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Esteladas en territorio hostil

Tarragona y Lleida vivieron en la Diada las manifestaciones más grandes de su historia

Estelada colgada del balcon del mediterraneo vista desde la playa del Miracle.
Estelada colgada del balcon del mediterraneo vista desde la playa del Miracle.Josep Lluis Sellart (EL PAÍS)

Tarragona y Lleida vivieron este 11-S las concentraciones más grandes de toda su historia. Así lo reconocen los alcaldes de las dos ciudades, Josep Félix Ballesteros y Àngel Ros, del PSC, que se resignaron a que la Asamblea Nacional Catalana (ANC) escogiera a las dos capitales, históricamente refractarias al independentismo, para acoger la Diada. Ni siquiera la manifestación por el atentado de ETA en el rack de Enpetrol, el 12 de junio de 1987, en Tarragona, que provocó una huida despavorida de los ciudadanos, generó tanta asistencia. Fueron entonces 10.000 personas que se manifestaron bajo la conmoción horas justo después del atentado de Hipercor. El Ayuntamiento de Tarragona no ha dado cifras de la Diada pero Ballesteros rebaja la euforia secesionista invitando a echar un vistazo a la composición del Consistorio (8 ediles secesionistas sobre 27). Ros niega las cifras de la ANC, que calculó 120.000 personas y las sitúa entre 25.000 y 30.000.

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“La Guardia Urbana hace bien su trabajo”, alega. “Midió la longitud y anchura de la zona de concentración. No vinieron más de 45 autocares. Hablan de 120.000 personas y eso es todo un Camp Nou y un 30% más”, afirmó, apuntando que entre los dos puentes de la canalización no cabe un estadio como el azulgrana. No fue el único trabajo que tuvo la Guardia Urbana de Lleida: ondeó una estelada unos minutos en La Paeria que colgó un edil. “Un regidor rompió el pacto que firmamos hace 13 años: retiramos todas las banderas y dejamos la senyera en el balcón. Ordené que la estelada fuera retirada: no es una bandera oficial y es una falta de respeto al espacio público".

Hablan de 120.000 personas y eso es todo un Camp Nou y un 30% más”, dice Ros que niega los cifras de la ANC

Tarragona concentraba los temores de la ANC y el riesgo de fiasco sobrevoló durante días la Rambla Nova. Sin embargo, la principal avenida, de casi un kilómetro, estaba a rebosar. Ni el Ayuntamiento ni la Guardia Urbana dieron cifras sobre el aforo. “La única manera de saber si la ciudad está o no por la independencia es fijarse en la composición del pleno municipal”, replica Ballesteros, que gobierna en alianza con el PP y Unió frente a una minoría independentista.

Ballesteros rebaja la euforia secesionista y recuerda que los ediles independentistas son minoría en Tarragona
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Reus, gobernada por el PDP, reclamó ser sede de la Diada pero la ANC eligió Tarragona. El alcalde no descarta que la ANC quisiera hacer una demostración de fuerza en un lugar “no independentista”. Pero rechaza hacer una lectura en clave electoral del éxito del 11-S: “Solo significa que la gente que está por la independencia o el referéndum está más motivada y tiene más capacidad de movilización”. No se manifestó por coherencia aunque recalca que hubiera ido “encantado de la vida” para reclamar una mejor financiación o un nuevo encaje en España. Ros, eso si, invitó a Rajoy a reaccionar: “Yo también quiero votar en un referéndum de reforma federal. Contaría con una mayoría amplísima en Cataluña”. A ninguno de los dos alcaldes les debió sorprender el éxito: Jordi Sànchez, líder de la ANC, reveló el viernes que ambos le confesaron que alojarían las mayores manifestaciones nunca vividas.

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