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El Mercat de Vic se adapta a las tendencias de la música

Los conciertos de Blick Bassy y Enric Montefusco destacaron en un programa realista de marcado acento local

Enric Montefusco, líder de los extintos Standstill, en un concierto en Vic. [
Enric Montefusco, líder de los extintos Standstill, en un concierto en Vic. [PERE MASRAMON

Primer año de un nuevo Mercat de Música de Vic, más adaptado a las circunstancias del mercado musical, al desarrollo de las nuevas tecnologías, que ya esquivan abiertamente el imperio de lo presencial, y a las necesidades de los programadores de Cataluña, tan faltos de presupuesto como la propia industria musical de proyecto ilusionante. De esta manera, el Mercat ha concentrado sus esfuerzos en la zona del teatro Atlántida, ha eliminado las casetas que evocaban las antiguas formas de relación y negocio, ha agilizado los contactos entre profesionales con citas rápidas, no olvidemos que el tiempo pasa más deprisa en el nuevo siglo, ha dirigido su mirada más hacia el interior del mercado catalán, precisado de estímulos, que hacia el exterior y ha adelantado los horarios de actuaciones. Los organizadores de la cita anual están satisfechos y explican que 750 profesionales de 21 nacionalidades y 14 comunidades autónomas se han reunido desde el pasado miércoles.

En el plano musicas, los cambios se han reflejado en una programación de acento doméstico que no ha esquivado la mirada hacia algunos artistas internacionales cuyo presupuesto de contratación resulte asequible. El Mercat tiene hoy nuevos objetivos, si se quiere más modestos pero precisamente por ello más realistas.

En el apartado artístico la jornada del viernes, en alguna medida la central del certamen, propuso este modelo traducido en propuestas concretas. Desde estrenos rigurosos, como el sugestivo proyecto local Connectome, basado en planteamientos científicos sugeridos mediante composiciones a piano y programación electrónica, pasando por la presentación de nuevos discos, caso del Zenit de Gossos. De igual manera Enric Montefusco, líder de los extintos Standstill, se prefiguró como uno de los nombres del día al presentar Meridiana, disco de un artista que como bien indica el catálogo del Mercat vive en la catarsis. Siempre sin abandonar el tono solemne, marca de la casa y frontera-peaje que se ha de abonar para acercarse a sus propuestas. Menos comprensible fue la presencia de Ara Malikian, un violinista pirotécnico y circense que se mueve como un Joan Fortuny pasado de vueltas. Risible.

Pero, curiosamente, un Mercat que se ha replegado en sus propias fronteras, hizo saltar la sorpresa con el excelente concierto de Blick Bassy, un desconocido artista camerunés afincado en Francia. Instrumentación insólita, trombón, cello y banjo, para dar la vuelta a la tradición africana, pese a que cantaba en bassa —una de las múltiples lenguas de su país—, y situar la propuesta en un punto equidistante de esa tradición y del blues o del pop negro. No en vano el artista dijo admirar entre otros a Thomas Sankara, panafricanista revolucionario y feminista de Burkina Fasso, y a Marvin Gaye. Nueva sensibilidad negra escapando del tópico blanco sobre lo africano, que obliga a sus músicos al baile y a tocar calabazas, sensibilidad que tampoco olvidó el guión político, no sólo perceptible en sus parlamentos, sino incluso en un momento fascinante de la noche, cuando puso un blues de Skip James en un viejo tocadiscos ajeno al sampler y a la tecnología digital. Lo viejo y lo nuevo en un artista diferente que nos habla de esa África que se resiste a la mirada condescendiente. Visto en Vic.

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