos y que empezaron a hacerlo porque, supuestamente, eran un prostíbulo moderno donde las mujeres llevaban la voz cantante del negocio. Resultó que no. Y el exalcalde de Barcelona, Xavier Trías, no ha tardado en reprocharle a Ada Colau que permita que un evento así se realice en un recinto público.

Una actriz actúa en el Salón Erótico de Barcelona.
Una actriz actúa en el Salón Erótico de Barcelona.EFE

En cualquier caso Simón explica cómo a partir de 2009 el salón tuvo que reconvertirse y adaptarse a los nuevos tiempos que propiciaron Internet y la apertura social con la inclusión del porno gay. “La industria desapareció. No había películas, solo escenas. Cambiamos el nombre y fuimos más allá del cine porno”, señala antes de salir corriendo a buscar a un Youtuber que quiere entrevistarle. Lo convirtieron en una convención sexual, donde incluso puden recibirse masajes eróticos por 50 euros en una garita con agresivo aroma a pachulí, sexo completo por 200 (según ofrecía una mujer con voz grave) o una sesión de fetichismo de pies por 2 euros en uno de los laterales del pabellón.

Justo por ahí pasa en ese instante Fra con un recogedor, una escoba y un pinganillo. Es uno de los encargados de la limpieza y está comprensiblemente inquieto por cómo puedan quedar los baños. “Aquí van a hacer de todo”, augura. Justamente por eso, confiesa, su mujer estaba también preocupada de que su jornada laboral transcurriese en este lugar. “Ya le he dicho que no pasaba nada por alegrarme la vista un rato”. Una definición sin matices que describe perfectamente el estado de ánimo general aquí.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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